Sunday, July 19, 2020

Diez Palabras, y Ocho Palabras - Ten Words, and Eight Words

Sermón para el Sexto Domingo después de Trinidad, primero en español, luego en inglés.

Sermon for the Sixth Sunday after Trinity, first in Spanish, then in English

El Sexto Domingo después de la Trinidad                                                                                           Diez Palabras y Ocho Palabras         Éxodo 20, Romanos 6, San Mateo 5

     Las Diez Palabras.  En la Biblia Hebrea, el sumario de la ley divina, lo que normalmente se llama los Diez Mandamientos, sería traducido literalmente como las Diez Palabras, “palabras” en el sentido de instrucciones o ideas.  Obviamente, porque hay mucho más que 10 palabras:  No tendrás dioses ajenos delante de mí…  No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; …  Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Honra a tu padre y a tu madre… No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. Aun esta versión, que yo animo a todos a memorizar, es bastante condensada.  Pero igual con el texto completo, o con cualquier versión fiel de las Diez Palabras, tenemos una idea profunda de cómo debemos relacionarnos, con el Señor, y los unos con los otros.  Son la regla divina para la vida piadosa.   

     Para nosotros, esta regla siempre nos ha presentado muchos desafíos.  Siempre ha sido muy difícil de cumplir.  Y una vez que Jesús bajó del cielo para proclamar su interpretación autorizada, cumplir los 10 mandamientos ha sido completamente imposible.  Hoy tenemos solamente un ejemplo, pero una y otra vez Jesús elevó el estándar de los mandamientos:  fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: “Necio”, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: “Fatuo,” o tal vez mejor, “Tonto,” quedará expuesto al infierno de fuego.  

     Ya he fracasado.  Soy, según Jesús, un asesino, miles de veces, Me aplasta el quinto mandamiento, para decir nada de los estándares elevados de Jesús acerca del adulterio del corazón, controlar la lengua, honrar a mis padres y no codiciar.  Y espera.  Aún peor que los elevados estándares es la palabra previa de Jesús:  No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.  Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 

Y luego:  os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. 

      Las Diez Palabras, los Mandamientos, son buenos y puros; expresan la voluntad de Dios.  Y cuanto más estrechamente podamos cumplirlas, mejor será para nuestra comunidad, país y mundo.  Ojalá el rencor, odio y conflicto revelados y elevados por la presión del Covid19 fueran reducidos a través de millones de personas seriamente intentando cumplir la Ley de Dios.  Sería mejor.  Mucho mejor. 

     Entonces, debe empezar conmigo, ¿no?  Nosotros cristianos, vámanos por ello.  Vivamos piadosamente, en serio, y mejoremos nuestra vida, y el mundo.  Muy bien.  Pero… 

     Pero, al final, no hay esperanza en nuestro cumplimiento de la Ley de Dios. 

     Es bueno cuando el pueblo de Dios toma en serio su responsabilidad de seguir la ley divina.  Pero el reino de los cielos, la vida permanente en la presencia de Dios, queda fuera de nuestro alcance, por nuestros esfuerzos.  Las Diez Palabras son buenas, pero no son suficientes para nosotros, porque no las cumplimos 100%. 

     Necesitamos otras Palabras.  Tal vez menos palabras, tal vez solamente ocho. Sí, ocho palabras sería mejor.  Es el número de la Resurrección, contando todos los días de la Semana Santa, desde el Domingo de Ramos hasta el próximo, ocho días. 

     El número ocho, girado al horizontal, es el símbolo científico del infinito, y bíblicamente es también sin fin, es el numero de la Paz eterna, más allá de nuestra lucha con pecado.  Y, en relación con la vida cristiana, también ocho es el número de palabras de una frase que nos ayuda mucho, en faz de los desafíos de las Diez Palabras. 

¿Cuáles podrían ser estas 8 palabras?

     Todo lo puedo, en Cristo que me fortalece.  (Filipenses 4:13)  Todo lo puedo, en Cristo que me fortalece.  Repetidlas conmigo:  Todo lo puedo, en Cristo que me fortalece. Viviendo como un cristiano es difícil, más difícil hoy, y me temo, probablemente vaya a ser todavía más difícil en el futuro.  Pero no desanimemos.  La clave de vivir como un Cristiano no es nuestro esfuerzo, sino nuestro Cristo. Todo lo puedo, en Cristo que me fortalece

     ¿Cómo podemos hacerlo todo en Cristo?  Por el hecho que él está trabajando en nosotros, así como se nos explica en Filipenses 2, donde Pablo habla acerca de la vida piadosa:  Así que, amados míos, tal como siempre habéis obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor;  13 porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito. (Fil. 2:12-13) 

    Solo podemos empezar de cumplir la ley divina en CristoPorque en cuanto Cristo murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. 

     ¿Y cómo sabemos que somos en Cristo?   Debido a otra frase corta, y muy bendita, una vez recitada sobre ti, aunque tal vez no tengas memoria del día:  Yo te bautizo en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.  

     Pues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús. 27 Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido(Gálatas 3:26-27)  ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Por tanto, hemos sido sepultados con Él por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. (Romanos 6:3-4)

     Sí, a través del lavamiento con el Agua y la Palabra, somos todos en Cristo.  Por tanto, todos podemos decir: Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gálatas 2:20)

     O, para decirlo de otra manera, Todo lo puedo, en Cristo, que me fortalece. 

