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Tuesday, April 12, 2016

Cincuenta Días, y Aun Más

Segundo Domingo de la Pascua de la Resurrección
Cincuenta Días, y Aun Más, San Juan 20:19-31 

     ¿Cuantos días de la Resurrección necesitas tú?  ¿Qué pruebas necesitas ver, o tocar, para que tengas fe?

     El Apóstol Tomás tiene mala fama.  Aunque en la Biblia se llama Tomás el Dídimo, es decir “el Mellizo,” en la Iglesia mucho más se ha sido llamado “Tomás el Incrédulo.”  Su historia se ha sido repetida en este Segundo Domingo de la Pascua, en miles y miles de iglesias, durante siglos y siglos.  Pero, aunque su nombre es malo, hay en esta historia buenas noticias, para Tomás, y para nosotros.  Porque, aunque él tenía mucha duda, ocho días después de la Resurrección, Jesús hizo lo que Tomás necesitaba para salvarle.  No importa si se necesitan 8 días, 50 días, o aún más, Jesús disipando quitando dudas y creando fe en los incrédulos.   

     ¿Y qué de nosotros?  ¿Estamos todavía guardando dudas?  ¿Hacemos demandas como Tomás, demandando tocar, o meter nuestros dedos en las pruebas del Evangelio, antes de creerlo?  ¿Podemos regocijarnos en la Resurrección?  ¿O estamos todavía atrapados en dudas, sufrimiento y dolor?

     Shelee y yo ya hemos pasado nuestra primera Semana Santa en Sevilla.  Como hacen muchos de los miembros de IELE, a menudo consideramos las cosas que vemos en España con la misión de la Iglesia Luterana Española en nuestra mente. 

     Y, como escribió Shelee en su artículo más reciente para nuestro boletín, que enviamos a nuestros socios en los EEUU, es muy interesante el modo en que España observa la Semana Santa y la Pascua de la Resurrección.  En Sevilla, y en toda España, la Semana Santa está llena de muchas imágenes de la Pasión, y mucho de los sufrimientos de Jesús, y representan mucho del dolor de su madre, María.  Pero, no hay casi nada de la Resurrección.  En Sevilla, hay 60 procesiones, desde el viernes antes del Domingo de Ramos, el “Viernes de Dolores”, hasta la Pascua de la Resurrección.  De estas 60 procesiones, ¿sabéis cuantas hay que celebran la Resurrección? 

Solo Una. 

     Solo una procesión en el Domingo de Pascua de Resurrección, y con poca gente en la calle para verla. Hay mucho, muchísimo, de sufrimiento y dolor, que claramente son importante para recordar.  ¿Pero, por qué hay tan poco de la Resurrección? 

     ¿Por qué?  No sé.  Pero estoy seguro que no es correcto.  Es bueno y necesario considerar la Pasión.  De verdad, la Resurrección de Jesús sin el sufrimiento es un cuento sin significado, sin utilidad para nosotros los pecadores.  Pero el sufrimiento, la Pasión de Cristo, sin la Resurrección es nada más que una derrota.  Es una historia sin esperanza.  Es muy deprimente.

     Y no es bíblico.  Solo se necesita leer la Biblia para entender que la Resurrección de Cristo Jesús para la salvación del mundo es el objetivo, es la meta de toda la historia.  No se puede tener una resurrección sin una muerte primera, y el Evangelio es la combinación de sufrimientos y muerte con la nueva vida de la Resurrección.  Pero, de todas formas, el tema central y la meta de toda la Biblia es la victoria de Cristo, su victoria sobre el pecado, la muerte y el diablo, su victoria, que es también nuestra victoria, la victoria revelada en la Resurrección.  

     La Cuaresma y la Semana Santa sirven con el fin de prepararnos para celebrar la fiesta más grande de la Iglesia, la Resurrección.  Hay 40 días de Cuaresma, un periodo largo de meditación en los sufrimientos de Cristo.  ¿Pero sabes que en el calendario litúrgico hay 50 días de celebración de la Resurrección?  Cincuenta días en que especialmente celebramos la victoria, y el gozo de vida eterna, recibido en el perdón de los pecados.  Durante 50 días concentramos nuestras reuniones en la derrota de Satanás, la destrucción del poder del pecado y la muerte.  Celebramos que en Cristo somos más que vencedores.  

