Sunday, March 1, 2020

Jesús, ¿Qué estás pensando? Sermón para el Primer Domingo de la Cuaresma - Invocavit


Primer Domingo de Cuaresma, Invocavit          
1 de marzo, A+D 2020,
¿Qué estás pensando, Jesús?  San Mateo 4:1-11

     ¿Qué estás pensando, Jesús?

     Me temo que, desde la perspectiva del mundo actual, Jesús se esté equivocando.  Está perdiendo una oportunidad incomparable para mejorar el mundo, y me temo que el mundo no vaya a perdonarlo. 

     Consideremos un momento, desde una perspectiva razonable y moderna, las tentaciones del Diablo, las que Jesús rechazó, quizás sin darlas la consideración que merecían. 

     Tal vez algunos están pensando que el hecho que es el Diablo que ofrece estas promesas increíbles significa que Jesús debe rechazarlas, sí o sí, puesto que Satanás es el padre de mentiras, y el icono por excelencia del mal. 

     Pero hoy en día todo, ¿no es que todo el mundo sepa que la falsedad y la verdad son nada más que constructos culturales impuestos en la sociedad, mayormente por la Iglesia?  Es igual con el bien y el mal, ¿no?  De verdad, en vez de tentaciones, ¿no sería mejor decir que Satanás dio algunas “sugerencias”, o aun “promesas”? 

     ¿No es que hoy en día uno debe ser inteligente, y considerar los beneficios prácticos de cualquiera idea, sin prejuicio medieval?  Consideremos, entonces, “las promesas” del Diablo, y el supuesto bien que Jesús pudiera lograr, si las aceptara. 

     Primeramente, vemos la oportunidad de tener un suministro de pan inagotable.  Se puede considerar extraña la postura de Jesús, de no querer cambiar las piedras en pan para aliviar su hambre.  Porque, durante los años siguientes, Jesús haría algo muy parecido, multiplicando panes para alimentar una gran multitud, al menos dos veces.  Después de todo, ¿qué podría ser más importante que tener suficiente comida? 

     Puesto que Jesús tiene el poder de convertir piedras en pan, ¿por qué no siempre hacerlo?  ¿Por qué es bueno en una situación, pero no en otra?  No tiene sentido.  El mundo quiere saber: ¿Por qué no mostrar su poder y luego dejar que otros beneficien, igual como él mismo?  Imagina el número de discípulos esto atraería.  ¿No es una señal de una mente cerrada que Jesús no quiere aceptar tal sugerencia buena, solamente porque viene de un enemigo? 

     Podemos ver que esta sugerencia concuerda con el utilitarismo y el materialismo, filosofías que consideran el ser humano como nada más de un animal inteligente, que debe tomar cada decisión considerando nada más que su propio bien.  Bajo esta perspectiva, es razonable tomar cada decisión basada en factores materiales y económicos, y nada más.  ¿Por qué Jesús no quiere usar su poder para alimentar a sí mismo, o tal vez a todo el mundo?  ¿No sería algo bueno?  

     Segundo, Satanás invita a Jesús que muestre su poder para proteger la vida y la salud, en este caso su propia vida y salud, aprovechándose de las promesas de Dios al hombre verdaderamente fiel, como es Jesús.  A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra.    ¿Qué sería el problema con aprovechar de esta promesa divina? 

     Obviamente es un bien que uno puede garantizar la vida y la salud.  Esto sería el camino a la mejor atención médica posible para todos, ¿no?  Si de verdad Jesús tiene este poder, ¿por qué no usarlo, para ayudar a sí mismo, e innumerables otros?

     Esta sugerencia del Diablo está basada en nuestra tendencia a valuar a nuestra vida sobre cualquiera otra cosa.  Se puede llamarla una actitud lógica, o una actitud egoísta, o como algo necesario para realizar la sobrevivencia del más apto.  Pero así es como somos.        

     La tercera oferta del Diablo es para poder gobernar el mundo entero.  Hay tanta miseria infligida por gobiernos malos e ineficaces; ¿cómo puede Jesús no aprovechar de esta oportunidad?  Si sólo pudiéramos tener un sistema global, dirigido por alguien bueno y sabio, como Jesús.  ¡Imagínate las mejoras que veríamos!  Es verdad que tal sistema requeriría que cediéramos una parte importante de nuestra libertad, y el poder de dirigir nuestras propias vidas.  ¿Pero no te parece un canje positivo?  

     Al mundo de hoy, es patente que perseguir estos bienes ofrecidos por Satanás es razonable, aunque requeriría que echáramos toda religión de la conversación, de la cultura, y de las consideraciones públicas.  Tal vez el mundo podría dejar que la gente simple continúe en sus tradiciones religiosas, pero sería peligroso y contraproducente dejar que la religión ejerciera una influencia real y pública. 

     ¿No es un dato conocido que cualquiera persona que quiere ser considerada culta y de alto rango tiene que aceptar la realidad que la ciencia ha desalojado a la religión de su puesto de prestigio inmerecido?  ¿No es imprescindible prohibir que la religión, especialmente los cristianos, tengan voz?  Porque es obvio que las religiones siempre causan problemas, crean fricciones, y retrasan el progreso.  Y, según la ciencia, toda la religión es nada más que superstición, ¿no? 

