Sunday, August 19, 2018

La Bendición de estar involucrado en la Misión de Cristo


1 Corintios 1:26 – 2:16 y Juan 15:18-21
La Bendición de estar involucrado en la Misión de Cristo

No todos.  No siempre.

En una clase en el seminario en Fort Wayne, Arthur me dijo una vez que es importante empezar un sermón con buenas noticias, porque es muy posible que dentro de poco todos vayan a estar pensando en otras cosas, y no quieres dejarlos sin esperanza.  Por lo tanto, nuestros mensajes deberían proclamar el Evangelio pronto, por si acaso... 

Por ende, os anuncio buenas noticias: 
No todos.  Y no siempre. 

No todos os van a aborrecer.  No es que cada persona en el mundo os vaya a odiar, no cada vez, y no siempre.  A veces, por la gracia de Dios, algunos, uno, dos, tal vez tres personas van a guardar tu Palabra, la que es la Palabra del Señor.  Y esto cambia todo. 

La Palabra que hemos oído esta tarde claramente tiene que ver con la misión de la Iglesia.  Bueno, toda la Biblia tiene que ver con misiones, porque misiones siempre tiene que ver con toda la Palabra, sea lo que sea.  Pero este pasaje San Juan es particularmente aplicable a nosotros, como miembros de la Iglesia Luterana en España, lo cual implica que participamos en la obra de llevar la Palabra de la Cruz a todas las naciones. 

     Acordaos de la palabra que yo os he dicho … Jesús hablaba con los Once en la noche en que fue entregado, solo Once porque ya había salido el traidor, para poner en moción el plan para crucificar el Señor de gloria.  Sabiendo lo que venía, Jesús describe para los Once la realidad de la misión: 
     Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.  19 Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
     20 Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.  21 Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.

¡Qué buena noticia!  ¡Este es el Evangelio de Señor!

Hay que buscar un poco para hallar una buena noticia en este texto, ¿no?  Y la dificultad particular en predicar este Palabra a vosotros hoy es que ya conocéis esta realidad, la realidad de ser odiado y rechazado, o tal vez peor, ignorado, cuando intentáis compartir la Palabra que Jesús nos ha dicho.

En aquellos momentos, cuando nadie está guardando nuestra Palabra, entendemos muy bien nuestra vocación, es decir, nuestro estatus como cristianos, que no somos muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles.  ¿Es bien claro, no?

No somos muy impresionantes, pero no importa nuestra debilidad, el odio y el rechazo del mundo no nos deberían sorprender.  Porque el diablo odia a Cristo, su Palabra y su Misión, y los opone ferozmente.  Además, cada fibra de cada persona naturalmente rechaza a la Palabra de Cristo. 

Aunque, hablando humanamente, un contacto nuevo podría ser muy majo, un buen vecino, una persona muy agradable, la realidad difícil de misiones es que la Palabra que tenemos que proclamar dice que no tenemos nada para ofrecer a Dios para mejorar nuestra situación.  Más bien, dice que somos naturalmente pecadores desesperados.  Y nadie quiere aceptar esto. 

Cristo y su Cruz confunden nuestra sabiduría, dominan nuestro poder, y humillan a nuestra nobleza.  Y debéis escucharme bien, queridos hermanos, no estoy hablando solamente de los incrédulos. 

Nosotros también, en nuestra carne, no queremos la Palabra de Cristo.  Preferiríamos poder pensar mejor de nosotros mismos, y especialmente preferiríamos tener un mensaje más suave para proclamar al mundo.  Pero esto no es nuestra vocación. 

Por eso, por la debilidad de vuestra carne, deberíais continuar participando en la misión, recibiendo fielmente el Evangelio en Palabra, Pan y Vino, para que podáis cumplir vuestra parte en la obra del Señor, siendo siempre preparados para dar la razón de tu esperanza, no importa que sea difícil. 

No os digo continuar en la misión solamente porque es nuestra vocación recibida en el Bautismo.  Más bien, os exhorto continuar en la obra, para que la Palabra de Cristo siga entrando los oídos y el corazón de vosotros también.  Porque el Señor nos está salvando, a través de nuestras vocaciones. 

Cuando estuve seminarista, el Pastor David Peterson, invitado a presentar en una clase, nos dijo que Dios le había hecho un pastor para que pudiera salvarle.  Que aparte del trabajo de su vocación pastoral, y el contacto estrecho con la Palabra que implica, no sería un cristiano. 

Un poco antes, precisamente en el año del Señor 107, San Ignacio, el obispo de Antioquía, en camino a Roma para ser martirizado por leones en el Circo Máximo, dijo: Ahora empiezo a ser un discípulo. 

Ambos el Pastor Peterson y San Ignacio entienden la vida de la fe cristiana como una lucha continua, en la que estamos radicalmente dependientes en la Palabra de Cristo, día a día, como ramas de una vid, que mueren rápido una vez desconectadas.  Dios salvó a San Ignacio a través de su vocación como obispo y mártir.  Dios está salvando a David Peterson, y a David Warner, a través de la vocación de pastor.  Y Dios está salvando a cada uno de vosotros, a través del rol en la misión que el Señor ha dado a cada uno, en tu vida cotidiana.    

Entonces, ¿que pudiera ser mejor para vuestra alma de que estéis ocupados en la misión, recibiendo la Palabra, sirviendo a los prójimos, y confesando Cristo en la vida cotidiana?  Aunque hay desinterés, mucho rechazo, y a veces hasta odio, todavía, no pudierais ser más bienaventurados.  Porque estáis ocupados en la divulgación de la Palabra cruciforme de Ley y Evangelio, el mensaje sorprendente que Dios escogió lo necio del mundo,  para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.   

Estar ocupado en la obra de recibir y compartir este mensaje es bueno, porque por ello estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención… y esto hace toda la diferencia. 

¿Es verdad que el mundo te va a aborrecer y rechazar?  Sí, frecuentemente, porque hasta que el Espíritu los convierte, para los incrédulos nuestra Palabra es una locura.  Pero no os preocupéis, no sois del mundo, sino sois de Cristo. 

¿Es cierto que el mundo te va a odiar e ignorar?  Sí, muchas veces.  Pero no todos.  Y no siempre.  En el tiempo del Señor, aquellas almas que el Señor tiene preparadas para guardar su Palabra van a escucharte, y van a regocijarse contigo en la Palabra de Cristo crucificado, la esperanza de perdón y salvación.  Que alegría vamos a experimentar, y a la vez, que bendición, porque esta Palabra de Jesús, lo que cuando está plantada en los corazones puede salvar las almas de los incrédulos, también te está salvando. 

La Palabra de Cristo.  Recíbela, compártela, y regocíjate en ella, cada vez, en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. 



No comments:

Post a Comment