Nacimiento del Juan el Bautista
24 de junio
¿Por qué estamos celebrando?
¿Por qué estamos celebrando el Nacimiento
de Juan el Bautista hoy? Pues, ¿por qué
no? ¿No queremos aprovechar de la
oportunidad de cantar villancicos en el verano, dándonos un recuerdo aural de
las fechas invernales, los días fríos, llenos de luz y esperanza, especialmente
en este día en que un infierno de calor nos está abrumando? ¡Buena noticia, solo seis meses hasta la
Nochebuena!
Pronto después de recibir en su matriz la
concepción inmaculada del Hijo de Dios, la Virgen María fue al campo, para
visitar a su prima Elizabet, que estaba en su sexto mes de embarazo con Juan el
Bautista. Por eso, entendemos que Juan
nació más o menos seis meses antes de su primo y Señor, Jesucristo. Por ende, hoy, seis meses antes de celebrar
la Nochebuena, celebramos el Nacimiento de Juan el Bautista, el Precursor del
Cristo, quién preparó sus caminos, y anunció la llegada del Reino de Dios en la
persona de Jesús, Dios hecho hombre.
De
verdad, hay muchas razones fantásticas para celebrar este acontecimiento. Por ejemplo, el nacimiento de Juan, junto con
lo de Jesús, nos recuerdan el gozo de ser pro-vida.
Sin duda, hay una ley que nos enseña ser
pro-vida: el quinto mandamiento: no matarás, lo cual Lutero explica así: Debemos temer y amar a Dios de modo que no
hagamos daño o mal material alguno a nuestro prójimo en su cuerpo, sino que le
ayudemos y hagamos prosperar en todas las necesidades de su vida.
Seguro
que el aborto, junto con el eutanasia, son mucho más que un simple daño a
nuestro prójimo. Y es un daño a los
prójimos más vulnerables, de cierto. El
Señor Dios es la fuente de toda vida, y como sus criaturas, no tenemos derecho
de determinar quien vive y quien muere. No
importa si la vida tiene solo unos días en la matriz del madre, o si es de un
anciano, o una persona discapacitada, deberíamos proteger y celebrar la vida,
desde la concepción hasta la muerte.
Muy bien, sabemos la ley, y
sabemos nuestra culpabilidad, como una sociedad y como individuos, en relación
con este tema. Pero, con la concepción y
nacimiento de Juan y Jesús, aprendemos la razón mejor para ser pro-vida: el gozo, el gozo de entender, aunque solo en
parte, el gran valor que cada vida humana tiene en los ojos de Dios. Que alegría saber, desde la visita de María a
Elisabet, que Dios puede y quiere dar fe en Cristo, aun a un bebé en útero. Porque Juan, dentro de su mamá, saltó por
gozo por oír la voz de la madre de su Señor, dándose cuenta del hecho que
estaba por primera vez en la presencia cercana de Dios. Que gozo oír en el Gradual de hoy la promesa
de Dios a Jeremías, que nos indica quien es el Autor de vida, y también nos
habla de la importancia de cada vida a Dios, aun antes de su concepción: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te
santifiqué.
Dios ama a la vida humana. El Señor ama a tu vida, aún más que tú. Él tiene tanto amor para tu vida, que el
Mesías, el Salvador, ha pasado por cada etapa de la vida humana, desde la
concepción hasta la muerte, para redimir cada etapa. El amor del Creador para las vidas humanas es
tan profundo que provee perdón y salvación en la sangre de Cristo, poderosa para
limpiarnos del pecado, incluso el pecado de matar sin justicia. En Cristo, no tenemos que vivir con la culpa
y el miedo de la justicia de Dios por haber participado en matar o adelantar la
muerte. Este pecado también Cristo ha
pagado y superado. Arrepiéntete, tus pecados
contra la vida humana son perdonados.
Celebramos el Nacimiento de Juan por el
gran poder de Dios, realizado a través de criaturas indefensas. Después de nombrar a su hijo con el nombre “Juan,”
como el ángel le había indicado, su padre Zacarías cantó:
Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y
redimido a su pueblo,
69 Y nos levantó un
poderoso Salvador en la casa de David su siervo,
70 Como habló por boca
de sus santos profetas que fueron desde el principio;
71 Salvación de nuestros
enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;
72 Para hacer
misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto;
Todo esto, la llegada de un Salvador
poderoso, el cumplimiento de todas las profecías mesiánicas, la victoria sobre
los enemigos, la misericordia y el cumplimiento del pacto de Dios con Israel,
todo esto, ya realizado en el bebé todavía creciendo en la matriz de
María.