     Estas ocho palabras son sumamente valiosas, porque no sólo nos dice como vivir la vida piadosa, también, con las dos palabras, “en Cristo,” nos acuerdan también de nuestra salvación, que fue ganada para nosotros y entregada a nosotros por el mismo Jesucristo.  Es decir, esta frase nos ayuda seguir persiguiendo buenas obras y una vida piadosa, pero sin negar y rechazar la verdad más importante: que Cristo vino para salvar a pecadores, haciendo 100% de la obra, sin contribución de nuestra parte.  No hay otra forma de salvación.

     Entonces, decimos también con San Pablo: 

21 No hago nula la gracia de Dios, porque si la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano.  (Gálatas 2:21)   Porque somos pecadores todavía, y la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. (Romanos 6:23)  Por ende, todo lo puedo, pero solamente en Cristo, que me fortalece.   

     Intentamos cumplir los mandamientos, porque hemos sido amados por Cristo y su amor engendra en nosotros un amor para Dios, y para su camino, que es el camino de amar y servir a otros.  Intentemos cumplir los mandamientos, mientras diariamente acordémonos de que no somos salvos por la ley, sino solamente por la gracia de Dios, revelada en Cristo, crucificado y resucitado, Él que también viene diariamente a nosotros para perdonarnos y animarnos, una y otra vez. 

     Él ha cumplido toda jota y tilde de la Ley, en nuestro lugar, para que, en Él, podemos descansar, regocijarnos, y vivir, en libertad y amor divino, hoy, mañana, y por los siglos de los siglos, Amén.   

 

The Sixth Sunday after the Trinity                                                                                                       Ten Words and Eight Words      Exodus 20, Romans 6, St. Matthew 5

     The Ten Words. In the Hebrew Bible, the summary of divine law, which is normally called the Ten Commandments, would be literally translated as the Ten Words, "words" in the sense of instructions or ideas. Obviously, because there are way more than 10 words:  You will not have other gods before me ... You will not take the name of Jehovah your God in vain; … Remember the Sabbath day to keep it holy. Honor your father and mother ... You will not kill. You will not commit adultery. You will not steal. You shall not bear false witness against. You shall not covet your neighbor's house, you shall not covet your neighbor's wife, nor his servant, nor his maid, nor his ox, nor his ass, nor anything of your neighbor.    Even this version, which I encourage everyone to memorize, is quite condensed. But whether with the full text, or with any faithful version of the Ten Words, we have a deep idea of how we should relate, with the Lord, and with each other. They are the divine rule for godly life. 

     For us, this rule has always presented many challenges. It has always been very difficult to fulfill. And once Jesus came down from heaven to proclaim his authoritative interpretation, fulfilling them has been completely impossible. Today we have only a part, but over and over again Jesus raised the standard of the commandments: it  was said to the ancients: Thou shalt not kill; and anyone who kills will be guilty of judgment. But I tell you that anyone who is angry with his brother will be guilty of judgment; and anyone who says, Fool, to his brother, will be guilty before the council; and anyone who says to him: Idiot, will be exposed to the hell of fire .   

      I have already failed. I am, according to Jesus, a murderer, thousands of times. The fifth commandment crushes me, to say nothing of Jesus' high standards about adultery of the heart, controlling the tongue, honoring my parents and not coveting. And wait. Even worse than the high standards is the previous word of Jesus:  Do not think that I have come to abolish the law or the prophets; I have not come to abrogate, but to fulfill. For truly I tell you that until heaven and earth pass, not a jot or a tittle will pass from the law, until all is accomplished.  And then:  I tell you that if your righteousness is not greater than that of the scribes and Pharisees, you will not enter the kingdom of heaven. 

      The Ten Words, the Commandments, are good and pure; they express the will of God. And the more closely we can comply with them, the better for our community, country and world. I wish the rancor, hatred and conflict revealed and elevated by the pressure of the Covid19 were reduced by millions of people seriously trying to fulfill the Law of God. This would be better. Much better.

     So, it should start with me, right? We Christians, let’s go for it, let’s live piously, for real, and improve our lives and the world. Very well. But ...

     But, there is no hope in our fulfillment of God's Law. It is good when God's people take seriously their responsibility to follow the divine law. But the kingdom of heaven, permanent life with God, is beyond our reach, according to our efforts. The Ten Words are good, but they are not enough for us. 

     We need other Words. Maybe fewer words, maybe just eight. Yes, eight words would be better. It is the number of the Resurrection, counting all the days of Holy Week, from Palm Sunday to the next, eight days. The number eight lying on it´s side is the scientific symbol for infinity, and biblically it is also endless, it is the number of eternal Peace, beyond our struggle with sin. And, in relation to the Christian life, also eight is the number of words in a phrase that helps us a lot, in the face of the challenges of the Ten Words. 

What could these 8 words be?

     I can do everything, in Christ who strengthens me . (Philippians 4:13)  I can do everything, in Christ who strengthens me . Repeat them with me:  I can do everything, in Christ who strengthens me . Living as a Christian is difficult, more difficult today, and I'm afraid, it will probably be even more difficult in the future. But let's not be discouraged.  The key to living as a Christian is not our effort, but our Christ. I can do everything, in Christ who strengthens me 

     How can we do everything in Christ ? Because he is working in us, as Paul explains in Philippians 2, concerning the godly life:  So, my beloved, just as you have always obeyed, not only in my presence, but now much more in my absence, occupy yourself in your salvation with fear and trembling; 13 for it is God who works in you both wanting and doing, for his good pleasure . (Phil. 2: 12-13)

     We can only begin to fulfill the divine law in Christ .  Because in that Christ died, he died to sin once for all; but in that he lives, for God he lives. Likewise consider yourselves dead to sin, but alive to God in Christ Jesus our Lord.      

