Tuesday, November 24, 2015

El Fin Viene. ¿Qué Debemos Hacer?

Último Domingo del Año Litúrgico, 22 de noviembre, A+D 2015
El Fin Viene, ¿Qué Debemos Hacer?  San Marcos 13:24 – 37

Ercole Ramazzani, The Last Judgement, 1597
     Mirad, velad, y orad. Hemos llegado al fin del año litúrgico, cuando en las lecturas concentramos en los fines: el fin del mundo, el fin de este tiempo, los últimos días.  Consideramos el fin de esta edad, cuando Jesús va a venir otra vez, visiblemente, cuando Él venga por la última vez, viniendo en las nubes, como si montado en un caballo, el Rey del Cielo, viniendo para juzgar a todo el mundo e inaugurar visiblemente el reino de Dios.  No sé cómo os lo parece este tema, quizás increíble, o temeroso, espantoso.  O quizás os lo parece irreal, como un sueño.  Pero no importa cómo nos parece la vuelta de Jesús, cuando Él venga, necesitamos estar listos.  Si no estamos, no tendremos tiempo para preparar.  Será demasiado tarde.    

     No estuvimos listos para los atentados en París.  Esto no debería haber sido.  Tuvimos bastantes advertencias, amenazas de violencia de los hombres malvados y violentos de Daesh, el supuesto estado islámico.  Además hemos visto varias acciones violentas en los últimos meses, acciones hecho fuera de su territorio controlado.  Pero no estuvimos preparados, y los actos terroristas en Francia nos impactan como presagios del fin del mundo, como el fin de la edad, o al menos, como el fin de un modo de vida.  Queremos que los culpables sean castigados y que se detenga el mal.  Lo peor es que el 13 de noviembre fue un fin muy inesperado para más que 120 personas.  Nuestra vida buena y suave en el mundo del siglo 21 nos hace creer que la muerte normalmente no sea una sorpresa, y una muerte violente es casi impensable.  Ahora pensamos un poco diferente.

     Los atentados en París no son el fin del mundo, pero ellos nos recuerdan que, para cada persona en el mundo, hay un fin personal, para que debemos estar listos.  Las instrucciones de Jesús para ser preparados para su vuelta sirven también para cada persona en relación con nuestro fin personal: Mirad, velad, y orad. 

     El consejo es igualmente apropiado, no importa si la causa del fin sea atentados terroristas, la muerte causada por cáncer, o la vuelta de Cristo.  Necesitamos mantener la vigilancia, porque no sabemos cuándo vengan los eventos inesperados.

     Cuando Shelee y yo vivimos aquí en España en los años noventa, la misión de mi unidad fue seguridad.  Tuve la responsabilidad de guardar y proteger las instalaciones militares en nuestra zona.  Y os puedo decir que mantener la vigilancia es muy difícil.  Cuando hay una amenaza clara, todo el mundo quiere hacer lo que es necesario para ser preparado.  Pero después de poco tiempo, si los eventos esperados no vienen, entonces la voluntad de todos, incluyendo ambos los guardias y las personas bajo su protección, flaquea mucho. 

     Yo espero fervientemente que los líderes de las naciones mantengan su nueva postura contra el Daesh.  Pero será difícil a mantenerlo.  La voluntad de la población y de los políticos es fuerte hoy.  Pero necesitaremos resolución y tenacidad para soportar todo lo que es necesario para mantener la seguridad y luchar contra los terroristas.  Tenemos la voluntad hoy. ¿Pero en dos semanas, dos meses, dos años?  Vamos a ver.  Y orar.

     La situación actual en Europa y en el mundo a cerca del terrorismo islámico es serio, un tema muy importante.  Pero el tema de la vuelta de Cristo es aún más serio e importante.  Un hombre malvado puede herirte, o aún matarte.  Sería horrible, pero estos males no tocan la eternidad.  Espiritualmente, y con la eternidad en vista, vivimos hoy en un tiempo de riesgos, y también en un tiempo de oportunidad.  Hoy el pecado y el mal tienen mucho control en el mundo.  Pero también, hoy existe la oportunidad para hombres y mujeres pecadores arrepentirse y recibir el reino de Dios a través del perdón de pecados.  Todavía hay tiempo.  Pero cuando Jesús vuelva, no habrá más tiempo.  Todos los pecadores serán castigados, y Dios detendrá todo el mal, para siempre.  Por eso, lo que dice Jesús a los Apóstoles, también dice a todos nosotros, Velad.  Estad alerta.

