Sunday, September 3, 2017

Jesús Lo Hace Todo

Jesús Lo Hace Todo
Marcos 7:31 - 37

     Hay un dicho norteamericano, tal vez hay uno parecido en España; va como esto: “Si quieres que un trabajo sea hecho correcto, tienes que hacerlo tú mismo.”  Es una idea popular y común.  Desde luego, no es verdad.  Nadie es competente para hacer cada y cualquier trabajo.  Compartir, y delegar, y buscar a la persona con la aptitud y el tiempo para una tarea, estos constituyen el modo de trabajar con éxito.

     Quizás un padre, hablando en relación del trabajo de sus niños, puede decir este dicho con veracidad, pero solo hasta que sus niños crezcan a ser adolescentes, enseñando a su padre como usar su móvil. 

     Pero, hay uno que siempre puede decir este dicho.  Lo puede decir Dios. Para formar y sostener a su Iglesia, Jesús tiene que hacer todo. Nos puede extrañar, la idea de que el Dios todopoderoso, ubicado en toda la gloria, el Santo, Santo, Santo Señor, tiene que descender tan profundamente para lograr su meta de tener un pueblo santo.  Pero así es.

     Así también con el hombre sordo y tartamudo a quien Jesús sanó en nuestro Evangelio de hoy.  Jesús tenía que hacer todo, incluso hasta el punto de involucrarse en maneras que nos podría parecer desagradable, o aun repugnante. 

     Siempre lo odiaba cuando mi madre, justo antes de que llegáramos a visitar a la casa de unos amigos, escupía en un pañuelo de papel y se giró por atrás en el coche para limpiar mi cara.  Desagradable y ofensiva, en mi opinión. 

     Pero el mismo Señor Jesús no tiene reparos en meter sus dedos en los oídos de este sordo, escupiendo y tocando su lengua. El texto no dice exactamente, pero parece que Jesús escupió en sus dedos, y luego tocó la lengua del hombre.  Efata, dijo Jesús, sé abierto, mientras gimiendo y llamando al cielo.  Efata.  La palabra y las acciones juntas hacen el milagro. Nuestro Señor lo hace todo, todo lo que sea necesario, no importa la vergüenza, para desbloquear los oídos de este hombre y darle una lengua capaz de hablar correctamente. 

     Esto es el punto principal que debemos aprender. En relación con las preocupaciones de Dios, tú y yo no podemos hacer nada por nuestra cuenta. Somos espiritualmente débiles. Nuestros oídos están llenos y tapados con las mentiras de Satanás y del mundo.  Nuestra lengua está ocupada  con los pensamientos de autobombo que hoy amamos proclamar sobre nosotros mismos por las redes sociales. La autoestima es el eslogan favorito de la psicología pop, pero es totalmente inapropiada para los seguidores de Jesús que saben que nadie es bueno, sino sólo Dios.

     No somos buenos.  No hacemos las cosas bien. Bueno, es verdad que podemos ser buenos vecinos terrenales, e incluso podemos ser capaces de hacer algunas cosas de gran valor terrenal, como cocinar una comida, cuidar a un niño, o hacer un trabajo como cambiar un neumático para una persona varada en la carretera. Las noticias nos cuentan de héroes en Barcelona y en Houston, ayudando a aquellos que fueron heridos por los yihadistas y rescatando a personas amenazabas por la inundación causada por Huracán Harvey.  En medio de estas tragedias encontramos un poco de esperanza.

     Demos gracias a Dios por las buenas obras en Barcelona y Houston.  Muy bien.  Pero la fecha de caducidad de estas obras es muy pronto, especialmente en comparación con la eternidad.  Desgraciadamente, no podemos hacer nada de valor celestial y eternal, no por nuestros propios poderes. 

     No podríamos salvarnos a nosotros mismos si todo lo que se necesitaba era solo un pensamiento 100% puro, porque somos pecadores, desde el centro de nuestro ser.  Nuestra condición infecta cada cosa que hacemos.  Cuando se trata del Reino de los Cielos, si Dios quiere que el trabajo sea hecho correcto, Él tiene que hacerlo su mismo. 

