Octavo Domingo después de Trinidad
SALMO Salmo 48
ANTIGUO TESTAMENTO Jeremías 23:16-29
ANTIGUO TESTAMENTO Jeremías 23:16-29
EPÍSTOLA Hechos 20:17-38
EVANGELIO San Mateo 7:15-23
SERMÓN 15 Guardaos de los falsos profetas,
que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos
rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis.
Instrucciones simples. Guardaos
de los falsos profetas, y Jesús aún nos dice como reconocerlos: Por sus frutos. ¿Y qué son los malos frutos de los profetas
falsos? Jesús dice que van a llamar al
Cristo como Señor, echar demonios en el Nombre del Señor, profetizar en el
nombre de Cristo, hacer milagros en el nombre de Jesús…
¿Qué dijo el Señor? ¿No son
buenas obras, llamar al Cristo públicamente como Señor, profetizar, o predicar
en su nombre, o al menos echar demonios y hacer milagros en el nombre de
Cristo? ¿Cómo es posible que Dios no
quiere estas obras?
Estas obras no son verdaderamente buenas, ni tampoco ninguna otra obra
es buena, si el mensaje que las acompaña es falso. Si estas obras no proceden de una
proclamación de la fe verdadera, que solamente confía para justicia y salvación
en Cristo y su gran obra salvadora, entonces son malas obras, del diablo, no de
Dios. Porque todo que no proviene de fe,
es pecado. (Romanos 14:23)
Todas nuestras lecturas de hoy hablan del mismo tema: el requisito del Señor que sus predicadores
hablen la verdad, toda la verdad, y nada excepto la verdad. Como dice San Pablo, los predicadores deben
anunciar “todo el consejo de Dios.” No
deberían anunciar sus propios pensamientos, como hicieron los profetas a
quienes Dios condenó a través de la boca de Jeremías: 16 Escucha otra vez: No escuchéis las
palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas;
hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová… 28 El profeta que tuviere
un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra
verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová. 29 ¿No
es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?
Qué raro, y
difícil. Hay en esto varias preguntas
para nosotros:
¿Por qué son tan
populares los profetas falsos y los predicadores malos?
¿Qué es el problema con su mensaje?
¿Qué es la Palabra verdadera de la
boca del
Señor? ¿Cómo podemos
reconocerla?
¿Qué significa todo esto para
nuestras vidas,
en
la edad que viene, y hoy?
Los profetas falsos son lobos vestidos como ovejas, son enemigos del
Señor, son condenados, junto con todos que creen en sus mentiras. Pero son tan populares. ¿Por qué?
La verdad es que el crecimiento de la Iglesia verdadera es casi siempre
lento, y las congregaciones que se agarran al puro evangelio son pequeñas
históricamente. Por el otro lado, las
iglesias, cristianas en nombre, pero donde se predica una fe falsa, son muchas
veces muy popular. ¿Por qué?
Una gran parte del problema es nosotros, los oyentes, con nuestra
comezón de oídos, nuestro deseo para maestros que conforman a nuestros deseos,
(2 Timoteo 4:3). Yo también, como
ejemplo de un predicador, soy una gran parte del problema, porque en vez de un
compromiso fuerte de ser fiel, por mi naturaleza tengo un deseo de ser popular,
y estimado. Y la verdad es que muchas
veces los falsos profetas son más populares.
Así es: podemos entender este
obstáculo en las últimas palabras de nuestra lectura de Jeremías: dice Jehová ¿No
es mi palabra como fuego, y como martillo que quebranta la piedra? No la queremos esta palabra. No queremos predicar ni escuchar el mensaje
verdadero del Señor, porque es un martillo que quebranta nuestra confianza en
nosotros mismos, y quema nuestro orgullo.
Un problema con el mensaje falso es que nos gusta oírlo. Y, hay un problema aún más fundamental: es falso, y la consecuencia de su falsedad es
separación de Dios y condenación eterna.
Los lobos distorsionan la verdad de Dios, e ignoran a nuestra realidad
espiritual. Dicen los lobos: cumplir la ley de Dios, en el modo que yo te
explico, y seréis salvos. Si fuéramos
capaces de cumplir la ley de Dios, entonces la predicación de obras y la ley
como camino de salvación sería verdad.