     Muy bien, tenemos un consejo directamente de Jesús.  ¿Pero exactamente qué quiere decir este mandato: “Velad, estad alerta?”

     Las instrucciones de Jesús, que seamos preparados para su vuelta son: Mirad, velad y orad.  Bueno, creo que entendemos como orar.  Si no, vamos a practicar en unos momentos.  ¿Pero qué quiere decir el Señor cuando dice: “Mirad y velad?”  ¿Qué acciones debería ser visible en nuestra vida cotidiana?

     Cuando nuestro Señor ascendió a los cielos, como leemos en el libro de Hechos, capítulo 1, los Apóstoles quedaron en el Monte de Olivos, mirando fijamente al cielo dónde una nube le había recibido a Jesús y le ocultó de sus ojos.  Pero, mientras los discípulos estaba mirando al cielo, dos hombres en vestiduras blancas les aparecieron y les preguntaron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo.  Entonces regresaron los Apóstoles a Jerusalén. 

     Se puede decir que los Apóstoles estaban mirando y velando, como les instruyó Jesús.  Pero, los dos mensajeros del cielo les corrigieron, enviándolos a Jerusalén, enviándolos a su tarea en el mundo.  De San Lucas capítulo 24, sabemos qué, justo antes de su Ascensión, Jesús también les había dado la instrucción a regresar a Jerusalén  para esperar el don del Espíritu Santo, que sería su señal para empezar la evangelización del mundo.  Los mensajeros en vestidura blanca no estaban equivocados.  Los Apóstoles no tenían un mandato a mirar al cielo.  Entonces el mandato “Mirad y velad,” que Jesús dio en relación con su vuelta, debe tener otro significado.

     Jesús no quiere que los cristianos pasan los días literalmente mirando al cielo, velando para ver su vuelta.  Es natural que los creyentes tienen curiosidad sobre su regreso y la venida del reino nuevo.  De verdad, entre la Resurrección y la Ascensión, los Apóstoles preguntaron a Jesús sobre la venida de su reino.  “Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?”  Y Él les dijo: “No os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las épocas que el Padre ha fijado con su propia autoridad, pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” 

     Entonces, debemos mirar y velar para el fin, pero no debemos intentar saber la fecha, ni tampoco debemos dejar de la vida cotidiana para pasar nuestro tiempo mirando al cielo, esperando su venida.  Pero todavía tenemos este mandato, no solo a los Apóstoles, pero a todos vosotros: Velad.  Estad alerta. ¿Qué quiere decir Jesús con este mandato? 

     Voy a empezar mi respuesta con otra pregunta: Confesamos que tenemos comunión con Cristo hoy.  ¿Cómo experimentamos esta comunión? ¿Cómo “vemos” a Jesús hoy?  ¿Cómo experimentamos la presencia de Dios en el siglo 21?  Bueno, es muy común hoy que los cristianos refieren a las emociones como prueba de la presencia de Dios.  Se dice frases como: Puedo sentir al Espíritu… o Puedo sentir a Jesús en mi corazón.  También es natural pensar que donde haya mucha gente y actividad religiosa, allí esté Dios.  ¿Pero, que es la verdad? 

     Claramente, hay muchas emociones en la vida cristiana, y todos queremos ver la Iglesia crece.  Pero hay muy pocas referencias bíblicas que nos apuntan a las emociones o a las apariencias como pruebas de la presencia de Dios.  De verdad, es al revés.  Hay muchísimas promesas en la Biblia, pero estas no nos apuntan a dentro de nuestro ser, ni tampoco a lo que podemos ver. 