     Pero todavía, dudamos.  Todavía, pensamos mucho en el dolor, la culpa, y los sufrimientos.  ¿Vivimos como creemos en la Resurrección?  Si no, ¿Qué nos lo impide? 

     Bueno, para empezar, podemos mencionar el dolor actual.  Nadie sufre como Cristo sufrió, pero seguramente sufrimos, de enfermedades, debilidades, de los insultos grandes y pequeños que recibimos de otros.  También sufrimos porque el mundo rechaza a Cristo y su Evangelio, el mundo que dice que es toda una fábula, completamente falsa.  Y, porque todavía somos pecadores, y débiles, porque todavía nuestra fe no es perfecta, a veces escuchamos y damos crédito a las mentiras del mundo, añadiéndolo a nuestra duda. 

    Los sufrimientos, pequeños y grandes, de la vida cotidiana, nos hacen dudar.  También, las noticias mundiales impugnan nuestra fe, porque hay mucho malo en todos lugares.  Nuestros gobiernos y naciones parecen ser en camino a desastre, siguiendo políticas que asesinan inocentes en los vientres de sus madres, que están destruyendo a la familia en la forma creada por Dios, que ignoran guerras e injusticias en todas partes, y dan favores a los poderosos, mientras están pidiendo más y más de la población normal.  Y, por encima de todo esto, hay cientos de terroristas escondidos en Europa, y miles y miles en todas partes del mundo.  Claramente, hay muchos problemas en el mundo de hoy que nos hacen dudar que la victoria de Cristo es verdad, que es realmente nuestro futuro, nuestra esperanza verdadera.

     Y, si de algún modo, podemos superar todas estas razones que nos hacen dudar, finalmente el diablo tiene un arma más para usar contra nosotros, nuestro propio pecado.   Todos nosotros tenemos nuestros propios pecados, nuestros hechos, palabras y pensamientos malos, algunos obvios para todos, y otros, los peores, escondidos de todos, excepto que son muy visibles cuando buscamos dentro de nuestros corazones.  Necesitamos mucha evidencia de la Resurrección para creer que es para nosotros, porque sabemos que nuestro pecado es grande. 

     Dolores, las mentiras del mundo, dudas, las tonterías de los gobiernos, la violencia y amenaza de los terroristas, nuestros propios pecados.  Todas estas cosas las conoce Dios muy bien.  De verdad, esto es lo que Dios quiere revelar en el Viernes Santo.  En la Cruz de Cristo, el Espíritu nos revela la profundidad de pecado, tan profundo que solamente el sufrimiento y la muerte de Dios hecho hombre puede proveer una solución.

     Dios, a través de Cristo, crucificado, nos ha revelado que sí, el problema de pecado y la muerte y el dolor es grande, más grande de lo que pudiéramos imaginar.  Gracias a Dios, a la misma vez, en la Cruz también el Señor nos revela que Cristo ha recibido toda la ira de Dios contra el mal, en nuestro lugar.  Ahora, en Cristo, no hay ninguna condenación restante.  Él ha hecho paz entre los hombres y Dios.  El castigo merecido por todo el mal en el mundo, desde el pecado original de Eva y Adán, hasta el último fallo de un pecador en la hora antes de su venida, esto es lo que Jesús recibió en la Cruz.

     La Resurrección es la prueba de que Dios Padre ha aceptado el sacrificio de Cristo, para el perdón de todo el mundo.  La buena noticia de la Pascua de Resurrección es que, en Cristo, y a través de Él, nosotros somos perdonados y santificados, cien por ciento listos para vivir con Dios para siempre. 

     Y espera, hay más.  Ahora, como hizo para Tomás, Cristo continúa haciendo lo que sea necesario, entregándonos lo que requerimos para creer, entrando en medio de nosotros para demostrarnos otra vez que su victoria es la realidad en la que vivimos. 

