Sermón para el 3º Domingo después de la Santa Trinidad, primero en español, luego en inglés.
Sermon for the 3rd Sunday after Holy Trinity, first in Spanish, then in English
Tercer Domingo después de Trinidad
28 de junio, A+D 2020
Jesús no está hablando de ovejas literales. Con la primera parábola de hoy, de la oveja perdida, nuestro Señor no quiere que pensemos en un animalito precioso que necesita ser rescatado, sin ninguna responsabilidad personal por su situación. En parte Jesús está hablando de los pecadores y publicanos que le estaban acercando constantemente, aquellos que Jesús estaba recibiendo y con quienes aún comía. Publicanos eran traidores a la nación de Israel, cobrando impuestos para el Imperio Romano, que regía cruelmente sobre los judíos. Los pecadores podrían haber sido de varios tipos, que seguramente incluían a prostitutas. Personas perdidas, con necesidad de ser rescatado. Lastimosas, sí. Pero no tan inocentes.
En parte Jesús está hablando también de los fariseos y escribas, es decir la élite religiosa que le acusaba a Jesús por asociar con pecadores. La secuencia de parábolas sobre cosas perdidas, una oveja, una moneda, y en la próxima parte que no oímos esta mañana, el hijo pródigo, finaliza con la petición del padre amoroso a su hijo mayor, quien rechazaba la mera idea de perdonar y acoger al hijo menor, porque fue un pecador tan infame. La opinión triste del hermano mayor fue que su hermano fuera indigno de ser perdonado, una opinión que conllevaba la condenación del hermano mayor también, por su pecado de odiar. Jesús dice que habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. Qué maravilla que hay celebraciones entre los ángeles cuando se salva un malhechor, un pecador, sin ningún mérito en la persona. Alabanzas sea a Dios. También es verdad que no existen 99 justos sin necesidad de arrepentimiento. No hay ni siquiera una persona justa, por su propio mérito. Si habrá celebraciones sobre seres humanos entre los ángeles, tendrán que ser por los arrepentidos. No hay otra opción.
Pero volvamos a la celebración luego. Primero, una pregunta: ¿Qué concepto de la oveja perdida deberíamos tener, según Jesús? Podemos sentir piedad, claro, pero también es importante entender que la oveja perdida no es simplemente lastimosa y necesitada, totalmente una víctima de circunstancias. Jesús no suele suavizar sus acusaciones contra pecadores porque la persona delante de Él es una oveja perdida. El Señor no es cruel, pero es muy honesto, como vemos en el caso de la mujer samaritana en el pozo. A esta oveja perdida Jesús dice: Bien has dicho: «No tengo marido», 18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad. (San Juan 4:17-18) O podríamos pensar en las palabras de Jesús al joven rico, o a Simón Pedro, o Judas Iscariote. Las ovejas perdidas que Jesús busca oían la verdad de Jesús. Eran lastimosas, pero también culpables. Ciertamente sus palabras más fuertes Jesús normalmente reservaba para personas abiertamente arrogantes, pero Jesús anunció la verdad a todos.
Hablando de arrogancia, de hecho una oveja perdida y lastimosa al mismo tiempo puede ser excesivamente orgullosa y rebelde. Especialmente hoy. En nuestra cultura egoísta y economía digital y avanzada, prevalece una actitud de autonomía. Muchas personas rechazan la forma de vida indicada por Dios en su Palabra precisamente porque impone límites, porque nos dicen que no debemos hacer cualquier cosa que queremos hacer.
Y no estoy hablando primeramente de la gente fuera de la Iglesia. Que nosotros, cristianos, nos apliquemos la Palabra primeramente a nosotros mismos. Así, si somos honestos, hay que admitir que tenemos grandes problemas con arrogancia también, con el ídolo de autonomía, o dicho más sencillamente, el egoísmo. Como fariseos modernos, somos capaces, tú, y yo, de mantener la apariencia externa de ser cristianos, mientras rechazamos la llamada y las indicaciones de nuestro Buen Pastor. ¿Poner el bien de mi vecino encima de mi propio? ¿Someter mis preferencias al bien de la comunidad? ¿Perder mi tiempo libre para acudir a las actividades de la Iglesia y trabajar en la misión? ¿Dar de mis bienes primeramente a Dios, para promover su misión, y confiar que con el resto podré vivir? ¿Controlar mi lengua cuando un hermano me pone enfadado, porque sé que Cristo se sacrificó para él igualmente que para mí?