     Así son las “sugerencias” de Satanás, vistas a la luz de nuestro día.  Todas sus tentaciones tienen un concepto básico en común, una filosofía y cosmovisión que podemos llamar humanitarismo secular, que no solamente es buscar cuidar a otras personas, sino más bien exige que medamos el valor de todo por los deseos y la razón de los hombres, sin referencia a ninguna autoridad fuera de nosotros.  Es como si fuéramos nuestros propios dioses.   

     El humanitarismo radical tiene el hombre, el ser humano, como el centro y juez de todo, sin referencia a Dios.  Esta actitud, promocionada por el Diablo, tiene su atracción, y aun se puede usar algunas ideas y palabras Bíblicas para camuflarla. 

     Por ejemplo, el humanitarismo secular dice que los seres humanos son importantes, y que es bueno querer el bien para todos.  Es un lema del humanitarismo a decir: ¿Por qué no podemos todos convivir en paz?  Todo suena bien, ¿no?
    
     Las crisis siempre son oportunidades para que el humanitarismo secular aumente su poder e influencia.  Podemos ver el patrón en la historia reciente.  Por ejemplo,
en mi infancia, tuvimos la amenaza constante de guerra nuclear;
hoy tememos la posibilidad del cambio climático catastrófico;
y esta semana ha surgido el pánico del coronavirus. 
     En tales crisis, siempre hay voces proclamando que sería inteligente dar más o aun todo el control a un poder central, a un gran líder, para sobrevivir la crisis.  Buena idea, salvo si este líder viene a ser otro Napoleón, Hitler, Mao Zedong, o Stalin.   

     Pero el problema fundamental con las sugerencias del Diablo, sus tentaciones, es que nos distraen de nuestro problema real.  Para entender el problema real, y su única solución, necesitamos considerar las respuestas dadas al Diablo por Jesús.  

   A la tentación de convertir piedras en pan, Jesús dice:  Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.  Somos seres de carne y hueso, y es cierto que necesitamos comer.  Pero el pan de cada día no nos garantiza la vida.  El que creó los cielos y la tierra con su Palabra también nos sostiene, primera y eternamente, con su Palabra.  Sin pan suficiente, podríamos morir, o al menos vivir mal.  Pero sin la Palabra que sale de la boca de Dios, moriremos eternamente.  Pan es importante, pero la Palabra del Señor es aún más importante.  Es bueno dar pan a una persona hambrienta.  Pero la vida real y perdurable sólo viene de la Palabra. 

     A la tentación de forzar que su Padre le rescate de un salto del pináculo del Templo, Jesús responde:  Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.  Nuestra vida y nuestra salud vienen de Dios.  Exigir que Dios pruebe su cuidado a nosotros revela una fe y una perspectiva sobre Dios que son falsas y merecen rechazo.  Está bien querer buena salud, incluso intentar tener un sistema médico bueno.  Pero ningún sistema cambiará la verdad que nuestra vida viene de Dios, y nuestros días están en sus manos.   Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. (Romanos 14:8)
     Finalmente, Jesús rechaza la tentación de gobernar el mundo entero con estas palabras:  Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.  No podemos confiar en hombres ni príncipes, porque todos los hombres son mentirosos, y nadie siempre hace bien.  Nadie, porque somos malos de corazón.  Un buen gobierno es una bendición de Dios, pero no existe el gobierno perfecto entre hombres, precisamente porque nosotros hombres caídos estamos involucrados. 

     Los gobiernos del mundo nos son dados por Dios, para mantener un nivel del orden en el mundo, para que no nos destruyamos.  El mejor gobierno es limitado en su poder de hacer el bien, pero puede facilitar el estado de derecho y la paz que hacen más factible la obra de la Iglesia, la proclamación de Cristo crucificado.  No debemos esperar más de nuestro gobierno.  Cuando empezamos de confiar en el gobierno más que en Dios, invitamos catástrofes terrenales, y peor, rechazamos al único que realmente puede ayudarnos. 

    Las tentaciones de Satanás tenían la meta de desviar Jesús de su proyecto de salvación.  Imposible.  Todo lo que Adán y Eva hicieron mal, y todo el mal de sus descendientes, incluyendo tu y yo, Jesús vino para hacer bien. 
     Y aún más, vino para encargarse de la responsabilidad de arreglar todo, de pagar nuestra deuda y así consumir y aniquilar todo el poder del pecado, la muerte y el Diablo, en el momento oportuno, en una Cruz, fuera de Jerusalén. 

     Su victoria sobre Satanás en el desierto fue solamente el primer paso.  Pero el proyecto fue iniciado, y lo que el Señor decide hacer, ya está efectivamente hecho, aun si no podemos ver el resultado.

    Pero mira.  Hoy podemos ver el resultado, con ojos de fe.  Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. 

     Porque aquí podemos oír el resultado bendito, cada vez que la Palabra de Absolución, la Palabra de perdón, entra nuestros oídos.  Podemos verlo cuando un niño está traído a la fuente de vida, la pila bautismal.  Podemos verlo, tocarlo y saberlo, bajo y con el pan y el vino, por los cuales recibimos el cuerpo y la sangre de aquel que rechazó las tentaciones del Diablo, para empezar su gran obra de rescatarnos.  Todo esto nos enseña que verdaderamente, Jesús sabe lo que está haciendo, ayer, hoy, mañana y hasta la eternidad. 

     Y lo que hace, Él hace para ti, en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.