Tuesday, April 14, 2020

Certeza Perfecta - Perfect Certainty, Sermón del Domingo de Ramos y Pasión/Palm and Passion Sunday


Domingo de Ramos, Domingo de la Pasión      Palm and Passion Sunday
5 de abril, A+D 2020                                            April 5, A+D 2020
Certeza Perfecta                                                   Perfect Certainty

Primero el sermón en castellano, luego en inglés    

    ¿Qué está haciendo?  ¿Qué quiere lograr Jesús con estas palabras y obras, tan controversiales?  ¿Está seguro que la cuestión vaya a terminar cómo quiere?

    Todas las personas alrededor de Jesús están llenas de dudas.  Jesús aceptó la unción con perfume de la mujer en Betania como preparación funeral.  Luego orquestó la Entrada Triunfal el Domingo de Ramos, dando rabia a los fariseos y sacerdotes, por no decir nada de darlos una acusación concreta para denunciarlo a los romanos. Ya antes del lunes de esta semana fundamental Jesús había confundido la lógica humana totalmente.  Y durante la semana, peor: discusiones en el Templo y ataques verbales contra las autoridades judías, enseñanzas apocalípticas, afirmaciones radicales.  Finalmente, el certidumbre y confianza para redefinir la Pascua de los Judíos, con referencia a su propia muerte.  Después, rechazó la voluntad por parte de sus propios discípulos de fomentar una rebelión, y se sometió al arresto, tortura y humillación de los sacerdotes y los romanos.  Fue con calma a Calvario, enfrentando sin vacilar al peor que pudiera hacer los seres humanos.  Además, aceptó el castigo de su propio Padre celestial.  ¿Quién puede entender su objetivo, su plan, o de dónde saca su certeza?

     Esta Semana Santa, como nunca jamás en nuestra memoria, la población mundial está sufriendo de una falta a la extrema de certidumbre.  ¿Quién sabe con certeza cuándo o cómo vayamos a salir de esta crisis sanitaria?  ¿Qué es el peligro real del Coronavirus, COVID19?  ¿Cuáles medidas son correctas, para España, el mundo, o para mi propia familia?  ¿Quién sabe con certeza?   Nadie.  Damos gracias al Señor por el internet lo cual nos permite mantener contacto con amigos y familiares, y que nos facilita continuar “reuniéndonos” como Iglesia, y para muchos, seguir trabajando de distancia.  Pero el mismo red mundial nos inunda con información, historias fantásticas, teorías opuestas, página tras página.  La tentación de ponernos a ser investigadores es grande, buscando la verdad sobre la crisis para llegar a un nivel de certeza.  Pero la certeza nos escapa.  ¡Oh, cómo deseamos la certeza!

     Hermanos y hermanas en Cristo, doy gracias al Señor que, en medio de esta crisis, estamos celebrando la Semana Santa.  Yo aborrezco el hecho que no podemos reunirnos en persona para recordar y celebrar la semana más importante de toda la historia humana.  Pero no pudiera haber un leccionario mejor para ayudarnos recuperar la certeza cristiana, textos que nos hacen meditar de nuevo en la obra santa de Cristo Jesús, su obra de certeza perfecta. 

     Antes de la fundación del mundo, el Santo, Santo, Santo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, sabía sin duda la fecha y los acontecimientos de esta semana, que el Creador, el eterno Dios, en la persona del Hijo, iba a unirse con su creación, tomando la naturaleza del hombre dentro de su santo y divino ser, haciéndose igual como nosotros en todas maneras, salvo sin pecado. 
¿Y para qué?  Ciertamente no para liderar una victoria según nuestra expectativa, tampoco para restaurar el reino terrenal de David.  Porque el rey David, y todos los demás, todos, eran el problema.  Jesús tuvo que revelar la debilidad de todos, aun de sus propios discípulos y amigos, porque la verdad acerca de los hijos del hombre es que “se han corrompido, han cometido hechos abominables; no hay quien haga el bien.  El Señor ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguno que entienda, alguno que busque a Dios. Todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.  (Salmos 14 y 53:1-3)  No había esperanza real entre los hombres, porque todos nosotros somos corrompidos, desde nuestra concepción. 

    No obstante, Jesús tenía certeza perfecta en su plan.  No porque fuera fácil ni agradable, sino porque, siendo Dios mismo, el eterno Hijo del Padre, Jesús sabía la verdad que es más grande que nuestro pecado y ruina, aún más grande que el odio y envidia de satanás:  Jesús sabía que Dios es amor. 

     Cuando pasamos tribulaciones, queremos más que nada estar con nuestros queridos, de experimentar el amor que recibimos como bebes, el amor que fluyó de nosotros que somos padres, sin que sabíamos de dónde venía este amor tan fuerte para nuestros hijos.  Nuestro amor familiar no es perfecto, pero es lo mejor que tenemos en este mundo.  Somos todos pecadores, pero Dios en su bondad ha dejado este amor imperfecto en nuestra vida, para darnos una idea, una sombra del amor que existe entre el Padre, Hijo y Espíritu Santo.  Si pudiéramos multiplicar mil veces la intensidad máxima del mejor amor que hemos experimentado con nuestros queridos, todavía quedaríamos muy lejos del amor divino.  Aquel amor, inalcanzable para nosotros, es la fuente de la certeza perfecta que tenía Jesucristo, ese amor que es Dios. 