     No podemos ver a Cristo.  Sin embargo, Jesús nos dice que somos dichosos porque creemos, aunque no le hemos visto.  Recuerda, la salvación no es algo que ganamos, sino que es lo que recibimos, de Cristo, por el poder de su Espíritu, en el buen placer del Padre.  No podemos poner nuestros dedos en el lugar de los clavos, de donde derramó su santa sangre.  Pero sí, podemos beber esta misma sangre, bajo el vino en la Santa Cena, para el perdón de todos nuestros pecados.  No podemos meter la mano en su costado, pero recibimos su verdadero Cuerpo en nuestras bocas, bajo el pan bendecido.  Somos dichosos, porque hemos recibido el mismo Cristo que Tomás.  Somos dichosos porque confesamos con Tomás: ¡Señor mío y Dios mío!


     Por eso, seguimos celebrando la Resurrección, y pidiendo ayuda del Espíritu Santo para vivir con esperanza y confianza, y con amor para nuestros vecinos. 

     Hay 50 días de la Pascua de Resurrección en el calendario litúrgico de la Iglesia, y, de verdad, celebramos la Resurrección 365 días al año.  No importa cuántos días sean requeridos, Cristo Jesús estará aquí en medio de nosotros para echar afuera la duda y darnos la fe, a través de su Palabra Santa y Evangélica, que ha sido escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, al creer, tengáis vida en su nombre. 


     Jesús el Resucitado, es el Cristo, y tú tienes vida, en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, hoy, y por los siglos de los siglos, Amén.   

Wednesday, March 16, 2016

Nuestra Gallina Divina

Segundo Domingo en Cuaresma, (transferido), 13 de Marzo, A+D 2016
Jeremías 26:8-15, San Lucas 13:31-35

¿Qué es la cuestión, la idea central? 

     Yo paso bastante tiempo en tren, trabajando en mí ordenador, a veces viendo
las películas de RENFE.  Intento trabajar, y por eso normalmente no me pongo los auriculares.  Veo las pelis en las pantallas unos momentos, de vez en cuando, sin escucharlas.  Y es interesante; normalmente puedo entender la trama de la historia, puedo coger la idea central, sin oír las palabras.  Solo por ver los escenarios, y los carácteres, sus caras y sus acciones, normalmente puedo entender bien el sentido de una peli.    Puede tener docenas de caracteres, tramas, tramas secundarias, y varios escenarios, pero, si es una
historia típica, va a tener solo un tema central, un punto al que la historia conduce.  Y usualmente puedo saberlo, solo por mirar.  No es tan difícil, aún sin palabras. 

    Es porque de verdad no hay tantas historias diferentes.  El Amor.  La amistad.  La guerra.  Problemas familiares.  Desafíos en sobrevivir o conquistar a la naturaleza, las enfermedades, o las discapacidades.  Se pueden mezclar como quieran; sin embargo, sabemos de qué van.      

     La Palabra de Dios también es una historia con una idea central, un solo punto.  Pero muchas veces parece muy difícil entender correctamente la historia de la Biblia.  Se dice que es una guía moral, instrucciones de cómo debemos vivir.  O es un documento de filosofía, con buenos consejos para personas sensatas, o una historia construida por hombres intentando controlar a la gente.  Y la Biblia sí tiene cosas relacionadas con estas ideas.  Sin embargo, la historia de la Biblia solo tiene una trama, una idea central.  Es toda una historia sobre Cristo Jesús.  Y no necesitáis creer a mí.  Jesús mismo lo dice, varias veces, como en el Evangelio de San Juan, capítulo 5.  Discutiendo con los judíos, Jesús les dijo: Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. 

     Además, dos veces en el último capítulo de San Lucas Jesús declaró que la 
historia de las Escrituras es su propia historia.  Una vez fue con dos discípulos en el camino a Emaús, en la tarde del día de su Resurrección. Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a El en todas las Escrituras. Lucas 24:27

   La otra fue con los Once Apóstoles en Jerusalén, unas horas más tarde:  Y les dijo: Esto es lo que yo os decía cuando todavía estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Lucas 24:44 

     Toda la Biblia es la historia de Cristo, y también, hay solo una meta, un punto central de esta historia.  Con los Once, Jesús continuó:  Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: Así está escrito, que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día; y que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde JerusalénLucas 24:45 – 47 
  
     Cristo Jesús, su encarnación, vida, muerte y resurrección para la salvación del mundo, esto es la trama de la Palabra de Dios.  Es la clave para entender la Biblia.  Podemos usar este clave para interpretar las Escrituras siempre, no importa que parte de la Biblia oímos o leemos. 

