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Monday, November 26, 2018

La Buena Noticia de la Comida Seca de la Serpiente


Último Domingo del Año Eclesiástico
ANTIGUO TESTAMENTO              Isaías 65:17-25 (RV60)     
EPÍSTOLA                           1 Tesalonicenses 5:1-11 (RV60)
EVANGELIO                          San Mateo 25:1-13 (RVR60)

El lobo y el cordero serán apacentados juntos,
     y el león comerá paja como el buey;
     y el polvo será el alimento de la serpiente.

     Hay una cierta falta de simetría en estas últimas líneas de nuestra lectura de Isaías.  Primero, tenemos dos parejas de enemigos naturales, el lobo y el cordero, y el león y el buey, convertidos en amigos, compartiendo su alimentación.  Pero en la tercera, la serpiente, sola, sin compañero, recibe una comida no muy agradable.  Es interesante que, casi al final de esta lectura que es, desde su inicio, totalmente alegre y llena de promesa, viene esta nota disonante.  ¿Por qué?

     Podría ser una respuesta simple, la realidad de que vivimos en un mundo caído.  Aún después de nuestra conversión a ser creyentes bautizados, es imprescindible que, siendo todavía pecadores, sigamos oyendo las advertencias y amenazas de la Ley de Dios.  Por eso, la Palabra de Dios es dividido entre ley, y evangelio.  Por un lado, los requisitos y prohibiciones de Dios para nosotros, y por el otro, las promesas, las cosas que el Señor hace, para salvarnos.  Necesitamos oír la ley, no porque ahora podamos cumplirla y conseguir o mantener nuestro estatus como cristianos.  No, no, no.  Más bien seguimos escuchando la ley de Dios para que nos demos cuenta de nuestra continua necesidad de la gracia de Dios en Cristo. 

    Por lo tanto, oímos, juntos con los Tesalonicenses, la ley desde nuestra Epístola:  Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, … animaos unos a otros, y edificaos unos a otros.  También desde el Evangelio de San Mateo, con la parábola de los vírgenes esperando la llegada del Novio, quien es Cristo, conocemos que es necesario velar por su venida sin parar; velar, y mantener nuestras lámparas llenas con la fe viviente.  

   Pero esta última idea de Isaías 65, de la serpiente que solo va a comer polvo, es más notable por la gran alegría del resto del pasaje.   

     Escuchad de nuevo:  Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento… Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; … me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. …  No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído.”

     ¡Qué excelente, qué bonito!  Los únicos recordatorios de imperfecciones vienen dentro de promesas de que nunca más sufrirán los fieles de Dios de estos problemas. 

     Luego oímos: “El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey.”  Muy bien, la violencia de la naturaleza convertida en paz.  Pero, finalmente, “y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.”

    ¿Por qué, en la penúltima frase, el Señor añadió esta maldición a la serpiente, cuando todo lo demás es de paz y la ausencia de mal?  Empieza por decir que nada del viejo mundo será parte del nuevo, ni aun la memoria. Pero, seguramente esto de la serpiente parece algo de la creación anterior. ¿Por qué está mencionada?  ¿Es solamente que el Señor quería dar una patada al antiguo enemigo malvado?  ¿O podría indicar algo más, algo que concuerda mejor con el tema de alegría en todo el resto de la profecía?

     Pues, tal vez ya habéis hecho una conexión a otro versículo, uno que seguramente es de referencia, la maldición que anunció el Señor a la serpiente, en el jardín, justo después de su tentación exitosa del primer hombre y mujer.  Después de hallarlos, escondiendo de Él por miedo, porque entendieron que habían hecho muy mal, el Señor Dios dijo a la mujer: ¿Qué es esto que has hecho? Y la mujer respondió: La serpiente me engañó, y yo comí. Y el Señor Dios dijo a la serpiente:
Por cuanto has hecho esto,
maldita serás más que todos los animales,
y más que todas las bestias del campo;
sobre tu vientre andarás,
y polvo comerás todos los días de tu vida.
   
    Es indudablemente correcto ver una conexión fuerte con Génesis 3 y nuestra lectura de Isaías 65.  ¿Pero, es solamente que el Señor, en medio de su profecía de los nuevos cielos y la nueva tierra, quisiera dar un recordatorio de que la serpiente, que era Satanás, sería castigada, y nada más?  Posiblemente, pero ¿porque insertar esto aquí, en este anuncio alegre del paraíso nuevo, donde la serpiente, el diablo, no vaya a estar presente?     