     And how do we know that we are in Christ ? Because of another short phrase, and very blessed, once recited over you, although you may not have memory of the day: I baptize you in the Name of the Father, of the Son, and of the Holy Spirit.   

     For you are all children of God through faith in Christ Jesus. 27 For all of you who were baptized into Christ have clothed yourselves with Christ. (Galatians 3: 26-27)  Or do you not know that all of us who have been baptized into Christ Jesus have been baptized into his death? Therefore we have been buried with Him through baptism to the death, so that as Christ rose from the dead by the glory of the Father, so also we walk in newness of life. (Romans 6: 3-4)

     Yes, through the washing with the Water and the Word, we are all in Christ.  Therefore, we can all say: With Christ I have been crucified, and it is no longer I who live, but Christ lives in me; and the life that I now live in the flesh, I live by faith in the Son of God, who loved me and gave himself for me. (Galatians 2:20)  Or, to put it another way , I can do everything, in Christ, who strengthens me.               

     These eight words are extremely valuable, because it not only tells us how to live the godly life, but also with the two Words, “in Christ,” they also remind us of our salvation, which was won by us and delivered to us by Jesus Christ himself. That is, this phrase helps us to continue to pursue good works and a godly life, but without denying and rejecting the most important truth, that Christ came to save sinners, there is no other way of salvation.  

So, we also say with Saint Paul: 21 I do not nullify the grace of God, because if justice comes through the law, then Christ died in vain.   (Galatians 2:21) Because we are still sinners, and the wages of sin is death, but the gift of God is eternal life in Christ Jesus our Lord . (Romans 6:23) Therefore, I can do everything, but only in Christ, who strengthens me.        


    We try to keep the commandments, because we have been loved by Christ and his love for us begets a love in us for God, and for his way. Let us try to keep the commandments, while daily remembering that we are not saved by the law, but only by the grace of God, revealed in Christ, crucified and risen, He who also comes daily to us to forgive and encourage us, again and again. He has fulfilled every jot and tittle of the Law, in our place, so that, in Him, we can rest, rejoice, and live, in freedom and divine love, today, tomorrow, and forever and ever, Amen.   

Monday, July 13, 2020

Los Pescadores Lavaban Sus Redes - The Fishermen Washed Their Nets

Primeramente en Español, y luego en inglés

Quinto Domingo después de Trinidad, 2020

Los Pescadores Lavaban Sus Redes           

San Lucas 5:1-11

Los pescadores lavaban sus redes. 

   ¿Qué opinas?  ¿Hay palabras accidentales en la Biblia, en, por ejemplo, San Lucas, o es que los coautores, Lucas y el Espíritu Santo, eligieron cada palabra con intención?

   Por ejemplo hoy:  ¿Piensas que San Lucas quiere decirnos algo importante cuando menciona que Simón Pedro y sus compañeros lavaban sus redes?  ¿O es solamente para construir el escenario del relato, para ayudarnos mejor verlo en el ojo de la mente?  Yo no sé qué decir sobre todas las palabras en la Biblia, si cada una lleva una importancia específica.  Es aún más complicado llegar a una opinión firme cuando recordamos que estamos leyendo una traducción, no el escrito original, lo cual, en este caso, era en griego.  Entonces, el lector tiene que estudiar y considerar el contexto inmediato, y el contexto extendido, y orar al Espíritu Santo que nos revele si una palabra o frase particular tiene un significado importante. 

   Con nuestra lectura del Evangelio de hoy, no hay que buscar mucho para percatar que las redes son estrechamente vinculadas con el mensaje principal del relato.  Si no fuera así, entonces tal vez “los pescadores lavaban sus redes” no tendría mucha importancia.  Pero la historia que viene después de esta frase tiene todo que ver con pescar con redes.  El mismo Jesucristo usa un juego de palabras para llamar a Pedro, a convertirse de ser un pescador literal, a ser, junto con Jacobo y Juan, pescadores de hombres, es decir, misioneros predicadores de la Iglesia de Cristo. 

   Primero, Jesús transforma la barca de Pedro en un púlpito, para mejor predicar y enseñar a la gente, que estaba agolpando a Jesús, tan fuerte era su interés en su mensaje.  Luego, el Señor mostró su poder y así también su identidad a través de una pesca milagrosa, las redes tan llenas de peces que se rompían.  Esto después de que los profesionales no habían pescado nada, durante una noche entera de esfuerzo. 

   Todo esto hizo Jesús, no para ayudar esta empresa de la pesca, sino para llamar Pedro desde una vida y vocación a otra, a través de la absolución y la invitación divina.  Jesús no disputa que el pescador postrado a sus pies era un pecador que se encontraba en la presencia del Señor Dios.  Pero, sorprendentemente, la respuesta de Jesús fue: No temas, Simón Pedro, desde ahora serás pescador de hombres. 

   Entonces, es razonable considerar que las redes, que fueron la herramienta principal de los pescadores en el Mar de Galileo hace 2,000 años, y que siguen en uso hoy en día, podrían tener un significado simbólico en el ministerio y misión de la Iglesia de Cristo.  Por ende, yo pienso que sí, podría ser algo para aprender del hecho que San Lucas mencionó que los pescadores estaban lavando sus redes.  ¿Pero que sería el significado de esto para la Iglesia, para nosotros, hoy, aquí, en España?

   Bueno, considerémoslo un momento.  La red fue la herramienta imprescindible para lograr el objetivo de capturar peces.  Había otras herramientas y contribuidores al proceso: la barca, los pescadores, la sabiduría de siglos que los enseñaba donde y cuando debían echar las redes, y muchas más cosas.  Pero finalmente, fue la red, echada en el mar, que capturó a los peces y los trajo a la barca.  Y por eso, buenos pescadores lavaban sus redes regularmente. 

