Sunday, February 4, 2018

El Sembrador Loco y su Santa Semilla

Sexagésima 2018                          Sola Escritura

     Sola Escritura.  Sola Escritura, una de las Cinco Solas de la Reforma Luterana, quiere decir que la Santa Palabra de Dios es la única fuente de doctrina en la Iglesia.  Además, es sólo por la proclamación de la Palabra de Dios que la salvación viene a los pecadores.  La Palabra es la autoridad, y la herramienta, de la redención. 


     Hoy tenemos ante nosotros la parábola del sembrador, el sembrador loco y derrochador, como cualquier granjero podría llamarlo.  No nos sorprende que la semilla sea la Palabra de Dios.  Porque, desde el principio, Dios dice: “Sea” y ahí está: Luz, cielo, tierra, criaturas.  La Palabra de Dios es creativa, causando que las cosas que dice existen.  La Palabra de Dios crea y sostiene nuestra realidad, y todo el universo.  La semilla es la Palabra de Dios. 

     Lo que nos sorprende es cómo se siembra esa semilla.  El granjero de Jesús la lanza por doquier, sin cuidado, un método de siembra que resulta en el aparente fracaso de su propósito, con demasiada frecuencia.  Parece una lección extraña para los discípulos, aprendiendo día a día en su camino hacia el apostolado.  Es lógico que se preguntaban, ¿a quién deberíamos predicar, y cómo?  ¿Y cómo deberíamos juzgar su éxito?  Preguntas cruciales, para ellos y para nosotros.  Entonces Jesús les dice esta parábola.

     El sembrador salió a sembrar su semilla, y en su siembra, esto es lo que sucedió.  Las palabras sembrador, sembrar y semilla nos indican que esta parábola no se trata de los suelos, ni de la lluvia o el sol, sino de la Semilla y su Sembrador.  La Palabra de Dios, la Escritura sola, y cómo Dios la proclama, esto es el tema principal de la parábola.



     Por supuesto, ningún agricultor planta de la manera que Jesús describe, ni en aquel entonces, ni hoy.  Sería como transmitir semillas por un esparcidor montado en un helicóptero:  Unas caen en los campos, otras en el río, en la carretera y sobre las azoteas de los bloques de pisos.  ¡Qué derroche! 

     Hoy hay toda una ciencia para descubrir y mejorar la calidad de los diversos suelos para que las semillas crezcan, y toda una ciencia para adaptar las semillas a los suelos particulares.  El agricultor compra las semillas correctas para sus diversos suelos, y planta esas semillas preciosas ordenadamente en hileras, justo donde la ciencia le ha dicho que las ponga. Si él arrojara la semilla en cualquier lugar, su negocio agrícola sería arruinado.   Seguramente los granjeros en los días de Jesús, mientras que ellos no tenían la ciencia de hoy, todavía sabían que no podían cultivar de la manera que Jesús sugería.

     La forma en que Jesús quiere sembrar la semilla de su Palabra es sorprendente.  Esparce la misma semilla en todas partes, sin mirar el suelo primero para ver qué puede crecer allí, sin comprobar si está demasiado rocoso o demasiado compactado o si ya ha echado semilla allí.  La Palabra de Dios es para todos, y para todos lo mismo: arrepentirse y creer el Evangelio; Jesús el Hijo de Dios es crucificado por tus pecados y tu pecaminosidad, y ha resucitado para darte perdón completo, y vida eterna. 

     Esta predicación no es el "plan B" de la misión de Dios.  Es el "plan A", y no hay ningún "plan B".  La predicación de Cristo es una parte esencial del plan de salvación de Dios.  “Así está escrito, ", dice Jesús, acerca de todas las Escrituras, "que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día; y que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. 

     La Palabra es el medio por lo cual Dios salva, específicamente la Palabra de Jesús, quien es la Semilla que debía morir y caer en la tierra para poder llevar una abundante cosecha de creyentes.


     La Palabra salvadora de Dios es para todos, y los apóstoles y pastores y todos los creyentes deben sembrarla en todas partes, al igual que Jesús, el Sembrador que salió a sembrar.  En este sentido, hay un himno cantado en Misuri, que va así:
"Predícales la Palabra con toda fuerza,
a los hombres a quienes les gusta o no les gusta,
La Palabra que perdurará y se mantendrá,
Cuando las flores y los hombres serán olvidados.
¿Y si en un momento dado pareciera
que no está dando frutos? 
¿Qué hay de eso, qué hay de eso? "

     Muy bien, tal vez es fácil para Jesús y el autor de este himno decirlo, pero ¿cómo afrontamos tú y yo el aparente fracaso de la Palabra?  
     Protestamos como granjeros ordenados a utilizar un esparcidor de helicóptero. La difusión de la Palabra de Dios tiene un costo, y esperamos que funcione, de una manera consistente y predecible.  No queremos malgastar; nos parece vergonzoso, como si fuéramos tontos.

     Incluso hay un costo para recibir la Palabra de Dios en nosotros mismos. Podríamos estar haciendo otra cosa con nuestro tiempo, en lugar de estar sentados aquí para tenerla implantada dentro de nosotros. Podríamos estar satisfechos por un tiempo con recibir las otras semillas del mundo, que podrían brotar.  Pero ¿brotar en qué fruto?  ¿Quién sabe?  Pero sí sabemos que las semillas del mundo y de nuestros deseos solo pueden crecer por un tiempo.  Todos ellos perecerán al final, y nosotros junto con ellos, si confiamos en ellos.  Solo la Palabra del Señor perdura para siempre.