    A ver.  La maldición de la serpiente a comer polvo es un versículo famoso, pero no es la primera vez que la palabra “polvo” ocurre en Génesis.  Antes, en capítulo 2, ya hemos oído del polvo.  Porque, el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.  El polvo de la tierra es la masa de que Adán fue construido.  Además, polvo ocurre de nuevo en Génesis 3, en la maldición de Adán por su pecado.  El Señor le dijo: Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. 

    El polvo de la tierra, originalmente la masa elegida por Dios para crear la vida humana, ahora, después de la introducción destructiva del pecado en la buena creación de Dios, es cambiado a ser la comida de la serpiente y una marca de la muerte para los hombres. 

     Todo eso me da más preguntas sobre por qué Isaías termina su profecía de promesa y celebración con una mención del polvo como alimento de la serpiente.  ¿Por qué en nuestro pasaje de Isaías el Espíritu Santo interrumpe el flujo de felicidad y promesa con este recordatorio de muerte y castigo? 

     Cuando en la Palabra de Dios encontramos algo difícil de entender, es muy servicial recordar que toda la Biblia es una historia sobre Jesucristo, el Hijo de Dios.  Jesús mismo dijo lo mismo varias veces.  Por ejemplo, a los judíos en San Juan capítulo 5: “Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.”  También en San Lucas 24, en la tarde del día de la Resurrección, Jesús dijo a sus discípulos: “Esto es lo que yo os decía cuando todavía estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.  Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: Así está escrito, que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día.” 

    Así, podemos esperar oír de Cristo y su Cruz en todas partes de la Biblia, y esto es lo que tenemos en este versículo de Isaías sobre la serpiente comiendo el polvo.  Sí, nos recuerda de la maldición proclamada a la serpiente en el jardín, pero también, es una profecía de la obra de salvación de Cristo en su Cruz. 

     Porque el Hijo de Dios se hizo el Hijo del Hombre, se convirtió en el Segundo Adán, por su nacimiento de la Virgen María.  El primer Adán fue formado desde el polvo, y por su pecado fue destinado a regresar al polvo en la muerte, y nosotros juntos con él.  Pero, para salvar a él y todos sus descendientes, el Segundo Adán, el Nuevo Adán, el Hijo de Dios, asumió esta misma carne, hecho originalmente del polvo.  Se hizo hombre, para cambiar nuestro destino, un cambio que logró por su propia muerte. 

     Como también profetizó el Señor en el jardín, la serpiente iba a morder, o se podría decir, iba a intentar comer, al Simiente de la mujer, pero esta mordida resultaría en su propia destrucción.  Dijo el Señor a la serpiente:  Y pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el talón.      
     Por intentar comer el Segundo Adán, Satanás precipitó su propia derrota eterna.   

    Es como muchos antiguos teólogos de la iglesia, desde Gregorio de Nisa, hasta Lutero, explicaron:  El hombre Jesús, colgado en la Cruz, fue como un cebo que la serpiente, el Diablo, no pudo resistir.  Por su odio ciego, Satanás pasó por alto el hecho que este hombre, este nuevo Adán, fue también Dios mismo.  Intentó morderlo, comerlo vivo, y al principio, parecía exitoso, porque Cristo se falleció. 

     Pero este nuevo hombre de polvo fue diferente, fue el Creador, el Autor de Vida, y su muerte fue parte del plan.  En su autosacrificio, todos los pecados y la muerte merecida por Adán y todos sus descendientes son pagados, totalmente borrados.  En este sacrificio, Jesucristo nos rescató, por destruir el poder de Satanás a acusarnos por nuestros pecados.  Porque en Cristo, no queda ninguna deuda.  Por intentar alimentar de este polvo, la carne del Nuevo Adán, la serpiente fue destruido, y nosotros recibimos perdón, y acceso a los nuevos cielos y la nueva tierra, el paraíso de Dios.

    Por lo tanto, esta frase: “y el polvo será el alimento de la serpiente,” es ciertamente una buena noticia.  Cabe perfectamente en este anuncio de puro Evangelio de Isaías 65.  Es cierto, todas las promesas del paraíso son nuestros, porque la serpiente tuvo polvo por su alimento.