   ¿Por qué?  Para mantenerlas listas para cumplir su tarea.  Si no las cuidaban, tarde o temprano, las redes iban a deteriorarse y romperse.  Los pescadores lavaban sus redes para parar esta deterioración, y para buscar puntos frágiles y arreglarlos.  Todo para asegurar que la próxima vez que se las echaran, funcionarían.  

   Muy bien.  Considerando la analogía que usa Jesús, aquí y en otros lugares de los evangelios, la analogía entre pescar peces y evangelizar y convertir pecadores: ¿qué enseñanza podría querer San Lucas que captemos por haber mencionado el lavado de las redes?  

   Pues, empecemos con la comparación en el momento clave:  ¿Cuál es la herramienta imprescindible en la misión de Cristo?  ¿Qué es la red de pesca de los misioneros de Cristo?  Bueno, como dice Jesús: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.  (San Marcos 16:15)

   San Pablo repite la misma idea:  Así que, por mi parte, ansioso estoy de anunciar el evangelio también a vosotros ...  16 Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; (Romanos 1:15-16) 

   Como prometió el Señor a través de su profeta Isaías:  Así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié. (Isaías 55:11) 

   La red de la misión de Cristo es la Palabra, la predicación de arrepentimiento de los pecados y el pleno perdón logrado para todos por Jesucristo.  Echar la red significa predicar la Ley y el Evangelio, proclamar el peligro y el rescate, la justicia dolorosa de nuestra culpa y la justicia de gracia, el don de Dios, entregado a nosotros por la misma predicación.  La red es la Palabra proclamada, incluyendo la Palabra sacramentalizada, el Evangelio unido con agua, y también con pan y vino. 

   Esta red es la misma, no importa si es predicada por San Pedro mismo, o por cualquier cristiano en su vida diaria, cada uno según su vocación y puesto de vida.  Hay predicación pública, una tarea destinada a los herederos de los apóstoles en el oficio público, y hay predicación privada, la responsabilidad y privilegio de cada cristiano, de dar la razón de nuestra esperanza y alabar a Él que nos ha rescatado desde las tinieblas y nos ha hecho coherederos con Él de su reino celestial. 

   Las redes son la Doctrina de Cristo, el contenido de su Palabra, la cual predicamos, una Palabra centrada en su vida, muerte y resurrección, las obras de salvación, hechas por Dios mismo, en la persona del Hijo, Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. 

   Recibimos las redes en nuestra propia conversión y catequesis, son la propiedad más preciosa que uno puede tener, la historia de salvación.  La cual es también la herramienta que el Espíritu Santo usa para llamar y convertir a otros. 

   Todos los cristianos reciben estas redes de pesca, y todos tienen acceso y derecho de profundizarse en ellas, durante toda la vida.  Puesto que los pastores tienen la responsabilidad de predicar públicamente y enseñar a otros, reciban más formación.  Es razonable, que conozcan la Palabra más profundamente, para poder echar bien la red públicamente.  Pero las redes pertenecen a la Iglesia, a todos nosotros, y cada uno va a tener oportunidades de echarlas, con nuestros niños, familias, amigos, compañeros de trabajo y vecinos.  El mar está llena de hombres y mujeres que necesitan ser pescado, encerrado en la rede de Cristo. 

   Finalmente, llegamos al significado de lavar las redes.  Aunque Pedro ya sabía cómo pescar con sus redes, fue necesario limpiarlas e inspeccionarlas, para que no se estropeen la próxima vez. 

   Con la red de la Palabra, no es que la Palabra en sí vaya a tener fallos y errores, sino que nuestro entendimiento y claridad de predicación son siempre bajo riesgo, por culpa nuestra. 

   Nuestro pecado, nuestra falta de entendimiento, nuestra tendencia de querer añadir cosas a la Doctrina de Cristo, o quitar unas partes que no nos gusta, estos son siempre el problema.  En la Iglesia lavar las redes significa volver humildemente a la fuente, a la Palabra pura, para aprenderla de nuevo, y tener nuestros errores lavados de nuestra mente y corazón.  La Red de Dios, su Santa Palabra, va a permanecer siempre, pero cada predicador y cada cristiano necesita volver a ser disciplinado por ella, continuamente, para que nuestra forma de pescar sea fiel. 

   Por esta razón, en adición de recibir el perdón de los pecados, estamos aquí también para lavar las redes.  La Palabra es siempre el corazón de cada reunión cristiana, para entregar el perdón y salvación a nosotros, y también para que crezcamos en nuestra comprensión y capacidad de compartirla. 

   Lavar las redes es también la clave de pescar con alegría.  Porque pescar hombres es un trabajo duro.  A veces el Señor nos trae alguna persona lista para saltar en la barca, pero normalmente los peces huyan de la red. 

     Igual como nosotros, los incrédulos no quieren oír la verdad sobre su situación.  Piensan que se encuentra la vida en el mar del mundo, donde el pecado reina. 

   No entienden que la vida verdadera es la nueva vida que recibimos una vez que seamos capturados por la red de Dios.  Entonces, echar la red suele ser difícil. 

   Es fácil que un pescador pierda su confianza, por la pequeña captura de peces que solemos ver.  Pero, por pasar tiempo lavando las redes, nuestra confianza y esperanza serán puestas 100% en Cristo y no en nuestro propio éxito.  Y así podemos regocijarnos. 