Luego Zacarías canta del futuro y la
misión su propio hijo:
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque
irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos;
77 Para dar conocimiento
de salvación a su pueblo, Para perdón de sus pecados,
78 Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,
79 Para dar luz a los
que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros
pies por camino de paz.
Impresionante futuro previsto para Juan.
Nuestra nieta Heather es muy bonita y muy
capaz. Si todavía no lo sabéis, yo pudiera
compartir algunos fotos y videos con vosotros después de la bendición
final. Creo que el futuro de mi nieta Heather
será brillante.
Pero no tengo expectativas por ella tan
altas como las que tenía Zacarías por Juan.
Sobre estos dos bebés, Juan y Jesús, que en el momento de su cántico solo
tenían entre los dos un año de vida terrenal, quedaba el cumplimiento y la
revelación de toda la Ley y los Profetas y de todas las promesas de Dios a su
pueblo, y a toda la raza humana. Por causa
de Juan y Jesús, los primos más importantes de toda la historia, mi nieta, y
todos nosotros, de verdad tenemos un futuro brillante, por el perdón de los
pecados y el camino de paz que Cristo nos ha construido. El poder de Dios lo ha conseguido, a través
de estos niños, nacidos para compartir amor y misericordia.
Celebramos el Nacimiento de Juan por la humildad. Aunque Juan fue elegido por Dios para
realizar un ministerio único y sumamente importante, todavía Juan sabía quién
era: un pecador con gran necesidad de un Salvador. Cuando
Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas
he aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los
pies. El profeta del altísimo no
tenía orgullo en si mismo, todo su orgullo fue en su primo Jesús.
Y milagro de humildad, Jesús mismo demostró
la humildad por excelencia de toda la historia.
El rey de los cielos, el unigénito Hijo de Dios, se humillo a sí mismo,
para cumplir su misión salvadora. No fue
que simplemente bajo del cielo y vivió una vida pobre y dura. Es que él, que no conoció pecado, fue hecho
pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
Hoy celebramos por la consolación: Porque
hemos recibido doble por todos nuestros pecados. ¿Cómo hemos recibido doble? ¿Tal vez por las dos naturalezas en Cristo,
que en Jesús, Dios y hombre son unidos eternamente, y por lo tanto, nuestra
seguridad es eterna? ¿O es porque Cristo
se hizo nuestro sustituto, activo y
pasivo, activamente cumpliendo los requisitos de su propia ley en nuestro
lugar, y luego pasivamente sufriendo todo nuestro castigo merecido, para
liberarnos completamente de la acusación de Satanás? ¿O quizás es doble por el paz de hoy y la
esperanza brillante para mañana que tenemos en Jesús? ¿Cuál es la razón correcta? Yo digo “sí” a todas estas
posibilidades.
Celebramos porque la predicación de Juan
continúa, la predicación del arrepentimiento para el perdón de pecados,
vinculado al Bautismo, la predicación de la Ley y el Evangelio, culminando hoy
en la Santa Cena, donde acercamos confesando nuestro pecado, y confiando que en
el Cuerpo y Sangre de Jesús tenemos plena redención.
Juan el Bautista predicó con los ojos al
futuro, esperando la culminación de la misión de su primo. Juan predicó, sufrió y murió antes de la
Pasión de Jesús, que es la plena revelación de todo el misterio de la
salvación. Por haber muerto antes, a
veces la vista de Juan no estaba completamente clara. Pero los predicadores, y los oyentes de hoy,
ya sabemos la plenitud del Evangelio.
Nuestra predicación hacemos con los ojos al pasado, lo que vemos con mucha
más claridad que Juan, una claridad recibida por ver todo a través de la Cruz y
la Resurrección de Jesucristo. Y predicamos
con los ojos al futuro de gloria y paz eternal, que Él ha ganado para nosotros.
Entonces, sí, celebremos hoy, y cada día,
los niños y primos, Juan el Bautista, y su Señor y Dios, Cristo Jesús, la
Palabra de Salvación, en quién tenemos vida, gozo, paz, poder, humildad y la
vida eterna, Amén.
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