    Y ahora, para mantenernos velando por su regreso, Él que ofreció su propio cuerpo para rescatar al mundo caído nos alimenta con comida tan bueno que es difícil describirlo adecuadamente.  Por su Palabra, verdadera comida para el alma, el Espíritu de Cristo nos convence, nos perdona, y nos consuela, recordándonos como, en nuestro bautismo, hemos sido vestidos en la justicia de Cristo.  Y en su Cena, el mismo Jesús nos ofrece su propio cuerpo y sangre, una vez ofrecidos en la Cruz, y ahora glorificados a la diestra del Padre. Con su cuerpo y sangre, Jesús nos limpia de cada mancha.  Esta alimentación divina nos lleva por toda esta vida, hasta la vida eterna. 

    Así somos vírgenes prudentes, bien preparados para saludar al Novio; así somos hijos de la luz, preparados por su retorno, cuando con Jesucristo entraremos en el Paraíso de Dios. 

  Por lo tanto, oremos:  Ven, Señor Jesús, ven, Amén. 

Sunday, November 18, 2018

Las Buenas Noticias de las Águilas y el Cuerpo Muerto - En Español e Inglés


Vigésimo Quinto Domingo después de Trinidad, 
18 de noviembre de 2018
San Mateo 24:15-28, 1 Tesalonicenses 4:13-18, Job 14:1-6

Sermón en inglés después del sermón en castellano.  

     ¡Buenas noticias! Dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.  Qué bien, ¿no?  Podemos confiar y estar tranquilos, porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas. 

     ¿Qué es el problema?  No me parece que estéis alegres por oír esta buena noticia.  ¿Por qué?  ¿No es obvio que las águilas juntadas alrededor del cadáver sea buena noticia?

     De verdad, por escucharlo sólo una vez, hay mucho preocupante en nuestro evangelio de hoy.  Por ejemplo, Jesús predijo que la abominación desoladora iba a volver al lugar santo, es decir, al Templo de Jerusalén.  El Señor hace referencia a la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, la profanación del Templo por los soldados griegos en el año 167 a.C., cuando sacrificaron un cerdo a Zeus, dentro de la casa del verdadero Dios.

     También Jesús advierte que una tribulación terrible iba a caer sobre los judíos.  Estas profecías se cumplieron en el año 70 d.C., cuando los legionarios romanos arrasaron el Templo, y destruyeron a Jerusalén, matando a miles de judíos, y dispersando miles más.  Esta prédica de Jesús fue dura, es cierto.

     Además, hemos oído el lamento de Job sobre la futilidad de la vida humana:
El hombre nacido de mujer, Corto de días,
  y hastiado de sinsabores, 
Sale como una flor y es cortado,
  Y huye como la sombra y no permanece. 

     Una lectura temerosa, otra deprimente.  Es fácil entender porque el tema del fin de la edad, el juicio de Dios y el regreso de Cristo siempre ha dado dudas y miedo a casi todos. 

     Sin embargo, no es así, o al menos no es necesariamente así.  Es mi papel y mi privilegio, en este día cuando el invierno y la oscuridad avanzan en el calendario y en las noticias, es mi privilegio anunciarte que el propósito de Dios con nuestra lectura de San Mateo hoy es darnos alegría y confianza, confianza en su amor, y gozo sobre nuestro futuro. 

     Es verdad que las amenazas de Cristo sobre el fin de la edad, en San Mateo y en otros textos, son fuertes, e importantes.  No quiero decir que los eventos hablados por Jesús no son riesgos verdaderos.  El Espíritu de Cristo, con estas amenazas, quiere captar la atención de cualquier persona que esté ignorando la realidad del Fin, del Último Día, y el retorno de Cristo.  Es una advertencia para el mundo, que un juicio, el Juicio Final, viene, y cualquier persona que no se arrepienta de sus pecados vaya a ser perdida, condenada, y separada eternamente de Dios y de toda cosa buena. 

     Es una advertencia para el mundo, para los no creyentes, y también para nosotros.  Es para nosotros una advertencia al pecador, al hombre viejo, que sigue existiendo en cada cristiano durante su vida terrenal.  Nuestro hombre viejo quiere desviarnos del camino de Cristo, quiere que no prestemos atención a la venida del Señor.  Las palabras de Jesús nos recuerdan de la realidad de esta lucha interno que vivimos, la lucha entre la fe y la incredulidad.  Hay muchas cruces en la vida cristiana, pero la primera y muchas veces la más difícil es esta lucha interior contra nuestra propia pecaminosidad e incredulidad.  Hay que luchar, y aún más confiar que el Espíritu, por el amor de Jesús, nos guardará, con su Palabra poderosa. 