   Cuando nuestra fe sea firme por haber oído el evangelio una y otra vez, entonces vamos a tener la energía y confianza de continuar echando la red, aun con alegría.  Cuando estudiamos de nuevo la enseñanza de Cristo, su Espíritu nos da ánimo para vivir, amar y anunciar las buenas nuevas a otros. 

   Y como era con Simón Pedro, puedes confiar que mientras estás estudiando la Palabra y lavando tus redes, y mientras estás echando la red en tu día a día, el mismo Cristo va a estar contigo, acompañándote y ayudándote.  Así podemos confiar que la pesca será perfecta. 

   En el Nombre de Jesús, Amén.  

 

Fifth Sunday after Trinidad, 2020

The Fishermen Washed Their Nets                           

Luke 5: 1-11

The fishermen washed their nets. 

   What do you think? Are there accidental words in the Bible, in, for example, Saint Luke, or is it that the co-authors, Luke and the Holy Spirit, chose each word with intention?

   For example today: Do you think that Saint Luke wants to tell us something important when he mentions that Simon Peter and his companions washed their nets? Or is it just to build the setting for the story, to help us better see it in the mind's eye? I don't know what to say about all the words in the Bible, if each one has a specific importance. It is even more complicated to arrive at a firm opinion when we remember that we are reading a translation, not the original writing, which, in this case, was in Greek. So the reader has to study and consider the immediate context, and the extended context, and pray to the Holy Spirit to reveal to us whether a particular word or phrase has an important meaning.

   With our reading of today's Gospel, it is not necessary to search much to realize that the networks are closely linked with the main message of the story. If not, then perhaps "the fishermen washed their nets" would not matter. But the story that comes after this sentence has everything to do with fishing with nets. Jesus Christ Himself uses a play on words to call Peter, to become from being a literal fisherman, to be, along with James and John, fishers of men, that is, missionary preachers of the Church of Christ. 

   First, Jesus transforms Peter's boat into a pulpit, to better preach and teach the people, who were crowding Jesus, so strong was their interest in his message. Then, the Lord showed his power and thus also his identity through a miraculous fishing, the nets so full of fish that they broke.   This after the professionals had not caught anything, during an entire night of effort . 

   All this Jesus did, not to help this fishing enterprise, but to call Peter from one life and vocation to another, through absolution and divine invitation. Jesus does not dispute that the fisherman prostrated at his feet was a sinner who was in the presence of the Lord God. But, surprisingly, Jesus' response was: Fear not, Simon Peter, from now on you will be a fisher of men. 

   Then it is reasonable to consider that networks which were the main tool of fishermen on the Sea of Galilee 2,000 years ago, and still n in use today, could have a symbolic meaning in the ministry and mission of the Church Christ. So I think yes, it could be something to learn from the fact that Saint Luke mentioned that the fishermen were washing their nets. But what would be the meaning of this for the Church, for us, today, here in Spain?

   Well, let's consider it for a moment. The net was the essential tool to achieve the goal of catching fish. There were other tools and contributors to the process: the boat, the fishermen, the centuries-old wisdom that taught them where and when to cast their nets, and much more. But finally, was the net, cast into the sea, which captured the or s l fish or s brought into the boat. And so good fishermen washed their nets regularly. 

   Why? To keep them ready to accomplish their task. If not cared for , sooner or later, the networks would deteriorate and break it . Fishermen washed their nets to stop this deterioration, and to find and fix fragile spots . T odo to ensure that the next time is the thrown out, would work.  

   Very good. Considering the analogy that Jesus uses, here and elsewhere in the gospels, the analogy between catching fish and evangelizing and converting sinners : what teaching could St. Luke want us to get for mentioning the washing of the nets?  

   Well, let's start with the comparison at the key moment: What is the essential tool in the mission of Christ? What is the missionaries of Christ fishing net?  Well, as Jesus says: Go into the whole world and preach the gospel to every creature. (Saint Mark 16:15) 

   Paul repeats the same idea:  So, for my part, I am eager to preach the gospel also to you .. .  16 For I am not ashamed of the gospel, for it is the power of God for the salvation of everyone who believes; (Romans 1: 15-16)   

   As the Lord promised through his prophet Isaiah:  So will my word come out of my mouth, it will not return to me empty without having done what I want, and achieved the purpose for which I sent it. (Isaiah 55:11)    

   The network of Christ's mission is the Word, the preaching of repentance for sins and the full forgiveness achieved for all by Jesus Christ. Casting the net means preaching the Law and the Gospel, proclaiming danger and rescue, the painful justice of our guilt and the justice of grace, the gift of God, delivered to us by the same preaching. The network is the proclaimed Word, including the sacramentalized Word , the Gospel united with water, and also with bread and wine. 

   This network is the same, it does not matter if it is preached by Saint Peter himself, or by any Christian in his daily life, each one according to his vocation and position of life. There is public preaching, a task destined for the heirs of the apostles in the public office, and there is private preaching, the responsibility and privilege of every Christian, to give the reason for our hope and praise Him who has rescued us from darkness and He has made us joint heirs with him in his heavenly kingdom. 

   The networks are the Doctrine of Christ, the content of his Word, which we preach, a Word centered on his life, death and resurrection, the works of salvation, done by God himself, in the person of the Son, Jesus Christ, our Lord and Savior. 

   We receive the nets in our own conversion and catechesis, they are the most precious property that one can have, the history of salvation . Which is also the tool that the Holy Spirit uses to call and convert others. 

   All Christians rec e n these networks fishing , and all have access and right to deepen in them throughout life. Since pastors have a responsibility to preach publicly and teach others, they receive more training. It is reasonable, that they know the Word more deeply, in order to publicly network well. But networks belong to the Church, all of us, and each will have opportunities to throw them, with our children, families, friends, coworkers and see cyno . The sea is full of men and women who need to be caught , locked in the network of Christ . 