Pero no somos capaces. Somos
pecadores; necesitamos ser salvos.
Esto no significa que la ley de Dios es mal, ni tampoco inútil en el día
a día. La ley es buena, y nuestras vidas
son mejores cuando seguimos más cuidadosamente las instrucciones que Dios nos
ha dado. Pero tened cuidado, porque el
diablo, y los profetas falsos, abusan esta verdad para engañarnos. Está bien, hasta un punto, vivir una vida
buena en este mundo. Pero la Palabra de Dios no quiere hablarnos de cómo
podemos vivir una vida buena aquí, en este mundo que muere. Dios no está
salvándonos para continuar en este mundo arruinado. Él quiere salvarnos para el Reino de los
Cielos. Y el estándar para entrar en la
presencia gloriosa de Dios es mucho más alto.
Sería más fácil entender el estándar de Dios con un ejemplo. Voy a usar el estado de limpieza de las
habitaciones de los luteranos jóvenes de España, como Titi y Sebastián, Juancho y Juanmi.
Yo puedo decir que sus habitaciones están limpias. Como pastor, he visitado a casas de mucha
gente, en dos continentes y en varios países.
Y puedo decir que las habitaciones de los luteranos jóvenes en España
están limpias. No sé quién debe recibir
el crédito por eso, quizás los niños, o quizás las madres. Pero seguramente, nadie pudiera quejar sobre
su estado.
Excepto si íbamos a usarlas como salas de cirugía. Por el estándar adecuado para habitaciones de
hijos en la casa de sus padres, están más que aceptables, dignas de
alabanza. Pero por el estándar de servir
como una sala de cirugía, con la necesidad de limpieza tan alta, la necesidad
de ser antisépticas para evitar infecciones al paciente, las habitaciones están
completamente sucias, inadecuadas para esta meta.
Los predicadores falsos pretenden que los estándares de justicia que
sirven en este mundo también sirven en el Reino de Dios. Ellos requieren que seamos más o menos
honestos, amables, que no cometamos homicidio, no seamos siempre borrachos, que
no salgamos con la esposa de otro hombre, etc.
Muy bien, con esta conducta, seremos buenos vecinos. Pero no seremos puros como requiere el Señor,
para entrar en su gloria. El fuego consumidor
de Dios quema toda iniquidad. El
martillo que quiebra las piedras es la ley divina y perfecta, y nosotros, con
nuestra naturaleza pecaminosa, somos las piedras. Como dice Jesús: sed vosotros perfectos como vuestro Padre
celestial es perfecto. (San Mateo 5:48)
Finalmente, el problema con el mensaje de los profetas falsos es esto: Si lo creemos, estamos perdidos. Si creemos que las mentiras de los malos
predicadores son verdaderas, entonces estamos rechazando a la verdad de Dios,
su verdad sobre el pecado y los pecadores, y también la verdad sobre su
salvación, la verdad sobre la persona y la obra del unigénito Hijo de Dios,
Jesucristo, en quién hay el único camino para llegar al Padre. Por lo tanto, necesitamos tener muy clara lo que
es la Palabra verdadera de la boca del Señor, para que podamos
reconocerla.
Hay dos partes principales. Primera,
no importa si parecéis limpios o si estáis obviamente sucios, no sois bastantes
limpios. Por las obras de la ley nadie será
justificada, porque todos carecemos la perfección requerida. Es posible ser una buena persona en los ojos
del mundo, en el día a día, pero Dios quiere, y requiere, pureza perfecta,
dentro y afuera, cada palabra, acción, y pensamiento. Esto no lo hacemos.
Considera una cosa: Si fue
posible que pudiéramos ganar el amor de Dios por nuestras obras, entonces,
¿porque fue necesario la Cruz, la muerte de Jesús? Cuando creemos que por nuestra propia
santidad podemos alcanzar a la justicia de Dios, menospreciamos a Cristo y su
gran obra. Empezamos salir fuera de su
grey, fuera de su iglesia.