     Las amenazas sobre el Último Día son reales.  Pero, como creyentes bautizados, es decir para la nueva criatura que Dios ha hecho de nosotros por su Palabra recreadora, verdaderamente las palabras de Jesús deberían darnos paz y alegría, aun esta frase extraña: Dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.     

     Desde nuestros textos de hoy, podemos confiar, primero, que no vamos a perder el regreso de Cristo.  Esta es la promesa más fácil de entender.  Dice Jesús repetidamente: si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. 
     Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.  Nadie va a perderla. 

     Segundo, tenemos otra promesa de San Pablo.  Cuando pensamos en los fines, el fin del mundo, o el fin de una vida humana, nuestra vida o la de un querido, es muy común tener dudas y aprehensiones.  Pero, como cristianos, escuchemos lo que dice Cristo, a través de San Pablo.  En relación con la muerte terrenal, porque confiamos en Jesucristo, crucificado, resucitado y ascendido a la diestra del Padre, Pablo nos consuela así:  Acerca de los que duermen, no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 
     Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él… el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.  Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

     El regreso de Cristo es buena noticia para cristianos, y la muerte terrenal es sólo un traspaso para vivir con Dios.  Pero ojo:  Escuchemos a Cristo y sus apóstoles.  Siempre que miramos por alrededor, cuando escuchamos las noticias, o pasamos tiempo en Facebook o Twitter, vamos a ver muchas razones para dudar las promesas de Dios.  Además, escucharemos muchas voces negando la Palabra de Dios. 

     Escucha a Cristo.  La sabiduría cristiana es saber que el mundo no puede aceptar la Palabra de Cristo, que nos da perdón y salvación.  Entonces, nuestra tarea no es escuchar la palabra del mundo, más bien es recibir la Palabra de Cristo diariamente, y luego compartir esta Palabra salvadora con nuestros vecinos, para que el Espíritu haga su obra de salvación en ellos.        

     Finalmente, tenemos que resolver el misterio del cadáver y las águilas.  Cierto, no parece que las águilas alrededor del cuerpo muerto sean predicadores de buenas noticias.  El cuadro que nos describe Jesús es extraño, con estas águilas juntadas.  O, pudieran ser buitres, porque la palabra en griego del texto original significa ambas, águila y buitre.  Sean lo que sean, allí están, congregados alrededor del cadáver.  Ambas aves son carroñeras, y es fácil imaginar una escena distópica al extremo, algo de una peli de horror.   

     Pero no es así.  Bueno, es verdad que Jesús está refiriendo a un momento terrible, cuando las águilas se juntaron alrededor de su propio cuerpo muerto.  Es que el águila fue el símbolo de las legiones de Roma.  Cada soldado romano la llevaba en su ropa y armadura.  Jesús con esta frase está hablando de su propia muerte en la Cruz, donde sufrió, rodeado de legionarios, sufriendo para quitar los pecados de todo el mundo.

     Es cierto que con esta frase Cristo estaba siendo misterioso.  Pues, recordemos que su sermón que oímos hoy fue predicado primero durante la Semana Santa original, solo unos días antes del Viernes Santo.  Nadie, ni incluso sus discípulos más cercanos, pudiera entender lo que iba a pasar, que el unigénito Hijo del Padre, el Señor Dios encarnado, iba a sacrificarse, para salvar al mundo, a sus enemigos, a los soldados romanos, y a nosotros.  Pero, hasta que fuera cumplido, fue necesario hablar en enigmas.  El que lee, entienda.

    Fue el momento peor de todos, cuando se murió el único hombre verdaderamente santo e inocente.  Pero, por la voluntad y misericordia de Dios, también fue un momento bueno, lo mejor de toda la historia.  Porque, en su cruz, bajo el poder de Poncio Pilatos y sus soldados, Jesús ganó nuestra salvación, nuestro perdón gratuito y la garantía que, en Cristo, nuestro futuro eterno es seguro, y glorioso. 

     Imagínate, con esta frase tan extraña, que donde estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas, Jesús nos está confortando.  Aun el Centurión, comandante de los soldados romanos, fue movido por el Espíritu a predicar.  Mirando al cuerpo muerto de Cristo, el Centurión declaró:  Verdaderamente este fue un Hombre Justo, este fue el Hijo de Dios.