     Por ejemplo, podemos ver una prefiguración importante de este punto central de la historia de Jesús en nuestra lectura del Antiguo Testamento de hoy, del libro de Jeremías. Desde ahí, oímos acerca de un profeta en peligro de muerte, solamente porque declaró la verdad de Dios.  Y cuando terminó de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás.  Es muy duro, este rechazo de la verdad de Dios, este ataque contra un profeta del Señor. 

     Siempre ha sido lo mismo.  Como nos dice Jesús hoy:  ¡¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!!  Desde Abel hasta San Juan Bautista, ha sido muy normal que un profeta honesto recibe ataques por su fidelidad a la Palabra de Dios.   

     ¿Por qué?  Porque naturalmente, no nos gusta oír la verdad de Dios.  Si un predicador quiere hablarnos de la grandeza de la creación, o la belleza de la humanidad, o si podemos escuchar una historia interesante sobre los personajes de la Biblia… muy bien.  Quizás soportamos algo de consejo sobre cómo podemos mejorar nuestra vida.  Pero, aunque hay casos de estos en la Biblia,
mucho más la Palabra de Dios nos habla del pecado, de la justicia de Dios y nuestros fallos en mantenerla.  Dios siempre nos está advirtiendo sobre el castigo que hemos merecido con nuestros pecados.  No nos gusta nada.  Y, aunque no le podemos hacer nada a Dios, sí podemos hacer algo a sus mensajeros. 

     Sin embargo, la historia de la Biblia, la historia de Jesús, es una historia de misericordia. De perdón.  De amor, vida y alegría.  Pero necesitamos oír toda la Palabra de Dios, incluidas las partes difíciles, para entender cómo pueda ser.

     El Todopoderoso Dios es justo, y quiere mantener la justicia en este mundo pecaminoso.  Esto implica que nosotros pecadores vamos a sufrir el castigo divino.  Pero, aunque siempre Dios mantiene la misma actitud de justicia, del rechazo al mal, y a los malhechores, a la misma vez, Dios siempre mantiene su actitud de amor, de servicio a los seres humanos, una actitud de protección.  Aunque todas las personas son pecadores, Dios tiene ganas de tener a su pueblo consigo mismo. 

     Es muy chocante, la diferencia que vemos en este mundo entre la justicia y el amor.  Tenemos a veces la idea que es imposible tener los dos, justicia y amor, que es imposible hacer justicia y también amar.  Y de los dos, para nosotros mismos, y para nuestros amados, normalmente preferimos que la justicia sea disminuida.  La justicia es buena, cuando se aplica a otros, pero para mí, quiero solamente sentir el amor.  Pero esto no sirve. 

     Sin justicia, no hay ningún amor verdadero.  Los padres de niños lo saben.  Aunque los pequeños nunca lo dicen, nuestros hijos quieren disciplina, quieren reglas, dentro de que ellos pueden vivir sin temor.  Para amar a nuestros niños, necesitamos darles justicia.  También, sin que todo el mundo trate a los prójimos con honestidad y justicia, los ricos y fuertes vayan a dominar a los pobres y débiles, que vayan a sufrir.  Necesitamos justicia, y amor.  Pero, hay un choque, un conflicto, entre justicia y amor, que no podemos resolver.
  
     Podemos ver este conflicto entre justicia y amor en este dicho muy interesante de Jesús: ¡¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!!   Con esta frase, estamos llegando a la puerta del punto central de toda la historia de la Biblia.  ¿Puedes ver en tu mente el escenario que pinta Jesús?  Escucha otra vez, “Jerusalén, Jerusalén, ¡¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!!”


     Cristo Jesús, verdadero Dios, nos dice que ha querido juntar a su pueblo, como la gallina junta a los pollitos debajo de sus alas.  Mira lo que nos enseña esto.  Imagínate un momento a Jesús como una gallina.  ¿Por qué quiere juntar los pollitos debajo de las alas?  Para protegerlos.  La gallina hace de sí misma un escudo de carne y plumas, para ofrecer protección a sus crías.    Pero, para hacerlo, la gallina tiene que abandonar su propia defensa.   Una gallina, para defenderse a sí misma, puede huir, corriendo y volando un poco, como hacen las gallinas.  Por el otro lado, si la gallina quiere pelear, ella sola tiene una herramienta, sola un arma, las garras.  Pero si, para proteger a los pequeños, la gallina está en el suelo con las alas extendidas ampliamente sobre los pollitos, ella no puede huir, ni defenderse. Si un enemigo fuerte viene, ella va a morir, protegiendo a sus hijos.