   Finally, we come to the meaning of washing the nets. Although Pedro already knew how to fish with his nets, it was necessary to clean and inspect them, so that they do not spoil next time. 

   With the network of the Word, it is not that the Word itself will have failures and errors, but that our understanding and clarity of preaching are always at risk, through our fault. 

   Our sin, our lack of understanding, our tendency to want to add things to the doctrine of Christ, or remove some parts that we do not like, it s is always the problem.  In the Church, availing the nets means humbly going back to the source, to the pure Word, to learn it again, and to have our mistakes washed from our minds and hearts. The Net of God, his Holy Word, will always remain, but each preacher and every Christian needs to be disciplined by it, continuously, so that our way of fishing is faithful. 

   For this reason , in addition to receiving forgiveness of sins, we are also here to wash the nets. The Word is always the heart of every Christian meeting, to deliver forgiveness and salvation to us, and also so that we grow in our understanding and ability to share it. 

   Washing the nets is also the key to fishing with joy. Because fishing for men is hard work. Sometimes the Lord brings us a person ready to jump into the boat, but usually the fish run away from the net. 

     Like us, unbelievers don't want to hear the truth about their situation. They think that is life in the sea of l world where sin reigns. 

   They don't understand that true life is the new life that we receive once we are captured by God's network. So, casting the net is usually difficult.   

   It is easy for a fisherman to lose his confidence due to the small catch of fish that we usually see. But, by spending time washing the nets, our trust and hope will be put 100% in Christ and not in our own success. And so we can rejoice. 

   When our faith is firm from hearing the gospel over and over, then we will have the energy and confidence to continue casting the net, even with joy.  When we study Christ's teaching again, his Spirit gives us encouragement to live, love, and announce the good news to others. 

   And as it was with Simon Peter, you can trust that while you are studying the Word and washing your nets, and while you are casting the net in your day to day, the same Christ will be with you , accompanying you and helping you. So we can trust that the fishing will be perfect. 

   In the name of Jesus, Amen.  

 

 


Tuesday, July 7, 2020

Misericordia Siempre

Sermón para el Cuarto Domingo después de la Santa Trinidad, primero en español, luego en inglés.

Sermon for the Fourth Sunday after Holy Trinity, first in Spanish, then in English

Cuarto Domingo después de Trinidad                  5 de julio, A+D 2020

Misericordia Siempre

   Muy poca misericordia.  Un efecto lamentable de estos últimos meses pandémicos ha sido la revelación de la terrible carencia de misericordia que existe en nuestra sociedad.  Claro, en el nivel personal hemos visto muchas acciones altruistas y bondadosas, pero en el ámbito público, en las instituciones, entre los líderes de los gobiernos y en los medios de comunicación, hemos visto muy poca misericordia.  En lugar de misericordia, hemos visto un disparate de ataques y acusaciones y discusiones.  Una crisis de salud pública fue convertida en una porra para golpear los enemigos, en la búsqueda de ventaja política o cultural. 

   No tiene que ser así.  Hay casos históricos cuando una crisis nos dirigió a transigir y extender la mano más allá en la dirección de alguien no tanto un amigo, para juntar fuerzas y superar los desafíos.  Hoy en día, no tanto.  La verdad es que bajo presión y ante problemas realmente difíciles, nuestras tendencias humanas menos positivas se han destacado.  Para llegar a unidad entre rivales durante una crisis, alguien tiene que tomar el primer paso, por extender paciencia, amabilidad, y misericordia al otro bando.  Pero ser misericordioso nos parece una debilidad, no un punto fuerte, y por ende nadie quiere ser el primero.    

   Vemos en esto un ejemplo o una prueba del consejo dado en Salmo 118:  Es mejor refugiarse en el Señor, que confiar en el hombre.  Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en príncipes.  Las personas siempre nos van a decepcionar, especialmente las personas con mucha responsabilidad, aún más cuando están bajo mucha presión.  Es muy fácil indicar los fallos de otros durante una pandemia, y nos parece una perdida no aprovechar de la oportunidad.  En nuestra sociedad, ser misericordioso no suele ser considerado ventajoso, y por ende nadie quiere ofrecerlo, generalmente. 

   Sin embargo, Jesús nos manda a nosotros que seamos misericordiosos.  En nuestra lectura de San Lucas hoy, y en muchos otros lugares en la Palabra, el Señor nos exhorta a la bondad, la generosidad, y la paciencia, es decir, a la misericordia.  Nos suena muy bien en el abstracto, pero es muy difícil en el concreto, en el día a día.  ¿Cómo podríamos llegar a ser realmente misericordiosos? 

   No es por ser un optimista desmesurado, que imaginas que no tienes enemigos o perseguidores.  Si fuera así, San Pablo no hubiera dicho:  Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.   No paguéis a nadie mal por mal; …  No os venguéis vosotros mismos. 

   La verdad es que el mismo Jesús nos promete que como cristianos tendremos enemigos.   Porque el mundo aborrece a Cristo, y por ende también aborrece a sus discípulos.  Sí, tendrás enemigos que te maltratan.  Sin embargo, Jesús nos dice:  Sed misericordiosos, incluso a los enemigos.  Pero todos nosotros sabemos cuán difícil es no reaccionar negativamente a los insultos y crueldades de otros. 