     Y gloria sea al Señor Dios, la muerte no pudo prohibir que el Autor de Vida se resucita.  ¡Cristo resucitó!  ¡Jesús vive!  El cuerpo una vez muerto ya está glorificado, reinando sobre todo el cielo y la tierra.  Por lo tanto, podemos estar tranquilos.  Siempre que, como hacen creyentes bautizados, vivimos conectado a Él a través de su Palabra y Sacramentos, dependiendo no en nosotros mismos ni en nuestras obras o santidad.  Bien arraigados en la Buena Noticia de Cristo y su perdón y amor, podemos estar tranquilos sobre el Último Día y el fin de esta edad. 

     Porque en Cristo, el Último Día ya está cumplido; ya hemos pasado desde la muerte a la vida eterna.  Su victoria ya es nuestra victoria, su vida es nuestra vida, y su regreso es nuestra esperanza. 

Entonces oremos:  Ven, Señor Jesús, ven, Amén.

Twenty-fifth Sunday after Trinidad, 

November 18, 2018
Matthew 24: 15-28 1 Thessalonians 4:13-18, Job 14:1-6

     Good news! Wherever the corpse is, there will the eagles be gathered together. That´s great, no?  We can trust and be calm, because wherever the dead body is, there the eagles will gather.

     What´s the problem? I do not think that you are glad to hear this good news. Why? Is it not obvious that the eagles gathered around the corpse is good news?

     Really, to hear it just once, there is much that is concerning in our Gospel today. For example, Jesus predicted that the Abomination of Desolation was going to return to the holy place, that is, to the Temple of Jerusalem. The Lord refers to the Abomination of Desolation, spoken of by Daniel the prophet, the desecration of the Temple by the Greek soldiers in 167 BC, when they sacrificed a pig to Zeus, inside the very house of the true God.   

     Jesus also warns that a terrible tribulation was going to fall on the Jews. These prophecies were fulfilled four decades later, in 70 AD, when the Roman legions razed the Temple, and destroyed Jerusalem, killing thousands of Jews, and scattering thousands more. This sermon from Jesus is difficult, it´s true.

     In addition, we have heard Job's lament about the futility of human life:
The man born of woman, Short of days,
   and weary of sorrows,  
He comes out like a flower and is cut off,
   and he flees like a shadow and does not remain.  

     One fearful reading, another depressing one. It is easy to understand why the theme of the end of the age, the judgment of God and the return of Christ has always given doubts and fear to almost everyone. 

     Nevertheless, it is not like this, or at least not necessarily so. It is my role and my privilege, on this day when winter and darkness advance in the calendar and in the news, to announce to you that God's purpose with our reading of St. Matthew today is to give us joy and confidence, confidence in his love, and joy about our future.

     It is true that the threats of Christ about the end of the age, in St. Matthew and in other texts, are strong, and important. I do not mean that the events spoken of by Jesus are not real risks. The Spirit of Christ with these threats wants to capture the attention of anyone who is ignoring reality of the End, the Last Day, and the return of Christ. It is a warning for the world that a judgment, the Final Judgment, is coming, and anyone who does not repent of their sins will be lost, condemned, and separated eternally from God, separated from every good thing.  

     It is a warning to the world, to non-believers, and also to us. It is a warning to us, to the sinner, the old man, who remains in every Christian during his earthly life. Our old man wants to lead us astray from the way of Christ. The words of Jesus remind us of the reality of this internal struggle which we live, the struggle between faith and unbelief. There are many crosses in the Christian life, but the first and often the most difficult is this inner struggle against our own sinfulness and unbelief. We must fight, and even more trust that the Spirit, for Jesus´sake, will protect us with His powerful Word. 

     The threats about the Last Day are real. But as baptized believers, that is to say, for the new creature that God has made of us by His recreative Word, these words of Jesus should truly give us peace and joy, even this strange phrase: wherever the dead body is, there the eagles will gather.  

     From our texts today, we can trust, first of all, that we will not miss the return of Christ. This is the easiest promise to understand. Jesus says repeatedly: if anyone says to you: Look, here is the Christ, or look, there he is, do not believe it.   For there will arise false Christs, and false prophets, and they will do great signs and wonders, in such a way as to deceive, if possible, even the elect.  I've told you beforehand.  
     So, if they tell you: Look, he´s in the desert, do not go out; or look, he's in the upper rooms, do not believe it.   For like the lightning that comes from the east and flashes to the west, so will also the coming of the Son of Man.   Nobody is going to miss it.

