Míercoles de Ceniza, Sermón sobre Salmo 51
Pastor Adam Lehman, traducido por Pastor J. García
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu
misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
2 Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
Y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
Y mi pecado está siempre delante de mí.
4 Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.
5 He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.
Y en pecado me concibió mi madre.
6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
7 Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
8 Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.
Y se recrearán los huesos que has abatido.
9 Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
Y borra todas mis maldades.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11 No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
12 Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.
Y espíritu noble me sustente.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.
Y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
Cantará mi lengua tu justicia.
Cantará mi lengua tu justicia.
15 Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.
Y publicará mi boca tu alabanza.
16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
No quieres holocausto.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
18 Haz bien con tu benevolencia a Sion;
Edifica los muros de Jerusalén.
Edifica los muros de Jerusalén.
19 Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
El holocausto u ofrenda del todo quemada;
Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.
El holocausto u ofrenda del todo quemada;
Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.
En el Nombre del
Padre, y del + Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
El Salmo 51 es un regalo maravilloso para
la iglesia. De hecho, la comprensión de este bendito Salmo es necesaria y
profundamente útil de muchas maneras. Este salmo contiene la instrucción de las
partes principales de toda la fe cristiana. Nos enseña sobre el pecado, el
arrepentimiento, la gracia y la justificación, así como la enseñanza sobre el
culto que debemos prestar al Único Dios Verdadero. Finalmente, nos enseña sobre
la confesión y la absolución, y por eso, es referido a menudo como un
"salmo penitencial."
Tal como enseñamos en
el Catecismo Menor: La confesión tiene
dos partes.
En primer lugar, confesamos nuestros
pecados, y en segundo lugar, recibimos la absolución, es decir, el perdón del
pastor como de Dios mismo, sin dudar, y con la convicción de que por medio de
ella nuestros pecados son perdonados ante Dios en el cielo. (Catecismo)
A través de la pluma del Rey David,
nuestro Señor nos presenta ambos (confesión y absolución) ante nosotros esta tarde.
Al comienzo del salmo le vemos profundamente preocupado por el conocimiento de
su pecado y el peso de su conciencia. "Ten piedad de mí, oh Dios,"
escribe, "limpia mi pecado! Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi
pecado está siempre delante de mí. ". Y al final del Salmo vemos a
David consolado por la gracia y la misericordia del Señor. Está tan lleno de
alegría por el perdón de los pecados que simplemente no puede contenerse. Y así
escribe, "mi lengua cantará tu justicia. Señor, abre mis labios, y mi
boca proclamará tu alabanza. ". David sabe que ha sido perdonado de su
profunda maldad. De hecho, la historia en 2º libro de Samuel, capítulo 12 es
bien conocida. Los pecados de David incluyeron el adulterio, la mentira, el
asesinato, abuso de autoridad, y encubrimiento de sus pecados; acumulando
pecado sobre pecado.
Con esto en mente, vemos que David es un
ejemplo de todos los hombres, incluidos nosotros. Uno a uno rompió cada uno de
los mandamientos del Señor. Sin embargo, se negó a reconocer su pecado. Y esta
negativa a reconocer el pecado fue lo más peligroso para su alma eterna. David
quería ser conocido como un rey justo y santo. Él quería que sus pecados fuesen
secretos para todos. Por lo tanto, se negó a admitir su pecado. Se negó a arrepentirse.
Es por esto que el Señor envió a Natán el profeta a David: para enfrentarse a
él con la Ley, pero no para destruirle, aunque lo merecía. Dios envió a Natán a
David para llamar a David al arrepentimiento, a fin de que pudiera recibir el
perdón. Y con el perdón, él también recibiría la vida y la salvación.
A la luz de lo expuesto, la tragedia de
David se convierte en un ejemplo muy emotivo del pecado, y aún más, de la
gracia. Y sin esta visión de la vida de David, tendríamos una imagen totalmente
distorsionada de este patriarca en la fe.
Si la Santa Escritura no nos hubiera
hablado de este vergonzoso recuento ¿quién creería que un hombre tan santo
podría caer tan bajo? Después de todo, a través del Espíritu Santo, David había
instituido el culto de Jehová en el tabernáculo. Había escrito bellos himnos
cantados por los fieles ... Había ganado muchas batallas militares, en las que
el Señor había luchado en su nombre. Confió totalmente en el Señor para la
victoria. De hecho, fue el elegido directamente por el Señor para servir como
el rey. Incluso el propio Mesías sería luego conocido como el Hijo de David.
Y, aun así, un hombre tal cayó en pecado.
Y el gran rey David no cayó en un mero "pecado pequeño", sino en muchos
pecados realmente graves. Y lo que es
peor, cayó en la impenitencia. Cayó en una arrogancia tal que se negó a
arrepentirse. Y si un hombre como David pudo caer tan miserablemente que Natán
tuvo que enfrentarse con él cara a cara, entonces desde luego, nosotros no
estamos exentos de una caída similar que puede hasta destruir el alma. Nosotros
también debemos ser confrontados con nuestro pecado. Nosotros también tenemos
que tragarnos nuestro orgullo pecaminoso, y humildemente caer de rodillas ...
Arrepentirnos ... pidiendo la misericordia de Jehová. Debemos ser honestos con
nosotros mismos sobre lo que realmente somos: pobres, miserables pecadores,
mendigos ciegos que necesitan desesperadamente de la misericordia de Jehová.
Esta noche el Señor nos habla palabras que
son muy difíciles de escuchar. Pero también nos entrega las palabras más dulces
que los oídos pecaminosos pueden jamás oír. Incluso, al mismo tiempo que
estamos abatidos por el reconocimiento de nuestras transgresiones profundas,
somos elevados por la bendita palabra de su perdón. Nuestro Señor nos llama a
arrepentirnos de nuestros pecados, y por ninguna otra razón que con el fin de
que recibamos el perdón, la vida y la salvación. No confesamos nuestros pecados
por el mero bien de la confesión de nuestros pecados. No, confesamos nuestros
pecados, a fin de que recibamos la sagrada absolución.
Como dice en el
Catecismo, En primer lugar, confesamos nuestros pecados.
En segundo lugar,
recibimos la absolución ...
Es decir, el perdón
del pastor como de Dios mismo ...
Sin dudar, pero con
la convicción de que por ella nuestros pecados son perdonados ante Dios en el
cielo. (Catecismo)
Natán fue enviado a David con el fin de
que pudiera ser llevado al arrepentimiento, y que pudiera recibir el perdón, la
paz, y el gozo de ser justo antes con Dios. Nos hemos reunido aquí esta tarde
para el mismo propósito. Habéis llegado a confesar vuestros pecados, a fin de
que podáis recibir el perdón, la paz, y el gozo de ser justo antes con Dios. Y
debido a la pasión y muerte de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, estáis
perdonados. De las llagas de Cristo Crucificado fluye el perdón de todos tus
pecados. Y de esas heridas fluye la paz eterna entre tú y tu Padre celestial.
Jesucristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jesucristo es
el Cordero de Dios que ha muerto para el perdón del pecado de David. Jesucristo
es el Cordero de Dios que ha sufrido y muerto con el fin de que tú puedas
vivir. Por ello estás perdonado.
Como dista el oriente
del occidente, tus pecados son perdonados, en el Nombre de Jesús +. Amén.
No comments:
Post a Comment