     Por eso la multitud estaba tan asombrada del milagro de Efata, de las orejas abiertas y de la lengua desatada. Jesús hizo algo muy bueno, un hecho claramente celestial y divino. Por lo tanto las multitudes exclamaba: Él ha hecho todas las cosas bien. 

     Las palabras griegas para "bien" y “bueno” son “kalon” y “kalos.”  En hebreo es “tov,” la misma palabra que Jesús, junto con su Padre y el Espíritu, vio en la primera luz, y en las primeras tierras y mares separados, en las plantas y las aves y las criaturas marinas y los animales.  Dios creó estas cosas, y vio que eran buenas. “Tov” en hebreo. “Kalos” en griego. Dios hizo bien, y luego sonrió para ver su mejor creación, que era muy buena.  Así era la estimación de Dios cuando el hombre y la mujer fueron añadidos a la obra creativa.

     Jesús, al restaurar un fragmento de la creación en los oídos y la lengua de este hombre sordo y tartamudo, hizo de nuevo el bien. Algo nuevo estaba entrando en este mundo caído, por lo que las multitudes estaban asombradas.  Sabían que ningún hombre normal podía hacer todas las cosas bien.

     Pero Jesús podía hacerlo. Y Jesús puede. Jesús lo ha hecho y Él todavía lo hace. Jesús lo hace todo, y todo lo hace bien. Esta es la importancia de la Encarnación, cuando el Hijo de Dios se convirtió en ser también un ser humano, convirtiéndose en el único hombre perfectamente y eternamente bueno, llegando a vivir la vida llena de buenas obras, para la cual Dios nos creó.  Esa obra buena está ya hecha en Jesús.  Es terminada. Y es buena.

     ¿Qué fue la obra de Cristo?  Fue más que sanar a algunos pobres, más que alimentar a la muchedumbre o enseñar correctamente la Ley de Dios.  Jesús es el único hombre sin pecado. No obstante, vino para dar el pago por el pecado.  Vino para enfrentarse a la ira de Dios contra todo pecado humano, muriendo la muerte eterna que merecemos, todo esto empacado en unas horribles horas de un viernes que Jesús pasó colgado en una Cruz. Ese trabajo está hecho.  Terminado. Y es bueno.

     Pero espera, hay más.  Jesús no dejó de trabajar en la Resurrección, ni siquiera después de su Ascensión, cuando se sentó a la diestra de Dios. Jesús todavía lo está haciendo todo, ahora invisiblemente, a través del poder de su Palabra.

     La intimidad, la desagradable terrenidad de este milagro de Efata es, en parte, por qué la Iglesia siempre lo ha asociado con el Bautismo, que es también muy terrenal.  En tu bautismo, que parece nada más que un poco de agua y algunas palabras, Cristo te unió a su Cruz, a su muerte y a su nueva vida.

     Ahogarse es aún más desagradable a considerar que alguien toque tu lengua, pero esto es exactamente lo que Dios te ha hecho en las aguas del Santo Bautismo.  Ahogó a tu naturaleza pecaminosa, tu Viejo Adán, para que un Hombre Nuevo, una nueva criatura, un hijo redimido de Dios, podría surgir y resucitar para vivir en justicia y pureza ante Dios, para siempre. El bautismo, aún más que la curación de este sordomudo, es un milagro personal, incómodo, y muy bueno.


     Por supuesto, otra conexión entre el Bautismo y el milagro de Efata es el desbloqueo de los oídos y el desatamiento de la lengua. Dios también hace esta obra en el Bautismo, usando su Palabra de Promesa para crear fe, fe que nos hace vivos, porque recibimos la Fe Viviente, Jesucristo.  La fe nuestra, entonces, proclama naturalmente las alabanzas de nuestro Salvador.