     Second, we have another promise from St. Paul. When we think about the “ends”, the end of the world, or the end of a human life, be it our death, or that of a loved one, it is very common to have doubts and apprehensions. But, as Christians, let us hear what Christ says through St. Paul.  Regarding earthly death, because we trust in Jesus Christ, crucified, risen and ascended to the right hand of the Father, Paul, comforts us in this way: About those who sleep, do not grieve like the others who have no hope.  Because if we believe that Jesus died and rose again, so will God bring with Jesus those who have fallen asleep in him ... the Lord Himself with a voice of command, with the voice of an archangel, and with the trumpet of God, will descend from heaven; and the dead in Christ will rise first.   Then we who live, who are left, will be caught up together with them in the clouds to receive the Lord in the air, and so we will always be with the Lord.  Therefore, encourage one another with these words.

     Christ 's return is good news for Christians, and physical death is only a transport from this fallen world to live with God. But beware: Listen to Christ and his apostles. Whenever we look around, when we hear the news, or spend time on Facebook or Twitter, we will see many reasons to doubt the promises of God. In addition, we will hear many voices denying the Word of God. 

     Listen to Christ!  Christian wisdom is knowing that the world cannot accept the Word of Christ, which gives us forgiveness and salvation.  So, our task is not to listen to the word of the world, rather it is to receive Christ daily, through receiving His Word, and then to share the saving Word with the world.    

     Finally, we must solve the mystery of the dead body and the eagles. True, it does not seem that the eagles around the corpse are preachers of good news. The picture that Jesus describes to us is awful, with those eagles gathered.  Or, they could vultures, because the word in Greek of the original text means both eagle and vulture, two types of scavengers, carrion birds. Whichever they are, eagles or vultures, these birds are there, gathered around the corpse. It is easy to imagine an extreme dystopian scene, something right out of a horror movie.  

     But it is not like that. Well, it is true that Jesus is referring to a terrible moment, when the eagles gathered around his own dead body. You see, the eagle was the symbol of the Roman legions.  Each Roman soldier wore the eagle on his clothes and armor.   Jesus with this strange phrase about “eagles gathered around the corpse” is speaking of his own death on the Cross, for the sins of the whole world. 

     Truly, Christ is speaking mysteriously. Well, let´s remember that his sermon which we hear today was first preached during the original Holy Week, a few days before Good Friday. No one, not even his closest disciples, could understand what was going to happen, that the only begotten Son of the Father, the Lord God incarnate, was going to sacrifice himself, to save the world, to save his enemies, to save us. So then, it was necessary to speak in enigmas. Let the reader understand.

    It was the worst moment of all, when the only truly holy and innocent man died. But, by the will and mercy of God, was also a good moment, the best of all time. Because, on his cross, under the power of Pontius Pilate and the Romans, Jesus won our salvation, our free forgiveness, and the guarantee that, in Christ, our eternal future is safe, and glorious. With this strange phrase, that where the corpse is, there the eagles will gather, Jesus is comforting us. Remember how the Centurion, the commander of those Roman soldiers who crucified Jesus, was moved by the Spirit to preach.  Looking at the dead body of Christ, the Centurion declared: Truly this was a Just Man, this was the Son of God.

     And glory be to the Lord God, death could not forbid that the Author of Life should rise from the dead.  Christ is risen!  Jesus lives! His body, once dead, is now glorified, reigning over all heaven and earth.  Therefore, we can be calm. As long as we live in the way baptized believers live, connected to Him through His Word and Sacraments, depending not on ourselves or our works or holiness, we can be reassured about the Last Day and the end of this age. Because in Christ, the Last Day is already fulfilled; we have already passed from death to eternal life. His victory is already our victory, his life is our life, and his return is our hope.

So then let us pray: Come, Lord Jesus, come, Amen. 


Wednesday, December 6, 2017

El Señor Viene

Primer Domingo en Adviento, 3 de diciembre, A+D 2017
El Señor Viene, San Mateo 21:1-9

CC 005                                   Redentor Precioso, Ven

1. Redentor precioso, ven; Tú del mundo, la esperanza;
Mi rescate y sumo bien, Ven, en Ti mi fe descansa.
Tu hermosura singular, Cristo, espero contemplar.