      Aunque no tenemos una pantalla, ¿puedes ver este cuadro?  La gallina protegiendo a sus crías debajo de sus alas nos ofrece un cuadro de Jesús, sin defensa, colgando en una cruz, protegiendo a sus hijos, ofreciéndonos el escudo de su carne y sangre para cubrirnos, perdiendo su vida, para salvarnos.   
      
      Cuando toda la vida va muy bien, es fácil pensar que yo soy muy capaz, muy independiente, sin la necesidad de ser salvado.  Pero mi vida no siempre va bien.  Vienen los días cuando necesito ayuda, cuando los problemas del mundo, y mi propio pecado, mis debilidades y temores, me hacen buscar una gallina que me cubra con sus alas, un Salvador que me protege bajo las alas de su Cruz. 

     Este Salvador yo lo tengo, y también tú lo tienes.


     Cristo ha llegado para protegernos, no solo de los males que nos amenazan hoy, sino por protegernos de todo el poder malo del diablo, del mundo y de nuestra propia naturaleza pecaminosa.  Él murió para hacernos seguros.  Él no tiene vergüenza de salvarnos, aun quiere describirse a sí mismo como una Gallina Divina, muriendo para proteger a sus pollitos.  Y, desde que la muerte no podía restringir al Señor de Vida, porque Él resucitó al tercer día, ya sabemos que nuestra protección divina es eterna.  Los enemigos pueden herirnos un poco, hoy en día, pero la victoria es nuestra, debajo de las alas de Cristo, tu Gallina Divina, tu Salvador y Dios, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.    

Monday, November 2, 2015

Contar la Historia de la Libertad - Día de la Reforma

Abajo está el sermón de Dr. Artur Just, predicado para el Día de la Reforma, 2015, en la Congregación Luterana Emmanuel, en Madrid, España

Juan 8: 31-36                         Madrid, España           31 de octubre 2015

Luteranos: Contar la historia de la Libertad

Cada uno de nosotros tiene una historia que contar
          acerca de nuestras vidas.

La historia de mi familia comenzaría con mi abuela, hija de un pastor luterano.

Antes de fallecer a la edad de 95 años,
          ella nos contó la historia de nuestra familia.

La historia de nuestra familia es inseparable
          de la historia de la iglesia luterana.

Me pregunto cómo voy a contar la historia de mi familia a mis hijos --
          cómo mis hijos la contarán a sus hijos.

Sin embargo, las cosas son ahora tan diferentes -
          el mundo ha cambiado mucho -
          es tan complicado.

Como alguien dijo -
          "Parece como si el mundo hubiera perdido su historia."

El mundo ha perdido su historia
El mundo ha perdido su historia
          porque ha perdido su conexión con la historia bíblica -
                   la historia de la fe.

Muchos cristianos han perdido su identidad porque no conocen
          la historia de la Biblia.

Tal vez la iglesia está en peligro de perder su historia.

La historia de la Reforma
En un día en el que celebramos la Reforma, este es un pensamiento serio.

Martin Lutero ciertamente conocía la historia bíblica -
          Esa fue una de las razones por las que comenzó la Reforma.

¿Han olvidado los luteranos hoy su historia?
          ¿de dónde vienen?
          ¿quiénes son?
          ¿es lo que confiesan que los hace claramente luteranos? -
          ¿lo que creen acerca de Jesús -
                   quién es Jesús y cómo él nos salvó de nuestros pecados --              
                   cómo él está presente entre nosotros en el mundo de hoy -
                             en la predicación, en los sacramentos -
                             con los ángeles y arcángeles y toda la congregación
                                      de los cielos?

Como luteranos tenemos una historia distinta para decirle al mundo -
          una historia sangrienta -
          una historia sobre una cruz -
          una historia acerca de una tumba vacía -
la historia de la libertad.