     Sino más bien, nos apuntan afuera, a la Palabra de Dios que recibimos por los oídos, y que crea la fe salvadora en nosotros.  Como dice San Pablo, Andamos no por la vista, pero por la fe.  O como Jesús dijo a Tomás en el octavo día de la Resurrección: ¿Por qué me has visto has creído? Bienaventurados los que no vieron y sin embargo creyeron. Y además en Romanos capítulo 10 oímos: Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo. 


     A veces en la historia del mundo, Dios quiso comunicar con su pueblo directamente, cara a cara, y en el Último Día, todos nosotros le veremos a Dios cara a cara.  Pero normalmente, desde la Creación hasta hoy, Dios está comunicando con nosotros, y de verdad está con nosotros, por medio de su Palabra.  Dios eligió a profetas, Apóstoles y pastores para proclamar su Palabra públicamente.  Dios causó que su Palabra fue grabado, escrito, en el libro que llamamos la Biblia.  Y Dios está metiendo su Palabra en los oídos de más y más gente cada día a través de la confesión de los miembros de su Iglesia, confesando Cristo en su vida cotidiana.

     Y precisamente cuando estamos oyendo la Palabra, cuando estamos meditando y orando y compartiendo la Palabra, entonces somos mirando y velando para el retorno de Cristo.  Porque hay solamente una cosa que nos prepara para el fin de días, y esto es una fe viviente en Cristo, nuestro Salvador, crucificado y resucitado.  Y la fe viene por oír la Palabra de Cristo, las buenas noticias que Él ha quitado todo el pecado del mundo, y ha derramado su preciosa sangre para ganar perdón y salvación para todos.        

     Pero espera, ¡hay más!  Cuando estamos escuchando y meditando en la Palabra habitualmente, Dios nos ayuda también con las dudas y los miedos que nos molestan cuando pensamos en el Fin, o en los peligros y males de la vida.  El mensaje de la Biblia nos hace libre del miedo.  ¿Como?  A través de las promesas, y  por el poder del Espíritu.  Podemos afrontar los peligros y las amenazas del mundo de hoy, no porque somos tan fuertes o tan valientes, pero porque somos tan perdonados, y tan bendecidos. 
     No quiero decir que los cristianos nunca deben sentir miedo.  No, pero cuando estamos viviendo continuamente en y con la Palabra de Dios, Dios va a recordarnos que nadie nos puede arrebatar de sus manos. Porque las manos de Dios son las manos de Cristo, y sus manos son todavía marcados con cicatrices.  Las manos de Jesús llevan para siempre las marcas de los clavos, que proclaman que Cristo te ha redimido y elegido, para siempre.

     Por la Palabra, por las cicatrices lleno de amor que la Palabra nos muestra, ahora podemos vivir en la libertad, la libertad de eternidad, que es nuestro, en Jesús.  Podemos vivir en el amor, compartiendo con nuestros vecinos el amor de Jesús, que hemos recibido, y que nunca se agota, porque es el amor del eterno y todopoderoso Dios.  Y aunque la muerte y la violencia y la enfermedad y el Fin nos dan miedo, podemos buscar más allá de todos estos males con esperanza y confianza. 

     Podemos mirar y velar al retorno de Cristo con expectación y alegría, porque nuestro día más importante ya ha pasado, hace 2,000 años, en una cruz afuera de Jerusalén.  Por nuestro bautismo hemos pasado por el último Día de Cristo, cuando Él detuvo todo el mal, recibiendo en su propio cuerpo todo el castigo merecido por nosotros.  Ahora, vivimos ya en la eternidad, por el poder de su resurrección, y por nuestra fe en Él. Cuando recibimos la Santa Cena, recibimos hoy en día la presencia corporal de su sangre y cuerpo, por cual Dios nos entrega perdón y fuerza para vivir.  No tened miedo ni tampoco duda, el Señor esté con vosotros.

     Por todo esto, sabemos que cuando Cristo venga visiblemente, vendrá para bendecirnos.  Su cara va a tener una sonrisa para todos los creyentes que anticipan con gozo su vuelta.  Y por eso oramos, con todos los fieles de cada tiempo y sitio, Amén, ven Señor Jesús, Amén.  

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