     Aun cuando estamos recibiendo la Palabra verdadera para nuestra salvación, todavía existe el costo de diseminar esa semilla. Y en esto somos propensos a mirar a los suelos que nos rodean, es decir las personas a quienes pudiéramos proclamar la Palabra, e intentamos averiguar si vale la pena.

     Ese suelo, ese pecador, se ve bastante rocoso.  Antes él solía molestarme y golpearme.   ¿Qué va a hacer ese tío con la palabra del perdón de Dios?  Es probable que él vaya a pensarme un tonto, listo para otra paliza.

     Y conozco bien a este.  Está bastante asfixiado con las malas hierbas de los placeres de este mundo. No va a aceptar la semilla santa.  Tal vez yo preferiría disfrutar algo de las hierbas malas con él, en lugar de plantar la semilla buena allí.

     Aquel otro es un camino bastante usado. Todo lo que podría ser probado, ya ha hecho él; está endurecido.  ¿Qué uso tendrá para la Palabra de Dios?  Mejor salvar mi aliento, probablemente no vaya a funcionar.  Si lo intento y no funciona de inmediato, me avergonzaré.  Voy a aferrarme a la semilla.  No lo arrojaré sobre él.

     Hermanos, no estamos llamados a ser frugales con la Palabra de Dios, y especialmente no debemos ser tacaños.  Desgraciadamente, a menudo lo somos, por nuestros temores, debilidad de fe, y pecado. Señor, perdónanos por nuestra mezquindad con tu Palabra.

     Perdónanos, e, igual que los apóstoles, enséñanos aplicar generosamente la semilla, incluso cuando no creemos que funcione, incluso donde no ha funcionado antes, incluso cuando creemos que podríamos estar desperdiciando nuestro aliento. Es imprescindible recordar que, a través de ese aliento que nos parece tan desperdiciado, el Espíritu de Dios respira vida eterna, donde y cuando le plazca.

     Por supuesto, esperando ver el "dónde y cuándo" del Espíritu puede ser frustrante para nosotros. Sabemos que Dios habló en el principio, y el mundo fue creado.  Por lo tanto, pensamos que nuestra proclamación de la poderosa palabra de Dios debería producir resultados inmediatos y espectaculares. Si la Palabra de Dios es una espada viva y efectiva de dos filos, que penetra hasta partir el alma y el espíritu, entonces esperamos ver resultados ya.  

     Pero Jesús preparó a sus discípulos para la realidad que conocemos tan bien: algunas semillas caen en el camino y las aves se las comen. O más bien, el diablo viene y la arrebata la Palabra de los corazones duros, sin que la palabra penetre, para que no se arrepientan ni crean.


     Otras semillas caen sobre las rocas, donde brotan bajo el sol y el rocío de la mañana, pero mueren cuando no logran echar raíces. Estos escuchan el Evangelio con mucho gusto en un buen momento, pero en un momento de prueba, apártense y se sequen.

     Y luego hay una semilla que cae entre las espinas, la Palabra estrangulada en el corazón de un creyente, estrangulada por todos los cuidados y riquezas y placeres de esta vida, con el fin de que la Semilla buena no brota en la vida eterna, más bien la semilla mala produzca el pecado y la muerte.

     Conocemos estas historias.  Conocemos a esta gente. Vemos un grado de cada uno en nosotros mismos. Esta es la realidad del mundo en el que los Apóstoles fueron enviados a predicar, y es la realidad de nuestro mundo, un mundo que naturalmente ignora o incluso desprecia la Palabra de Dios. Este mundo necesita redención.

     Nosotros, que hemos sido llevados por la gracia a la fe en la Palabra de Cristo, queremos ver la salvación de todos, ahora mismo.  Pero, como Jesús nos recuerda, la Misión no funciona de esta manera. Se predicará la Palabra, y quizás solo una pequeña parte de los oyentes brotará con fe.  Esto no significa que la Palabra no funciona como debería. Esto no significa que la Semilla es sospechosa o que el plan de Dios es débil.  Ciertamente, no significa que debemos manipularlo hasta que funcione mejor.

     No, lo que significa es que la antigua trinidad impía, el diablo, el mundo y nuestra carne, se oponen ferozmente a la Palabra.  También significa que la Misión pertenece a Dios, no a nosotros.  Sea como sea, la respuesta de Dios a todo esto no cambia:  Permaneced en mi Santa Palabra, y compartidla.  Es sencillo:  la Escritura sola es nuestra autoridad, y también nuestra herramienta para comprender y participar en la enseñanza y la misión de Cristo.

     No hay ciertas personas para quienes la gracia y el perdón de Dios están destinados, y otros no. El sembrador siembra en todas partes, y no es tonto por hacerlo. Porque en el día de la cosecha veremos una vasta multitud, de toda tribu y nación, que han creído en la palabra de Jesús y han sido salvos en él. No olvidéis a Saulo, también llamado Pablo, el perseguidor de la iglesia, a quien Jesús trajo a la fe y perdonó e hizo su apóstol especial para las naciones. Recordad a Pedro, quien negó a Cristo tres veces, y siempre quiso las cosas a su manera, pero de quien no obstante Jesús hizo un fiel pastor. Recordad a los pecadores groseros en Corintio, todavía llamados hermanos en Cristo por Pablo.


     Sobre todo, recuerda lo que el Espíritu a través de la Palabra ha hecho en y para ti.   A pesar de lo que eras por naturaleza, un enemigo de Dios, fuiste lavado, fuiste santificado, fuiste justificado en el Nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.  Aunque a menudo somos suelo duro y rocoso, este es el objetivo de Dios para nosotros, y para todos los pecadores, y el Señor cumple su meta por su santa Palabra. 


    El Señor es fiel, lo hará, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.  

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