    Por eso, Dios hecho hombre, Jesucristo, aguantó todo, sufrió todo, con calma, con esperanza, para el gozo de revelar al mundo, para revelar a ti, esta buena noticia:  Aunque mereces su rechazo, Dios te ha amado de esta manera; envió a su Unigénito Hijo para quitarte todo tu debilidad, todo tu pecado, todo tu castigo y vergüenza, para aniquilarlos en su propio sufrimiento y muerte en la Cruz.  Lo hizo con la certeza perfecta de que, después de tres días, se revelaría una nueva creación, donde puedes conocer el amor real de Dios mismo. 

    Así fue la certeza de Cristo, la cual le dio la fuerza de hacer todo lo que hizo en la Semana Santa.  Y esta certeza es también tu certeza, garantizada a ti en tu bautismo, donde el Dios que es amor, el Padre, Hijo y Espíritu Santo, te unió con la Cruz y la Resurrección de Jesús, haciéndote un miembro de la familia de Dios, perfectamente seguro en su amor. 

     Que el Espíritu de Cristo nos ayude vivir en esta certeza, hoy, y hasta el día en que veamos a Cristo con nuestros propios ojos, Amén. 



Palm Sunday, Passion Sunday
5 April, A D 2020
Perfect Certainty

   What is he doing? What does Jesus want to achieve with these controversial words and works? Is he sure the matter will end how he wants?

    All the people around Jesus are full of doubts. Accepting the anointing with perfume by the woman in Bethany, orchestrating the Triumphal Entrance on Palm Sunday, angering the Pharisees and Jewish priests, to say nothing of giving them a concrete accusation to denounce it to the Romans; already before Monday of this fundamental week Jesus had totally confounded human logic. And during the week, worse: arguments in the Temple and verbal attacks against the Jews, apocalyptic teachings, radical claims. Finally, the certainty and confidence to redefine the Passover of the Jews, with reference to his own death. He rejected the will to foment a rebellion on the part of his own disciples, and submitted to the arrest, torture and humiliation of the priests and the Romans. He calmly went to Calvary, facing without hesitation the worst that human beings could do, in addition, the punishment of his own heavenly Father. Who can understand his goal, his plan, or from where he gets his certainty?

     This Easter, as never before in our memory, the world population is suffering from an extreme lack of certainty. Who knows for sure when or how we will get out of this health crisis? What is the real danger of Coronavirus COVID19? What measurements are correct, for Spain, the world, or for my own family? Who knows for sure? No one. We thank the Lord for the internet that allows us to keep in touch with friends and families, which makes it easier for us to continue "gathering" as a Church, and for many, to continue working at a distance. But the same worldwide web floods us with information, fantastic stories, opposing theories, page after page. The temptation to become researchers is great, seeking the truth about the crisis to reach a level of certainty. But the certainty escapes us. Oh, how we desire certainty!

     Brothers and sisters in Christ, I thank the Lord that, in the midst of this crisis, we are celebrating Holy Week. I abhor the fact that we cannot meet in person to remember and celebrate the most important week in all of human history, but there could not be a better lectionary to help us regain Christian certainty, meditating again on the holy work of Jesus Christ, his work of perfect certainty.

     Before the foundation of the world, the Holy, Holy, Holy God, Father, Son and Holy Spirit, knew without a doubt the date and the events of this week, that the Creator, the eternal God, in the person of the Son, was going to unite with his creation, taking the essence of the guilty man into his spotless being, just like us in every way, except without sin. And for what? Certainly not to lead a victory according to our expectation, nor to restore David's earthly kingdom. Because King David, and everyone else, everyone, was the problem. Jesus had to reveal the weakness of everyone, even his own disciples and friends, because the truth about the sons of man is that “they have been corrupted, they have committed abominable acts; There is no one who does good. 2 The Lord has looked down from heaven on the children of men to see if there is anyone who understands, someone who seeks God. 3 They have all turned aside, they have all been corrupted; there is no one who does good, there is not even one. (Psalms 14 and 53: 1-3) There was no real hope among men, because all of us are corrupted, from our conception.

    Nevertheless, Jesus had perfect certainty in his plan. Not because it was easy or pleasant, but because, being God Himself, the eternal Son of the Father, Jesus knew the truth that is greater than our sin and ruin, even greater than the hatred and envy of satan: Jesus knew that God is love.

     When we go through tribulations, we want more than ever to be with our loved ones, to experience the love we received as babies, the love that flowed from us who are parents, without knowing from where this strong love for our children came. Our family love is not perfect, but it is the best we have in this world. We are all sinners, but God in his goodness has left this imperfect love in our lives, to give us an idea, a shadow of the love that exists between the Father, Son and Holy Spirit. If we could multiply the maximum intensity of the best love we have experienced with our dear ones a thousand times, we would still be far away from divine love. That love, unattainable for us, is the source of the perfect certainty of Christ, that love that is God.

    For this reason, God made man, Jesus Christ, endured everything, suffered everything, calmly, with hope, for the joy of revealing to the world, to reveal to you that, although you deserve his rejection, God has loved you in this way: He sent his Only Begotten Son to take away all your weakness, all your sin, all your punishment and shame, to annihilate them in their own suffering and death on the Cross. He did it with the perfect certainty that after three days, a new creation would be revealed, where you can know the real love of God himself.

     This was the certainty of Christ, which gave him the strength to do everything he during Holy Week. And this certainty is also your certainty, guaranteed to you at your baptism, where the God who is love, the Father, Son and Holy Spirit, united you with the Cross and Resurrection of Jesus, making you a member of the family of God, perfectly safe in his love.

      May the Spirit of Christ help us live in this certainty, today, and until the day we see Christ with our own eyes, Amen.

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