   ¿Cómo podemos ser misericordiosos?  Al tener ojos claros, la visión espiritual 20/20, sin ninguna viga en tu ojo.  Para ser misericordiosos necesitamos ojos como los de José.  José, uno de los doce hijos de Jacob, podía ver que lo que sus hermanos pensaron para mal, Dios encaminó para bien, para salvar y no dañar.  Y debemos recordar la profundidad del mal que los hermanos le hicieron.  Le echaron en un pozo, y luego le vendieron como esclavo, por sus celos y antipatía a José. Encima de la esclavitud, sufrió encarcelamiento injusto, pero el Señor le rescató y exaltó.  Ahora, después de la muerte de su padre, los hermanos entendieron muy bien que, según la manera del mundo, la misericordia de José para ellos probablemente se agotaría.  Entonces, formularon una mentira para engañar a José y evitar su castigo justo. 

   Pero no.  José, con sus ojos de visión espiritual 20/20, podía ver la mano misericordiosa del Señor en los hechos malos de sus hermanos.  Así, no iba a desplazar la piedad de Dios para tomar su propia venganza. 

   Es decir que José entendió bien que su Padre celestial fue, al final y sobre todo, misericordioso.  Lo que es difícil recordar cuando el mismo Señor dio también leyes, reglas y restricciones a su pueblo.  Pero la ley de Dios sirve para mantener un nivel adecuado del orden en el mundo, y para llevarnos a reconocer nuestro pecado y nuestra necesidad de un Salvador.  La ley de Dios nunca fue dada para salvarnos.  Salvación siempre ha sido por la misericordia, no por nuestras obras.  

   Si estudiamos la vida de José, veremos que experimentó, una y otra vez, como Dios podía vencer el mal con el bien.  No fue de ninguna manera cómodo para José ser un esclavo, o un prisionero.  José sufrió mucho, pero a través de todo, la fe de José en las promesas de Dios sobrevivía.  Esta fe era la obra de Dios en José.  Recordamos como Dios habló y afirmó su amor para José a través de sus sueños, y su capacidad de interpretar los sueños de otros.  Por esta Palabra especial, el Espíritu mantenía la fe de José, a pesar de todo, hasta que llegaron, José con su familia, a la meta puesta por Dios, el rescate y reunión de la familia de Israel.  También en este día José cumplió su rol como icono del padre adoptivo de Cristo Jesús, un ejemplo de la misericordia humana que viene del amor del Mesías.

   El segundo José, como el primero, no era en el linaje directo del Cristo.  Para José el patriarca, este honor fue a su hermano mayor, Judá.  Para José de la Sagrada Familia, este honor fue a su esposa, María.  Como el primero, el segundo José sufrió vergüenza pública, injustamente, y tuvo que sufrir para cuidar a su familia.  Aceptó y cuidó a María y a su Hijo, a pesar de las apariencias y los desafíos, porque el segundo José confía en las promesas de Dios, y amó al Hijo, quien era el cumplimiento final de la misericordia.  Ambos Josés trajeron sus familias a Egipto para protegerlas, y luego planificaron para su retorno a la Tierra Santa, para cumplir la misión del Padre.   

   Al final, podemos ver como el Padre misericordioso, a pesar de las grandes dificultades de sus situaciones, reveló su misericordia a los dos Josés, dándolos visión espiritual 20/20, para que cumplieran sus papeles de apoyo en la salvación del mundo.  Toda la misericordia de José el patriarca para sus hermanos y toda la misericordia de José para María y su Hijo fueron frutos de fe, fe en la promesa que, al fin y al cabo, la misericordia vence el mal. 

   José era el segundo en todo el reino de Egipto, un hombre poderoso en el mundo, que no tuvo que ser misericordioso con nadie.   Pero, como su bisabuelo Abraham, José pudo ver el día de Jesucristo, y se regocijó.  Y así, viendo la Promesa, pudo ofrecer misericordia a sus hermanos. 

   Igual para el otro José, quien oyó en un sueño que el Niño que se ha engendrado en María es del Espíritu Santo.  Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.  Finalmente, solo podemos ser misericordiosos como nuestro Padre misericordioso cuando tenemos el viga de nuestro pecado quitado de nuestro ojo. Lo cual se hace con la viga cruciforme donde la misericordia infinita fue cumplida. En amor, en bondad, en misericordia, Jesús, el Hijo adoptado y cuidado por José, tragó hasta la última gota la copa del castigo divino contra la humanidad, contra tu y yo, convirtiéndola en un cáliz de bendición y vida eterna. 

   Entonces, acerquémonos a Cristo, para tener nuestros ojos limpiados y nuestra visión corregida, para tener nuestra ropa, ensuciada por nuestros pecados, emblanquecidas de nuevo.  Acerquémonos, para tomar de la Copa de Bendición, y recibir el Pan del Cielo.  Entonces, viendo el mundo y nuestros prójimos con nuevos ojos, por la lente de la Cruz de misericordia, veremos finalmente que ser misericordioso es la mejor y la única forma de vida real, la vida de nuestro Padre celestial.                                

     Que el Espíritu de Cristo nos mantenga siempre conectados a nuestro Padre misericordioso, y nos ayude compartir este mismo don incalculable con otros, en el Nombre de Jesús, Amén. 


Fourth Sunday after Trinidad

July 5, A + D 2020

Mercy Always

Very little mercy. A regrettable effect of these recent months of pandemic has been the revelation of the terrible lack of mercy that exists in our society. Sure, on a personal level we have seen many altruistic and kind actions, but in the public sphere, in institutions, among government leaders and in the media, we have seen very little mercy. Instead of mercy, we have seen an excess of attacks and accusations and discussions. A public health crisis was turned into a club to pound enemies, in search of political or cultural advantage.