Demasiado a menudo, no amamos ni cumplimos los mandamientos, no amamos el prójimo ni buscamos su bien. Tal vez mantenemos una fachada de fe y amor, y al mismo tiempo, el mundo nos ve como personas capaces e independientes. Nos gusta tener un pie en ambos reinos. Pero la vida cristiana no es de falsedad y autonomía, más bien es depender de Dios, y amar al prójimo. Así, en nuestro orgullo, llegamos a ser ovejas perdidas, lejos de Dios, opuestos a la mera idea de que necesitemos un Buen Pastor.
Al final, una oveja perdida es una oveja perdida. Puede ser más o menos orgullosa y confidente, como la persona admirada y popular del siglo 21, o los fariseos y escribas del primer siglo. O puede ser una persona a la margen de la buena cultura, como los publicanos y pecadores que se acercaban a Jesús. La verdad es que ser perdido es ser perdido.
Esto es como debemos ver las ovejas perdidas, especialmente cuando estamos perdidos nosotros mismos. Vea tu responsabilidad y arrepentirte. Confiesa que eres una oveja perdida, sin saber cómo llegar a la casa de tu Padre. Clama para un rescate, clama por un Salvador, levanta tu alma al Señor… y escucha la sorpresa de todas las sorpresas.
Tan importante como es entender la verdad
de nuestra condición, de ver nuestra condición correctamente, con ojos
abiertos, la buena noticia es esto:
Dios no te ve así.
Tú y yo necesitamos vernos de esta manera, y entender la verdad que somos por naturaleza perdidos. Aún más necesitamos saber otra verdad, la que es la perspectiva de Dios sobre las ovejas perdidas.
Dios ama a las ovejas perdidas. Las busca. Las persigue. El Señor no quiere nada más que dar un banquete para celebrar el rescate, aún de una sola oveja, arrepentida y vuelta al rebaño. De verdad, el Buen Pastor está siempre al lado de cada uno de nosotros, listo para ayudarnos. Él no tiene mejor sitio para estar, no tiene otra cosa para hacer. Ya ha ganado nuestra plena perdón, y solo quiere entregártelo. El Buen Pastor ya ha sufrido por todos tus errores, y compartido todo tu sufrimiento, el justo para los injustos. Todo ha sido pagado, con su Sangre. Todo tu culpa fue olvidado, en el momento que Cristo mismo fue la oveja perdida, el pecador rebelde, recibiendo voluntariamente nuestro castigo, bajo la ira de su Padre, en nuestro lugar, en la Cruz.
No hay otro Dios como el Señor, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad. … Se deleita en misericordia. Entonces, confiamos que Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
Escuchad. No importa si fueras bautizado con 8 días, o si hoy es la primera vez que hayas oído este Evangelio puro. Ahora mismo el Espíritu de Cristo está llamando a todas las ovejas perdidas. Sea cual sea la naturaleza de la situación o el pecado particular que te aleja de Dios, Cristo mismo te está llamando a ti. Él te está llamando, esperándote, deseando abrazarte y ponerte en sus hombros, para volverte a su rebaño, a sus pastos verdes, a su propia familia, para celebrar, contigo y con todos los demás pecadores perdonados, tu retorno a casa.
Bienvenida,
oveja. Bienvenido, fariseo. Bienvenidos todos. El Señor se regocija que estáis aquí,
confesando vuestros pecados y pidiendo su absolución. Regocijémonos, todos, en la gran bondad de
nuestro Buen Pastor. Amén.
Third
Sunday after Trinidad
June 28, A + D 2020
Jesus is not talking about literal sheep. With today's first parable of the lost sheep, our Lord does not want us to think of a precious little animal that needs to be rescued, without any personal responsibility for its situation. In part Jesus is speaking of the sinners and publicans who were constantly approaching him, those whom Jesus was receiving and with whom he was still eating. Publicans were traitors to the nation of Israel, collecting taxes for the Roman Empire, which ruled cruelly over the Jews. Sinners could have been various types, surely including prostitutes. Lost people, in need of rescue. Pitiful, yes. But not so innocent.
In part Jesus is also talking about the Pharisees and scribes, that is, the religious elite who accused Jesus of associating with sinners. The sequence of parables about lost things, a sheep, a coin, and in the next part that we did not hear this morning, the prodigal son, ends with the request of the loving father to his eldest son, who rejected the mere idea of forgiving and welcoming the youngest son, because he was an infamous sinner. The sad opinion of the older brother was that his brother was unworthy of being forgiven, an opinion that also carried the condemnation of the older brother, for his sin of hate. Jesus says there will be more joy in heaven for a sinner who repents than for the ninety-nine righteous who do not need repentance. How wonderful that there are celebrations between angels when an evildoer, a sinner, is saved without any merit in the person. Praise be to God. It is also true that the 99 righteous people without the need for repentance do not exist. There is not even one just person, on his own merit. If there will be celebrations about human beings among the angels, they will have to be for the repentant, there is no other option.