El Señor Jesús viene.  ¡Y que gozo sentimos!  El miércoles pasado Shelee y yo pusimos un pequeño belén en la ventana del Centro Casiodoro de Reina, el nuevo templo y también la nueva sede de nuestra iglesia en Sevilla.  Mientras lo arreglábamos, varias personas pararon por afuera para mirar, y aunque no pudimos oír sus palabras, por el tono de sus voces fue obvio que se alegraban de ver el retorno de los belenes. 

Aun muchos incrédulos quieren celebrar la Navidad, y no todos solamente por Santa Claus y por tener una excusa para una fiesta en pleno invierno.  La idea de la llegada de un Salvador pequeño, una esperanza escondida en la forma de un bebé, es muy llamativa, y consoladora, aun para ellos que lo consideran un mito y nada más. 

Por eso, nosotros que confiamos en el Hijo de María tenemos más alegría que nunca, porque durante la temporada de Adviento y Navidad tenemos otra oportunidad de celebrar y anunciar a nuestros vecinos y familiares la buena noticia de que la Navidad y la llegada de un Salvador no es un mito.  El Señor Jesús, Hijo de María e Hijo de Dios, vino una vez, y viene todavía.  Jesús vino y todavía viene para enfrentar nuestras peores dificultades, asumiendo la responsabilidad de corregirlas y quitarlas de nosotros, intercambiándolas con nosotros por su vida victoriosa. 

El Adviento está lleno de alegría, porque la salvación del Cristo que viene en el nombre del Señor es un hecho completado, y un don gratuito.  Pero el Adviento también lleva sus dificultades, y la proclamación de las Buenas Nuevas paradójicamente no está bien recibida.  Como bien sabemos, a pesar de que, en su llegada a Jerusalén montado en una asna, Jesús fue recibido con los loores de la gente, en los días después, su recepción iba a cambiar radicalmente.  ¿Y la razón de esta triste realidad?  La encontraremos en una frase pequeña en la próxima estrofa de nuestro himno: 


2. Entra en este corazón, Santo Rey y Dios sublime;
Haz en mí tu habitación, Todo mal en mí suprime:
¡Qué tesoro encuentro en Ti Cuando moras Tú en mí!

¿Todo mal en mí suprime?  ¿Qué mal?  ¿Y quién eres tú, para acusarme de ser pecador? 

Tal vez estáis pensando que hago referencia a los incrédulos con esto, y sí, es verdad que, especialmente hoy, pero en realidad desde siempre, a los seres humanos no les gustan oír declaraciones de su pecaminosidad.  ¿Cuántas veces hemos oido, “Yo soy una buena persona”?

    Pero, el juicio tiene que empezar en casa.  La verdad es que nosotros tampoco queremos oír tales acusaciones.  Por esta razón, la temporada del Adviento tiene una doble cara.  Sí, Adviento nos trae alegría y felicidad, porque Jesús viene, humilde y bondadoso, el niño cuidado por José y durmiendo en los brazos de María, y como un rey manso y amable, no montado en un caballo de guerra, más bien en el pollino de una burra.  Pero este mismo Jesús también va a venir en gloria, como un juez celestial, un juez que no acepta el pecado.   


     Pensar en una fiesta de alegría y bendición con Dios es agradable.  Confesar que somos oprimidos, con necesidad de ayuda, es, a veces, aceptable.  En nuestros momentos orgullosos, no; cuando pensamos que tenemos la vida controlada y todo va bien, entonces no nos gusta oír de nuestras debilidades.  Pero en los momentos bajos, cuando estamos cansados, presionados, confundidos, o tristes, sí, en estos momentos el recibir de un salvador bondadoso es una cosa buena. 

     ¿Pero escuchar que, en nuestros momentos buenos y en nuestros momentos malos, nuestro principal problema no es otra cosa excepto nuestro propio mal interno, nuestra propia culpa por nuestros pecados?  ¿Oír que Cristo también viene como juez de todos en el día final, para separar las ovejas y las cabras?  No queremos oír que todos los que no sean santos y puros vayan a recibir la condenación eterna.  Ni nosotros ni los incrédulos quieren este tema del Adviento.  Pero es así.