Gracias a Dios, esto es solamente la primera parte del mensaje que viene
de su boca. Sí, el Señor quiere que las
habitaciones de su Espíritu Santo estén perfectamente limpias. Y por eso, vino Cristo para hacerlo
verdad. La importancia de la
Encarnación, el hecho que en la humana Jesús, hijo de María, Dios se ha unido
con la humanidad, es esto: Está en
Cristo donde encontramos nuestra habitación limpia con Dios. Él es nuestro lugar santísimo, nuestro acceso
al Padre, nuestra garantía de ser declarados justos ante el juzgado de la
eternidad.
Mensajeros son fieles cuando sus sermones tienen estas dos realidades
claramente declaradas: primera, la culpa
y el pecado de todos los hombres, que merecen el castigo de Dios, y segunda, la
gracia y amor y salvación de Dios, ofrecidas gratuitamente en el perdón de
pecados. Las encontramos en Cristo
mismo, en los medios donde Él nos ha prometido reunirse con nosotros: en su Palabra, en su Bautismo, en su
Absolución, y en su Santa Cena. Es como
dice San Pablo en nuestra epístola de hoy, que él iba a las sinagogas y las
casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con
Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. Arrepentimiento y fe. Ley y Evangelio. Esto es el mensaje de San Pablo, de San
Pedro, de Juan el Bautista, y del mismo Jesucristo durante su ministerio. Es el mensaje de todos predicadores fieles.
Todo esto, tú ya sabes. O
salvación eterna o condenación eterna, esta es la diferencia entre escuchar a
los predicadores fieles, o a los predicadores falsos. ¿Pero, hay diferencia para la vida hoy en
día? Nuestro destino eterno debería ser
bastante razón, pero somos débiles.
Queremos recibir ahora alguna bendición de la fe verdadera. Y, quizás a veces vivir la vida cristiana no
nos parece tanto como bendición.
Ser un cristiano fiel no te hace
muy popular. No es fácil vivir como las
cosas más importantes y valiosos en esta vida son Cristo y su mensaje. No es fácil, y el mundo piensa que esta idea
es locura.
Pero sí, oír y agarrarse a la predicación pura de la Ley y Evangelio es
muy valioso para hoy. Porque cuando
entendemos lo que Cristo nos ha dado, lo que Cristo nos ha hecho en su vida y
en su Cruz, cuando sabemos quiénes somos en Él, entonces, la vida va
diferentemente.
Mientras todo el mundo está buscando una identidad buena, comprando
tatuajes y cambiando los piercings y el color de pelo y aun, supuestamente, el
género, tú tienes el Nombre de Dios Altísimo, impuesto en ti en tu bautismo. Es la identidad buena que dura eternamente.
Mientras el mundo no tiene una respuesta a la culpa y el rencor y la
lucha para poder y prestigio que dominan la vida normal, tú tienes el perdón de
Cristo, el don de su Espíritu, y el amor de su Padre.
Mientras el mundo solo piensa en hacer buenas obras cuando es fácil, y va
a recibir algo en recompensa, tú estás tan abrumado con el amor de Dios, que estás
libre a servir y amar a tu familia, tus vecinos, y aun a desconocidos, porque
estás seguro en el amor y el cuidado de Cristo.
Además, disfrutas del amor de tus hermanos en Cristo, tus hermanos y
hermanas en la fe, todos que comparten la misma Palabra fiel de la boca del
Señor. Aunque esparcidos, ellos son una
familia nueva para ti, una comunidad de amor y ayuda, listos a ayudarte hoy, y
cuandoquiera que necesites.
No puedo decir que la vida del cristiano es siempre fácil, ni tampoco
deberíamos pensar que no vamos a sufrir por la fe. Pero sí, vale la pena, para la promesa de la
vida eterna, y la paz que puedes disfrutar hoy mismo, porque en Cristo Jesús,
tu Salvador, ya tienes la Paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, y que
guarda vuestros mentes y corazones, hoy, y hasta la vida eterna, Amen.
SALUTACIÓN y la COLECTA DEL DÍA:
P: El Señor sea con vosotros.
C: Y con tu Espíritu. 2 Timoteo 4:22, Rut 2:4
P: Oremos.
Oh Señor, danos tu Espíritu para pensar y hacer siempre lo que es bueno, a fin de que nosotros, que no podemos hacer nada bueno sin ti, siendo habilitados por tu Espíritu podamos vivir de acuerdo a tu voluntad; por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo, siempre un solo Dios, por los siglos de los siglos, Amén