But let's get back to the celebration later. First, a question: What concept of the lost sheep should we have, according to Jesus? We can feel pity, of course, but it is also important to understand that the lost sheep is not just pitiful and needy, totally a victim of circumstances. Jesus does not usually soften his charges against sinners because the person before Him is a lost sheep. The Lord is not cruel, but He is very honest, as we see in the case of the Samaritan woman at the well. To this lost sheep Jesus says: You have well said: «I have no husband», 18 because you have had five husbands, and the one you now have is not your husband; in that you have told the truth . (St. John 4:17-18) Or we could think of the words of Jesus to the rich young man, or to Simon Peter, or Judas Iscariot. The lost sheep that Jesus seeks heard the truth of Jesus. They were pitiful, but also guilty. Certainly his strongest words Jesus normally reserved for openly prideful people, but Jesus declared the truth to everyone.
Speaking of pride, in fact a lost and pitiable sheep can at the same time be excessively proud and rebellious. Especially today. In our selfish culture and advanced economy, an attitude of autonomy prevails. Many people reject the way of life indicated by God in His Word precisely because it imposes limits, which tell us that we should not do whatever we want to do. And I'm not talking first of all about people outside of the Church. That we Christians apply the Word to ourselves first. Thus, if we are honest, we must admit that we also have great problems arrogance, with the idol of autonomy, or more simply put, selfishness. As modern Pharisees, you and I are capable of maintaining the outward appearance of being Christians, while rejecting the call and promptings of our Good Shepherd. Put my neighbor's good above my own? Submit my preferences to the good of the community? Lose my free time to attend Church meetings and work in mission? Give of my goods first to God, to promote His mission, and trust that with the rest I will be able to live? Control my tongue when a brother makes me angry, because I know that Christ sacrificed for him just as I did?
Too often, we do not love or keep the commandments, we do not love our neighbor, and we do not seek their good. Perhaps we maintain a facade of faith and love, and at the same time, the world sees us as capable and independent people. However, in our pride, we become lost sheep, far from God, opposed to the very idea that we need a Good Shepherd.
In the end, a lost sheep is a lost sheep. She can be more or less proud and confident, like the admired and popular person of the 21st century, or the Pharisees and scribes of the first century. Or she can be a person on the fringes of good culture, like the publicans and sinners who came to Jesus. The truth is that to be lost is to be lost.
This is how we should see lost sheep, especially when we are lost ourselves. See your responsibility and repent. Confess that you are a lost sheep, not knowing how to get to your Father's house. Cry out for a ransom, cry out for a Savior, lift up your soul to the LORD ... and hear the surprise of all surprises.
As
important as it is to truly understand our condition, to see our condition
correctly, with open eyes, the good news is this:
God doesn't see you like that.
You and I need to see ourselves in this way, and understand the truth that we are by nature lost. Even more, we need to know another truth, which is God's perspective on the lost sheep.
God loves lost sheep. He looks for them. He pursues them. The Lord wants nothing more than to give a banquet to celebrate the rescue, even of just one sheep, repentant and returned to the flock. In truth, the Good Shepherd is always next to each one of us, ready to help us. He has no better place to be, He has nothing else to do. He has already earned our full forgiveness, and He just wants to give it to you. The Good Shepherd has already suffered for all your mistakes, and shared all your suffering, the just one for the unjust. Everything is paid, in His Blood. Everything was forgotten, at the moment that Christ himself was the lost sheep, the rebellious sinner, voluntarily receiving our punishment, under the wrath of his Father, in our place, on the Cross.
There is no other God like the Lord , who forgives evil, and forgets the sin of the remnant of his inheritance. … He delights in mercy. So we trust that He will have mercy on us again; He will bury our iniquities, and cast all our sins into the depths of the sea.
Faithful and worthy word to be received by all: that Jesus Christ came into the world to save sinners, of whom I am the first.
Listen up. It does not matter if you were baptized at 8 days old, or if today is the first time that you have heard this pure Gospel. Right now the Spirit of Christ is calling all the lost sheep. Whatever the nature of the situation or the particular sin that distances you from God, Christ Himself is calling you. He is calling you, waiting, wanting to embrace you and put you on his shoulders, to return you to his flock, to his green pastures, to his own family, to celebrate, with you and with all the other forgiven sinners, your return home.
Welcome, lost sheep. Welcome, Pharisee. Welcome everyone. The Lord rejoices
that you are here, confessing your sins and asking for his
absolution. Let us all rejoice in the great goodness of our Good
Shepherd. Amen.
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