     Normalmente la gente no se queda asombrada por un bautismo, pero deberíamos maravillar. Yo digo que los milagros de Jesús hoy son aún más impresionantes que los de los tiempos bíblicos. Hoy en día, en su Iglesia, Jesús combina, en uno, un misterio y un maravilloso privilegio. Aunque nuestro Señor no aparece visiblemente en los Bautismos, ni en la Cena del Señor, Él está verdaderamente presente. ¡Qué privilegio!  Y misterio de misterios, Él escoge trabajar su bien a través de las palabras y acciones de pecadores. Como yo. Como el Pastor Adam y el Pastor Juan Carlos. Y, como Dios te mueve a hablar su nombre y ofrecer su misericordia en tu vida cotidiana, Jesús también habla y hace el bien a través de ti. 

     Hoy, aunque por nuestra cuenta, somos incapaces de hacer algo verdaderamente bueno según el estándar de la eternidad, Dios elige realizar su mayor bien, recreando el mundo caído, a través de nuestras palabras. Es decir, a través de las palabras que el Espíritu de Cristo pone en nuestras bocas, Jesús lo hace todo.

     Tendemos a ponernos nerviosos cuando empezamos a pensar en hacer cosas en la Iglesia, o hacer cosas en la causa del Evangelio. Pero en la siguiente verdad podemos relajarnos un poco: si el trabajo es realmente bueno e importante, no tenemos que lograrlo. Jesús hará lo que haya que hacer. Tendremos cosas que hacer, sí, pero los resultados están en las manos de Jesús.

     Es algo así como nuestro canto en la Iglesia. Tratamos de cantar bien. Debido a quien, y de lo que estamos cantando, debido al mensaje evangélico que nos es dado para cantar, tratamos de cantar bien. Porque el pueblo de Dios está reunido aquí en su Nombre, Jesús está aquí. Por esta razón también, tratamos de cantar bien. 


     Es importante. No tratar de cantar bien estaría mal. Realmente queremos cantar bien, es divertido. Pero el valor de nuestro canto, para enseñar y elevar y consolar, no depende de nuestra calidad musical, sino más bien del Espíritu de Cristo, que trabaja a través de las palabras que cantamos.  Dios lo hace, ya sea que sonamos como una alondra, o más como un viejo cuervo.

     De manera similar, yo, como todo pastor, tengo un llamado a predicar bien, verdaderamente, fielmente, y de una manera que podáis oír. Y quiero hacer esto. Pero la creación de corazones fieles y alegres depende de Dios. 

     Cristo es el que supera las debilidades y fallos de todo hombre llamado a predicar. Él es el Buen Pastor, el Predicador a quién la Iglesia escucha, para recibir todos sus dones.

     Dios hará todas las cosas bien, con respecto también a tu papel en la Iglesia. Tal vez sólo puedes orar, o dar sólo un poco de dinero o tiempo. O tal vez puedes contribuir una cantidad significativa de dinero, y gastar muchas horas en el servicio de la Iglesia.   No es importante la cantidad de tu trabajo y ofrenda.  Lo que es importante es que enfoques en Cristo y lo que Él ha hecho para ti.  Porque, cuando estás lleno del regalo de perdón y vida nueva, entonces todo lo que hagas será perfecto, porque Jesús lo hará. 

     Tus obras aún no serán perfectas en el sentido de que no pecarás ni harás errores. Jesús tendrá que venir a nosotros de nuevo, y otra vez, para desatascar nuestros oídos y abrir nuestros corazones con su Palabra de Ley y Evangelio. El feliz estado de estar sin pecado y sin fallos, sin necesidad de ser corregidos por la Ley, el Día en que no necesitamos más perdón, ese Día no vendrá hasta que la Nueva Creación esté revelada.  Hasta entonces, necesitamos pedir la misericordia y confesar diariamente nuestros pecados y escuchar la palabra de perdón, hasta la muerte, o hasta que vemos a Jesús montado en las nubes, flanqueado por la hueste celestial, introduciendo los Nuevos Cielos y la Nueva Tierra.

     Sin embargo, ahora mismo, por la fe en Jesús, tus obras son perfectas, porque estás atrapado en la Misión de Jesús, y Él hace todas las cosas bien. Él hizo, hace y hará todo bien, todo lo necesario, para llevarte a su Reino Celestial, en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.