La historia de la Libertad
El Evangelio de San Juan es
          la historia de Jesús -
          la historia de la iglesia -
          la historia del mundo --
          nuestra historia.

¡Y menuda historia la que tenía que contar!


Su Evangelio cuenta una historia controvertida -
          sobre el escándalo de Dios que se hace carne -
          sobre la vergüenza de la crucifixión -
          el milagro de la resurrección -
          una historia de la libertad -
          una historia de perdón.

Esto es lo que Jesús dice a los Judíos -
          "Si permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos.
          Y conoceréis la verdad,
          la verdad os hará libres ".

Pero los Judíos no aceptaron la historia de Jesús de la libertad y el perdón.

¿Cómo pudo Jesús liberarlos de la esclavitud?

Ellos le dijeron:
          "Linaje de Abraham somos,
          y jamás hemos sido esclavos de nadie.
          ¿Cómo dices tú: Seréis libres?"

Esta es una cuestión crucial para los Judíos y para nosotros.

El perdón de nuestros pecados es nuestra liberación de la esclavitud.

El perdón de los pecados -
          esa es la historia que Jesús proclama.

Los Judíos estaban contando otra historia del mundo -
          que eran los hijos de Abraham -
          que su historia era la historia más antigua del mundo -
          que la libertad vino de su identidad como Judíos -
          a través de la genealogía - por derecho de nacimiento.

Jesús, el Mesías, también estaba contando la historia del mundo
          a través de Abraham -
                   que él era el cumplimiento de las promesas hechas a Abraham -
                   que la salvación estaba abierta a todos los hijos de Abraham -
                             a judíos y gentiles -
                   no por la sangre, sino por la fe en él.

Creer que Jesús es el Cristo hace de uno un hijo de Dios -
          ser un hijo de Dios es permanecer para siempre.

La historia de la muerte y la resurrección de Jesús
Pero la historia del mundo de Jesús fue difícil de entender para los judíos.

Jesús les dijo: -
          "Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre,
          entonces conoceréis que yo soy . . .
          como Moisés levantó la serpiente en el desierto,
          así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
          para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."

La figura de la serpiente levantada es la fuente de la libertad
          para los judíos y nosotros -
          la serpiente levantada centró los ojos de los israelitas en su salvación
          así como Jesús levantado en una cruz centra nuestra mirada
                   en nuestra salvación.

La cruz es el momento de la gran agonía y sufrimiento
          y el momento en que Dios el Padre revela su gloria.

"Ser levantado" implica más que la crucifixión -
          también implica la resurrección y la ascensión.

Nuestra libertad se produce en el punto más bajo de la humillación de Jesús -
          pero para Dios el Padre es el momento de gloria.

Jesús también dice -
          "Y yo, si fuere levantado de la tierra,
          atraeré a todos hacia mí."

Jesús está diciendo que la cruz y la resurrección es el corazón de nuestra historia -
          la historia de la libertad.

La libertad viene a través de la sangre -
          a través de la sangre derramada en la madera de ese               árbol -
          la sangre restaurada en la tumba vacía -
          la sangre de su cuerpo roto en la muerte y su sangre             derramada para el perdón de nuestros pecados.

Como dice San Pablo --
"Porque todas las veces que comáis este pan y bebéis esta copa,
          anunciáis la muerte del Señor hasta que él venga."

Proclamáis que en la Cena del Señor,
          Dios libera al mundo de la esclavitud espiritual y física.

Luteranos: Contar que la Historia del Mundo es de Libertad
Las últimas palabras de Jesús a nosotros hoy en día son las siguientes:
          "Por lo tanto, si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres."

La libertad es la historia de la Reforma -
          la historia que los luteranos tienen que decirle al mundo -
          la libertad a través de la carne de Jesucristo.


La historia del mundo se cuenta aquí en esta iglesia -
          Aquí es donde Dios habita con su libertad.

Hoy, Jesús está diciendo a cada uno de vosotros -
          "He llevado la esclavitud de tu pecados"
          Te he hecho libre con el perdón de los pecados!"
          "Este pan es mi cuerpo, esta copa es el nuevo pacto en mi sangre"
          "Comes, bebes y eres liberado de sus pecados"
          "Comes y bebes  --  eres libre."

¡Qué historia que contar -

          la historia del mundo en libertad en Jesucristo!                                Amén