     Por lo tanto, es cada día imprescindible que los cristianos viven la vida de arrepentimiento.  Como dijo Lutero en el primer de sus 95 tesis con lo cual se arrancó toda la Reforma Luterana, “Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: “arrepentíos,” ha querido decir que toda la vida de los creyentes fuera de arrepentimiento.” 

     Arrepentimiento es, en total, el reconocimiento y confesión del mal que está en cada uno de nosotros, y la petición a Dios para perdón, por causa de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.  El saber de mi culpabilidad entera es insoportable sin la buena nueva de que Cristo ha vencido mi culpa 100%, quitándola de mí y expiándola en la Cruz.  Este arrepentimiento diario, que conlleva a la vez una confianza eterna en la promesa de Jesús, es el corazón de la vida cristiana, y el mundo necesita ver esto en nosotros. 


3.  Ramos tiendo a Ti, Señor. Con hosannas de victoria:
Tributarte adoración Es mi anhelo y suma gloria.
Respondiendo a tu favor, Canto siempre tu loor.

     Esta estrofa es una expresión buenísima de la voluntad y las acciones de gracias que fluyen naturalmente desde la nueva criatura que el Espíritu ha creado en cada cristiano.  ¡Qué Dios nos ayude hacerlo siempre!  Pero no sea que nos olvidemos de la tensión, de la lucha que está en el centro de la fe cristiana militante, es decir, la vida cristiana en este mundo caído, donde todavía nos acompaña el hombre viejo, el pecador que cada uno de nosotros seguimos siendo.  El favor de Dios a lo que respondemos no es principalmente la providencia de comida, casa, y bienes.  Más bien, es el favor de Dios para con los pecadores, por causa de la Cruz de Cristo.

     Por lo tanto, el contenido de nuestra adoración no es principalmente que Dios es todopoderoso o que sabe todo o que es santo y glorioso y nos da salud y larga vida.  Todo esto es verdad y digno de ser alabado.  Pero nosotros pecadores no podemos vivir con un Dios todopoderoso, plenamente sabio, glorioso y completamente santísimo, sin la buena nueva de que en Cristo tenemos perdón completo, que la santidad de Jesús nos cubre.




     De verdad es difícil pensar que la gente que gritaba: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!” de verdad entendiera que tipo de Rey iba entrando a Jerusalén para salvarles.  Un Salvador que da vida a través de la muerte.   Un Vencedor que gana por una derrota vergonzosa y aparentemente total.  Un Dios, escondido en la forma de un hombre, para salvar a los mismos hombres que le mataban.   Todo esto es un recordatorio para nosotros que, hasta Cristo viene en el Último Día, su presencia será escondido. 

     Es el desafío de la fe:  el fundamento de nuestra confianza no se puede ver.  Se puede oírlo, lavarse en ello, comerlo y beberlo.  Y, más importante, se puede creerlo, porque la fe cristiana es un don del Espíritu Santo quien nos fue dado en nuestros bautismos.  Pero hoy el mundo no puede ver a Cristo, ni tampoco nosotros le podemos ver. 

     Por eso, nuestra fe, y la salvación del mundo, dependen del contacto continuo con la Ley y el Evangelio de Cristo.  Porque a través de su Palabra, el Espíritu mantiene nuestra fe viva.  Igualmente, el mundo necesita que continuemos en estrecho contacto con Cristo a través de su Palabra, para que nuestro arrepentimiento y fe, y las buenas obras que fluyen naturalmente de ellos, sean visibles a nuestros vecinos.  Porque es por estas cosas que Dios atrae otros pecadores a su Iglesia, para oír la buena noticia que Jesús es también su Salvador.

     Entonces, cantemos loores.  Cantemos loores por la salvación que Jesús nos ganó el viernes después de su entrada en Jerusalén.  Cantemos loores por la promesa de su presencia salvadora escondida hoy en la Palabra y los Sacramentos, y por su llegada futura para recogernos y llevarnos a su reino celestial en el Último Día.  También, para que nuestros vecinos y amigos que no confían en Cristo puedan también oír y creer, cantemos hoy y siempre, cantemos loores como estos en nuestra última estrofa, Amén.      

4.  De David Hijo y Señor, 
A los tuyos sé propicio.
Llénenos, ¡Oh Bienhechor!, 
De tu gracia el beneficio,

Oye el canto de tu grey; 
¡Gloria, hosanna a nuestro rey!