La Fiesta de la Santísima
Trinidad 7 de junio, A+D 2020 La Serpiente sobre un asta, y otras buenas
noticias
Otra vez con la serpiente levantada sobre un
asta.
En el año 2000, nos mudamos desde Pennsylvania a
Fort Wayne, Indiana, y empecé de estudiar en el Seminario Teológico
Concordia. El primer clase, una larga
prueba de entrada, es el Griego Bíblico, una clase intensiva en el verano. Para aliviar el estrés de la clase, muchos de
nosotros solíamos ir al gimnasio para jugar baloncesto. Una tarde, estaba mirando al logotipo del
seminario, lo cual fue pintado en el círculo central de la cancha. Se compone de un versículo bíblico, en griego
por supuesto, un mundo, una cruz con tres círculos, y al lado, una
serpiente. Comprendí todo, salvo el
significado de la serpiente. Pregunté a
otro seminarista que pasaba, del segundo año.
Me miraba con sorpresa y me dijo:
“Es una referencia a Jesús, sabes, como el mismo dice en Juan 3.” “Oh sí, por supuesto,” asentía con la
cabeza. Pero no lo sabía.
En 2000, yo tenía 34 años, 34 años mayormente
bastante activos en la Iglesia Luterana. Pero no tenía ninguna memoria de este
relato bíblico. Fui para encontrar la
referencia, y, como oímos hace 5 minutos en el Evangelio de hoy, es verdad,
Jesús hace una comparación entre el momento cuando Moisés levantó una serpiente
de bronce sobre un asta y su propia muerte en la Cruz de Calvario.
Qué raro que no tenía ningún entendimiento, ni
memoria, de este historia, especialmente considerando que esta serpiente es
mencionada solo dos versículos antes del versículo más famoso de toda la
Biblia, Juan 3:16: Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. El acto de Dios,
dando a su Hijo, no fue darlo como amigo o maestro o consejero. No, fue darlo para sufrir la Cruz. Esto es amor.
Esto es salvación. Como la
serpiente sobre un asta. ¡Qué
extraño! O tal vez no tan extraño que me
lo había olvidado, o tal vez ignorado esta historia.
El misterio de la Santísima Trinidad, lo cual
celebramos hoy, es más allá de nuestra comprensión. Uno de los puntos centrales de toda la
enseñanza de Moisés era que hay un solo Dios: Escucha, oh Israel,
el Señor es nuestro Dios, el Señor uno es.
(Deuteronomio 6:4) Al mismo tiempo, la
Biblia enseña que Dios es también una pluralidad, Y dijo Dios:
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza,
(Génesis 1:26), es el primer de muchos versículos que nos sugiere esta
pluralidad, la cual Jesús reveló plenamente en Mateo 28: Id, pues, y haced
discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. No
podemos comprender lógicamente como un solo Dios puede ser también tres
personas distintas. Puede ser
inquietante. Pero no es tan asqueroso
como el relato de la serpiente ardiente, hecha de bronce por Moisés, para
rescatar, por solo una vista, a los israelitas rebeldes que habían quejado
contra el Señor y su representante, Moisés.
Así provocaron el castigo de serpientes venenosas que mataban a
muchos.
¿Recuerdas la historia? Hace tres domingos, en el Sexto de la Pascua,
fue la lectura del Antiguo Testamento, de Números 21. Escuchémosla de nuevo: Después (los
israelitas, durante su peregrinación en el desierto) partieron del monte de
Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el
pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué
nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan
ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano, (lo cual
era el maná, el pan de cada mañana, que el Señor les daba diariamente con el
rocío, para sostenerlos).
Y Jehová envió entre el pueblo serpientes
ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el
pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y
contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró
por el pueblo.
Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una
serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y cualquiera que fuere mordido y
mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre
un asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de
bronce, y vivía.
¿Qué te cuesta más, contemplar
que el único Dios es, al mismo tiempo, tres personas, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, o considerar esta historia extraña, del pecado de los israelitas y la
ira de Dios, expiada en una serpiente de bronce, la cual rescató a los mismos
israelitas rebeldes? Además, como ya
mencioné, el mismo Jesús conecta la serpiente de bronce con su obra central, su
levantamiento en una cruz romana para cumplir la justicia y el amor de Dios, y
así salvar al mundo.
Si eres matemático o te gusta
mucho la lógica, tal vez el hecho que Dios es un solo ser, y al mismo tiempo es
tres personas distintas, te molesta más.
O, ¿es que las serpientes te dan miedo y te son repugnantes? Bueno, la buena noticia de hoy es que no se
puede separar el misterio de la Santa Trinidad y la historia de la serpiente
ardiente sobre un asta.
O.k., tal vez debería decir
que esto es la Ley y el Evangelio de hoy.
Es decir, la proclamación completa de Dios, Padre, Hijo y Espíritu
Santo, esto es lo que no se puede separar de la Cruz y la muerte de sustitución
que sufrió Jesucristo.
Aunque es difícil de
contemplar, Jesucristo es nuestra serpiente, no de bronce, sino de carne y
hueso humano, el Santo, Santo, Santo Dios hecho pecado para nosotros, levantado
sobre un asta, para sufrir la ira de Dios y el fuego del infierno, en nuestro
lugar. El mensaje del Espíritu Santo,
hoy y cada día es que en la serpiente levantada, Dios nos ha dado salvación. Como explica San Pablo: Al que no conoció pecado, Dios le hizo
pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él. (2 Corintios 5:21)
Por tu bautismo, el Espíritu
te ha unido a Cristo, a su Cruz, y a su Resurrección. Mira a tu serpiente, que te ha salvado. Para ti, Jesús tragó el veneno, hasta la
última gota en el cáliz, para que ahora, el cáliz del Señor se convierte en la
medicina de inmortalidad, el Nuevo Testamento en la sangre de Cristo que
perdona todos nuestros pecados, en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo, Amén.