It does not have to be this way. There are historical cases when a crisis led us to make compromises and reach out further in the direction of someone not so much a friend, to join forces and overcome challenges. Today, not so much. The truth is that under pressure and in the face of really difficult problems, our less positive human tendencies have stood out, instead of the best. To reach unity between rivals during a crisis, someone has to take the first step, by extending patience, kindness, and mercy to the other side. But being merciful seems to us a weakness, not a strength, and therefore nobody wants to be the first.

We see in this an example or a proof of the certainty of the advice of Psalm 118: It is better to take refuge in the Lord, than to trust in man. It is better to take refuge in the Lord than to trust princes. People are always going to disappoint us, especially people with a lot of responsibility, even more when they are under a lot of pressure. It is very easy to point out the failures of others during a pandemic, and we find it a waste not to take advantage of the opportunity. In our society, being merciful is not usually considered advantageous, and therefore nobody wants to offer it, generally speaking.

However, Jesus commands us to be merciful. In our reading of Saint Luke today, and in many other places in the Word, the Lord exhorts us to goodness, generosity, and patience, that is, to mercy. It sounds very good in the abstract, but it is very difficult in the concrete. How could we really become merciful?

It is not being an excessive optimist, that you imagine that you have no enemies or persecutors. If it were so, Saint Paul would not have said: Bless those who persecute you; bless, and do not curse. ... Do not pay anyone wrong for wrong; ... Do not avenge yourselves. The truth is that Jesus himself promises us that as Christians we will have enemies, because the world hates Christ, and therefore also hates his disciples. Yes, you will have enemies who mistreat you. However, Jesus tells us: Be merciful. But we all know how difficult it is not to react negatively to the insults and cruelties of others.

How can we be merciful? By having clear eyes, 20/20 spiritual vision, without any beam in your eye. To be merciful we need eyes like Joseph's. Joseph, one of the twelve sons of Jacob, could see that what his brothers tried for evil, God directed for good, to save and not to harm. And we must remember the depth of the evil that the brothers did to him. They threw him in a well, and then sold him as a slave, out of jealousy and dislike for Joseph. On top of slavery, he suffered unjust imprisonment. Now, after their Father's death, the brothers understood very well that, according to the way of the world, Joseph's mercy for them would probably be exhausted. So they formulated a lie to try to trick José and avoid his just punishment.

But no. Joseph, with his 20/20 spiritual vision, could see the Lord's merciful hand in the evil deeds of his brothers. Thus, he was not going to displace God's piety to take his own revenge.

In other words, Joseph understood well that his heavenly Father was, after all, and above all, merciful. Which is difficult to remember when the Lord Himself also gave rules and restrictions to His people. But the law serves to maintain an adequate level of order in the world, and lead us to recognize our need for a Savior. It was never given to save us. Salvation has always been by mercy, not by our works.

If we study the life of Joseph, we will see that he experienced, over and over again, how God could overcome evil with good. It was in no way comfortable for Joseph to be a slave, or a prisoner. Joseph suffered greatly, but in the measure of everything, Joseph's faith in God's promises survived. This faith was the work of God in Joseph. We remember how God spoke and affirmed his love for Joseph through his dreams, and his ability to interpret the dreams of others. Through this special Word, the Spirit kept the faith of Joseph through everything, until they arrived, he and s u family, to the goal set by God, until Joseph fulfilled his role as icon of the adoptive father of Christ Jesus, an example of human mercy that comes from the love of the Messiah.

The second Joseph, like the first, was not in the direct lineage of the Christ. For Joseph the patriarch, this honor went to his older brother, Judah.  For Joseph of the Holy Family, this honor went to his wife, Mary. Like the first, the second Joseph suffered public shame, unfairly, and had to suffer to care for his family. He accepted and cared for Mary and her Son, despite appearances, because the second Joseph trusted in the promises of God, and he loved the Son, who was the final fulfillment of mercy. Both Josephs brought their families to Egypt to protect them, and then planned for their return to the Holy Land, to fulfill the Father's mission.

In the end, we can see how the merciful Father, despite the great difficulties of their situations, revealed his mercy to the two Josephs, giving them 20/20 spiritual vision, so that they could fulfill their supporting roles in the salvation of the world. All the mercy of Joseph the patriarch for his brothers and all the mercy of Joseph for Mary and her Son was the fruit of faith, faith in the promise that, in the end, mercy overcomes evil. Like his great-grandfather Abraham, Joseph, the second in the entire kingdom of Egypt, a powerful man in the world, who did not have to be merciful to anyone, could see the day of Jesus Christ. And so, seeing the Promise, he was able to offer mercy to his brothers.

The same for Joseph, who heard in a dream that the Child who has been born in Mary is of the Holy Spirit. And she will give birth to a son, and you will name him Jesus, because He will save his people from their sins. Finally, we can only be merciful as our merciful Father when we have the beam of our sin removed from our eye by the cruciform beam where infinite mercy was fulfilled. In love, in kindness, in mercy, Jesus, the Son adopted and cared for by Joseph, swallowed to the last drop the cup of divine punishment against humanity, against you and me, turning it into a cup of blessing and eternal life.

So let us come closer to Christ, to have our eyes corrected, to have our clothes soiled by our sins whitened again, to take from the cup of blessing, and receive the Bread from Heaven. Then, seeing the world and our neighbors with new eyes, through the lens of the Cross of mercy, we will finally see that being merciful is the best and the only way of real life, the life of our heavenly Father.

May the Spirit of Christ keep us always connected to our merciful Father, and helps us share this same incalculable gift with others, in the Name of Jesus, Amen.